La censura contra X está minando la confianza en la estabilidad y previsibilidad de los mercados regulados en Brasil, dice Washington
Nicolás Maduro y Luiz Inacio Lula da Silva no atraviesan el mejor de los momentos de su larga relación política. Las controvertidas elecciones venezolanas profundizaron sus diferencias, hasta el punto de que el presidente brasileño llegó a llamar al régimen vecino “régimen muy desagradable”.
Sin embargo, Maduro y Lula encontraron un punto de convergencia frente a Elon Musk y su red social.
El primero lo tachó de “satánico” y responsable de diseminar “violencia”, “odio” y la “guerra civil” en Venezuela. El líder del Partido de los Trabajadores (PT), por su parte, salió a respaldar al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en su disputa con X y su dueño.
“La justicia brasileña puede haber dado una señal importante de que el mundo no está obligado a soportar el todo vale de extrema derecha de Musk sólo porque es rico”, dijo Lula.
Los comentarios del presidente no son fruto de un enojo espontáneo, sino parte de una polémica de mayor alcance con el magnate sobre la libertad de expresión, las cuentas de extrema derecha en su red social y los mecanismos de desinformación a cargo de las llamadas “milicias digitales” que abonaron el camino al intento de derrocamiento de Lula, el 8 de enero del 2023.
Unos 212 millones de personas viven en el gigante sudamericano y, de acuerdo con el grupo de investigación de mercado Emarketer, un quinto de la población es además habitante de internet y las plataformas como Facebook, Instagram y X durante unas nueve horas al día.
La exTwitter tiene 22 millones de usuarios y constituye desde hace más de una década un instrumento importante de la vida política brasileña: fue crucial para poner en marcha en las calles el proceso de destitución parlamentaria de Dilma Rousseff, la heredera de Lula.
Las fricciones entre el STJ y X coinciden en el tiempo con el arresto en Francia del director de Telegram, la condena en Gran Bretaña a usuarios por utilizar redes sociales durante los recientes disturbios y la cruzada en Estados Unidos contra la aplicación de origen chino TikTok y el deseo manifiesto de Donald Trump de darle un puesto importante al magnate en su gobierno si es electo presidente.
Lula no dudó en volver a levantar la voz y al igual que Maduro, aunque no necesariamente por las mismas razones, convertir el caso X en una cruzada en defensa de los intereses nacionales a pocas semanas de las elecciones municipales del 6 de octubre que se convertirán en la primera prueba de aceptación en las urnas para el PT y sus aliados.
Por lo pronto, los efectos de la orden del STJ se han sentido de inmediato en Brasil.
Muchos usuarios han abierto cuentas en Threads, propiedad de Meta, y Bluesky.
En medio de la masiva migración de plataformas, Brendan Carr, de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos, lanzó una advertencia a ANATEL, leída como un indicio de que el conflicto puede ir más allá de una empresa poderosa para convertirse en bilateral.
“Estas acciones punitivas –apoyadas públicamente por el Gobierno de Lula– ya están reverberando ampliamente y minando la confianza en la estabilidad y previsibilidad de los mercados regulados en Brasil.
Los líderes empresariales de Estados Unidos se preguntan abiertamente si Brasil va camino de convertirse en un mercado ‘no invertible'”, dijo Carr.