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El fármaco contra el COVID-19 que le presentaron a Trump procede de una planta letal

El fármaco contra el COVID-19 que le presentaron a Trump procede de una planta letal
El presidente Donald Trump escucha el discurso de Mike Lindell, director general de My Pillow, en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, el 30 de marzo de 2020. Foto: Al Drago/The New York Times

Los científicos aseguran que el extracto de una planta que esta semana presentó el director de una empresa de almohadas como una “cura” para el COVID-19 no se ha probado y es potencialmente peligroso.

Mike Lindell, director general de My Pillow y un importante donante del presidente Donald Trump, le dijo a Axios que el mandatario se mostró entusiasmado con el fármaco, llamado oleandrina, cuando se enteró de su existencia el mes pasado en una reunión en la Casa Blanca.

“Esta cosa funciona, es el milagro de todos los tiempos”, afirmó Lindell, quien tiene participación financiera en la empresa que elabora el compuesto y es miembro de su consejo de administración, en una entrevista con Anderson Cooper de CNN la semana pasada. Cuando CBS le preguntó a Trump sobre la oleandrina para el COVID-19, señaló: “Le echaremos un vistazo”.

Las afirmaciones infundadas alertaron a los científicos. Ningún estudio ha demostrado que la oleandrina sea segura ni eficaz como tratamiento para el coronavirus. No se sabe en qué dosis se administraría, pero los expertos afirman que podría ser mortal ingerir tan solo una pequeñísima cantidad de la planta tóxica de donde procede el compuesto.

“No debemos meternos con esta planta”, alertó Cassandra Leah Quave, etnobotánica médica en la Universidad Emory.

La oleandrina se deriva de la adelfa, un lindo arbusto con flores del Mediterráneo, popular entre los paisajistas y responsable de muchos casos de intoxicación accidental. Quave escribió en un artículo en The Conversation que la oleandrina es la sustancia química que hace que esta planta sea mortal.

Quave y otros médicos y científicos comentaron que la ingestión de cualquier parte de la planta —o hasta comerse un caracol que antes haya masticado algunas de sus hojas— puede provocar que el latido cardiaco sea irregular y puede matar a los seres humanos y a los animales.

¿Así que por qué alguien pensaría que la oleandrina puede ser un tratamiento para el COVID-19?

Es común que las plantas —incluso las venenosas— generen interés como tratamientos para algunas enfermedades. Por ejemplo, Robert Harrod, profesor de la Universidad Metodista del Sur, ha estudiado el potencial de la oleandrina para tratar un tipo de leucemia. Pese a que Harrod mencionó que usar la oleandrina para curar el coronavirus no era más que “una idea interesante”, desea que sí funcione.

En mayo, el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos realizó una prueba de laboratorio para determinar si la oleandrina podía evitar que el coronavirus infectara las células. De acuerdo con Lori Salvatore, vocera del Mando de Investigación y Desarrollo Médico del Ejército, los resultados “no fueron concluyentes” y este organismo decidió no seguir con esta línea de investigación.

En otro estudio de células, que todavía no se publica en ninguna revista científica, participaron dos empleados de Phoenix Biotechnology, una empresa con sede en San Antonio en la que Lindell tiene inversiones. De acuerdo con su sitio web, la empresa ha pasado los últimos 20 años estudiando los beneficios de la oleandrina en la salud.

En este estudio se descubrió que, en un tubo de ensayo, la oleandrina podía impedir que el coronavirus entrara en las células de los monos. Pero, según los científicos, uno de los cuales dirigió el estudio, estos experimentos, llamados “in vitro”, no nos dicen gran cosa.

“Las pruebas de los antivirales en las células son solo el primer paso, y si hay resultados prometedores, estos deben tener un seguimiento en pruebas con animales”, dijo en un comunicado Scott Weaver, virólogo del Centro Médico de la Universidad de Texas en Galveston y uno de los autores del estudio. “Existen muchos fármacos como este que parecen prometedores durante las pruebas iniciales ‘in vitro’, pero que luego fracasan por varias razones”.

Ese estudio celular también plantea preguntas relacionadas con la seguridad del fármaco, señaló Melissa Halliday Gittinger, toxicóloga en el Georgia Poison Center y profesora en la Escuela de Medicina de la Universidad Emory. Una dosis de adelfa de tan solo 0,02 microgramos por mililitro puede ser fatal. El artículo no habla de una dosis sugerida para las personas, pero algunas de las pruebas de laboratorio de las células incluían concentraciones que eran bastante más elevadas.

En su entrevista con Cooper en CNN, Lindell señaló en varias ocasiones que se demostró que la oleandrina era segura en un estudio en el que participaron mil personas. Pero eso es engañoso: no se sabe de ninguna investigación que se haya realizado para analizar la seguridad de la oleandrina como tratamiento para el coronavirus o para cualquier otra cosa en un grupo tan grande.

Cuando lo obligaron a pronunciarse sobre lo que Lindell quizá insinuó, Andrew Whitney, vicepresidente y director de Phoenix Biotechnology, afirmó que Lindell se había equivocado. Una empresa les había proporcionado a mil enfermos de cáncer en Honduras un medicamento que contenía oleandrina por razones “compasivas”, señaló. No se trató de un estudio controlado.

Whitney, quien también estuvo presente en la reunión de la Casa Blanca en la que se presentó el fármaco, dijo que, de todas maneras, está convencido de que la oleandrina puede ser un tratamiento seguro para el coronavirus porque en dos ensayos clínicos iniciales, los cuales usaron el compuesto de Phoenix Biotechnology, se descubrió que podía servir para tratar de forma segura a los pacientes con cáncer. Sin embargo, estos estudios fueron a pequeña escala (en cada uno participaron cerca de 50 personas) y en ellos no se demostró la eficacia del fármaco.

¿Podría Phoenix Biotechnology vender la oleandrina como un complemento alimenticio de venta libre?

Tal vez. Y por eso este compuesto se ha convertido en un tema polémico esta semana.

Whitney señaló que espera que Phoenix Biotechnology pueda probar el medicamento en hospitales con personas infectadas con el coronavirus. Pero también pretende vender los extractos como un complemento alimenticio de venta libre. Para poder vender las vitaminas, las pastillas para bajar de peso, la melatonina y otros complementos alimenticios no se requiere que pasen por el proceso de evaluación de medicamentos de la Administración de Alimentos y Medicamentos.

Esta no es la primera vez que han atacado a Lindell por exagerar las virtudes científicas de un producto. Su empresa ha afirmado que sus almohadas pueden curar el insomnio y la apnea del sueño. En algún momento, la compañía afirmó en un anuncio que sus almohadas habían sido probadas en un estudio aleatorio controlado con placebo. “Un estudio clínico del sueño lo señala: ‘¡El 78 por ciento de las personas mostraron mejoría en su calidad de sueño!’”.

Luego de una demanda interpuesta por abogados de California y una investigación emprendida por Truthinadvertising.org, la empresa dejó de hacer esas afirmaciones. Al final resultó que el estudio no había contado con un grupo controlado con placebo y no había sido verificado científicamente. No existía prueba alguna de que las almohadas de Lindell sirvieran para curar trastornos del sueño.

Cuando le preguntaron en CNN sobre esta demanda, Lindell señaló: “Me han combatido con demandas infundadas en las que he tenido que llegar a un acuerdo porque apoyé al presidente más extraordinario que ha tenido este país en toda su historia”.

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