Evelyn Matthei, hija de un excomandante de la dictadura, dijo que los muertos eran “inevitables” y provocó una ola de repudios
Las elecciones presidenciales chilenas están todavía lejos en el calendario y, sin embargo, sus aprestos son políticamente más calientes que lo acostumbrado. Se sabe ya de la existencia de decenas de precandidatos que, naturalmente, quedarán en el camino mucho antes de los comicios, informó el medio El Periódico.
La derecha, en tanto, cree tener la certeza de su retorno al poder, el 11 de marzo venidero. Los tres aspirantes más competitivos de ese espectro se ladean hacia las posiciones más extremas, de una y otra manera, como si obraran en sintonía con administración de Donald Trump.
De manera sorprendente, existen dos ultraderechistas dispuestos a jugarse a todo o nada para habitar el Palacio de la Moneda: José Antonio Kast, el hijo de un exoficial nazi y candidato de Republicanos y, Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, mucho más apegado a la ideología del argentino Javier Milei.
Frente a ellos, Evelyn Matthei, de Vamos Chile, enfrentó una paradoja: a pesar de aventajarlos en los sondeos, estaba rezagada en sus consideraciones sobre el presente y el pasado.

Entonces decidió ser más locuaz y duró que Kast y Kaiser. Y para marcar diferencias, Matthei realizó una altisonante defensa de la última dictadura militar en el aspecto que todavía provoca perplejidad, 52 años más tarde, como han sido las sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
“No había otra alternativa”, dijo sobre el derrocamiento salvaje de Salvador Allende la exalcaldesa de la coqueta comuna de Providencia, en Santiago, y excandidata presidencial en 2013. “Nos íbamos derechito a Cuba.
Yo lo que quiero señalar es que probablemente al principio, en 1973 y 1974, era bien inevitable que hubiese muertos, pero ya en el 78, el 82, cuando siguen ocurriendo, ahí ya no, porque había control del territorio”. Y añadió al respecto: “Entonces ahí yo siento que hubo gente que le hizo mucho daño, loquitos que se hicieron cargo y que nadie los frenó a tiempo”.
El apellido Matthei está estrechamente ligado ese período donde proliferaban los “loquitos”, porque en 1978, su padre, el general Fernando Matthei, asumió como comandante de la Fuerza Aérea y luego pasó a integrar la Junta Militar que encabezaba el dictador Augusto Pinochet. El aviador ha quedado en la historia chilena por ser el primer integrante de ese triunvirato que reconoció el triunfo de la oposición en el plebiscito de octubre de 1988 con el que Pinochet intentaba perpetuarse en el poder.
El exabrupto de la hija en el otoño santiaguino provocó cierto desconcierto.
No faltaban analistas que le asignaban a la expinochetista de sus años juveniles una dosis de razonabilidad política que prometía un debate con altura con los candidatos del oficialismo, especialmente Carolina Tohá, integrante hasta hace poco del gabinete del presidente Gabriel Boric.
Matthei intentó explicar que no dijo lo que había dicho y que “todos los sectores políticos fueron responsables del quiebre de la democracia. Entre ellos, la izquierda que debilitó las instituciones y el Estado de Derecho, con la intención de llevar a Chile a un gobierno totalitario, un proyecto que la mayoría de los ciudadanos rechazaba”. El golpe fue, ” lamentablemente, el resultado de un fracaso colectivo: la incapacidad de la política para encontrar una vía democrática de solución a los desacuerdos”.