Panamá ha estado en el ojo del huracán desde el regreso de Trump, quienj reiteró esta semana que su administración “recuperará el Canal”, y que “ya hemos comenzado a hacerlo”
Al atacar el Canal de Panamá, Trump “ha dado en el corazón de Panamá, lo más importante que une a la sociedad panameña”, afirma Nehemías Jaén Celada, consultor de riesgos estratégicos y ex diplomático. “Pero la única forma en que puede tomar el control del canal es mediante una invasión militar”, informó el medio especializado FDI Intelligence.
Los comentarios de Trump tienen su origen en su deseo de asegurar la hegemonía estadounidense en el hemisferio occidental y provocaron una repentina reacción en cadena.
La relación de Panamá con China se convirtió en un punto de conflicto inmediato en la relación entre Panamá y Estados Unidos. El presidente José Raúl Mulino retiró al país de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China después de reunirse con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, el 2 de febrero.

Las empresas chinas, o presuntamente cercanas a Pekín, que gestionan activos clave en Panamá también fueron objeto de un intenso escrutinio. Una resolución del Senado de Estados Unidos presentada el 25 de enero exigía al gobierno panameño que pusiera fin a la concesión recientemente renovada por 25 años de CK Hutchison para gestionar y operar los puertos de Balboa y Cristóbal.
Pero las cosas no tenían por qué llegar tan lejos. El 4 de marzo, la empresa aceptó la oferta de un consorcio liderado por la firma de capital privado BlackRock para vender toda su cartera de puertos no chinos. Aunque las dos empresas dicen que abordaron el acuerdo, que aún debe ser confirmado por los reguladores, en términos puramente comerciales, está claro que las declaraciones de Trump prepararon el terreno para ello.
La voluntad aparentemente inquebrantable de Trump de “recuperar” el canal plantea la pregunta de qué vendrá después. “El próximo paso será el tren Panamá-David. Si las empresas estadounidenses realmente se hacen cargo de ese proyecto, consolidarán su presencia en el corazón de la matriz de transporte del país”, afirma Jaén Celada.
Las empresas chinas y la embajada china en Panamá han mostrado reiteradamente su interés en construir el ferrocarril de 5.000 millones de dólares que llegará hasta la frontera con Costa Rica, cuyos estudios de viabilidad fueron realizados por China Railway Design Corporation.

Sin embargo, Mulino acaba de adjudicar a la firma de ingeniería estadounidense Aecom un nuevo contrato para un plan maestro actualizado, y los contratistas estadounidenses se han convertido en los favoritos naturales en cualquier proceso de licitación futuro.
También quedan interrogantes sobre el futuro de otros activos clave controlados por empresas chinas en Panamá.
Las operaciones siguen en pausa en Cobre Panamá, la emblemática mina de cobre del país operada originalmente por First Quantum Minerals, cuyo contrato de concesión fue declarado inconstitucional en 2023. Con sede en Canadá, el segundo mayor accionista individual de First Quantum es Jiangxi Minerals de China, una de las fundiciones y compradores de cobre más grandes del mundo, que posee el 18,5% de sus acciones (Capital Group, con sede en Estados Unidos, posee una participación combinada del 21,47%, según muestran los datos de Bloomberg).
De regreso en la Ciudad de Panamá, hay poco progreso en el cuarto puente sobre el canal que construye China Communications Construction Company y su unidad China Harbour Engineering Company.

“Solo están completados en un 20% y el dinero fluye muy lentamente hacia el proyecto”, señala Jaén Celada.
En general, Jaén Celada señala que la inversión china en Panamá ha sido muy limitada desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los países en 2017, cuando Panamá abandonó los lazos con Taiwán. “En aquel entonces, el gobierno lo hizo porque prometió una avalancha de IED china en el país. Sin embargo, poco ha sucedido”, dice Jaén Celada.
Los datos muestran que las empresas chinas anunciaron solo seis proyectos por valor de $118 millones en Panamá desde el 2017. Existe un sentimiento persistente en la sociedad panameña de que las concesiones de CK Hutchison lucharon por estar a la altura de las expectativas en términos de nuevas inversiones y mejoras, señala Jaén Celada, y todavía son objeto de una auditoría oficial del gobierno.
Si las perspectivas para la inversión china en Panamá son sombrías, el futuro del Canal en sí mismo pende de un hilo. Trump sigue insinuando una toma de control total del Canal, a la que el gobierno y la sociedad panameños se opondrían firmemente.
Si las cosas se ponen difíciles, la única salida posible para la Casa Blanca es una intervención militar, “pero no veo que eso suceda”, dice Jaén Celada.
Sin embargo, no sería la primera vez. Las tropas estadounidenses ya invadieron el país en 1989 para expulsar al dictador Manuel Noriega. Después de esa invasión, el país cedió a las demandas estadounidenses de abolir el ejército permanente, lo que en realidad subcontrató la seguridad del país al ejército estadounidense.
Puede que esta vez no haya una nueva invasión, pero Trump tiene la sartén por el mango y la reacción en cadena que desencadenó el 20 de enero bien podría haber comenzado.