Algunos movimientos sutiles alientan a pensar que el peor de los escenarios, temido especialmente por Brasil, podría ser evitable
A 11 días que el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamara la victoria en las urnas de Nicolás Maduro, la disputa política venezolana se encuentra en un aparente limbo, informó el diario catalán El Periódico.
El rechazo tajante de la oposición que lidera María Corina Machado y una parte significativa de la comunidad internacional ha encontrado al gobierno parapetado detrás de consignas intransigentes.
Maduro ha asegurado que el CNE recibe “millones de agresiones por minuto” y que enfrenta un ciber intento de golpe de Estado que lo obliga a la máxima dureza. A pesar de los signos de inmovilidad y los temores de nuevos coletazos represivos, algunos movimientos sutiles alientan a pensar que el peor de los escenarios, temido especialmente por Brasil, podría ser evitable.
El candidato de la coalición opositora, Edmundo González, ofreció una señal al respecto en las últimas horas. Si bien se negó a responder positivamente a una citación del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), hizo saber a través de su cuenta en X algo más que las razones de su ha justificado su incomparecencia ante el alto tribunal.
Cuestionó, además, el papel del TSJ y el CNE y reivindicó la victoria electoral del antimadurismo: “Debe efectuarse una verificación confiable con presencia de testigos de las organizaciones políticas y candidatos y de observadores nacionales e internacionales”.
Lo que llamó la atención de los observadores, dentro y fuera del país, fue que González se abstuvo de firmar su carta como “presidente electo”, como lo había hecho unos días antes.
Y algo más. Instó a las partes enfrentadas a “recuperar la sensatez y buscar en diálogo franco a través cauces que canalicen los planteamientos” de cada facción, “en la instancia competente constitucionalmente y en un marco aceptable para todos, en el que los derechos humanos queden a salvo”.
El matiz no pasó inadvertido para el diario paulista ‘Folha’: “El tono de la carta del miércoles es mucho más comedido”.
Machado también moderó, al menos temporalmente, su intervención si se la compara con el discurso del pasado sábado en el que le reclamó a las Fuerzas Armadas dar un paso adelante en la “transición democrática” y reivindicó el derecho a mantener la protesta hasta que se creen condiciones para cambio.
Cuatro días más tarde, valoró especialmente las gestiones subrepticias que realizan Colombia, Brasil y México para darle un cauce a una situación que no ofrece salidas.
A las palabras se las lleva el viento, y mucho más en la Venezuela tropical donde el gesto comedido puede ser apenas la calma que precede a la tormenta.
Lo sabe Celso Amorim, el asesor especial en asuntos internacionales del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, quien se ha encontrado a solas con Maduro y la oposición después de los comicios. Amorim admitió que el conflicto transita por un hilo muy delgado y debajo está el precipicio.
La “lamentable” falta de divulgación de las actas electorales que le dieron la victoria al actual mandatario pueden producir un “cansancio” de consecuencias peligrosas. “Hay riesgo de que Venezuela termine con dos presidentes o con ninguno”, dijo el exministro de Exteriores al canal televisivo carioca ‘Globonews’.
O algo peor: “me temo mucho que puede haber un conflicto muy grave. No quiero usar la expresión guerra civil, pero temo mucho”. En medio de esos riesgos se busca una mediación sin éxito a la vista.