El presidente, Jair Bolsonaro, ha pedido a los dueños de los supermercados que muestren “patriotismo” y “mantengan su margen de beneficio lo más bajo posible”.
Los frijoles negros subieron casi un 30%, la carne vacuna cerca de 40%: los brasileños se enfrentan a un aumento vertiginoso de los precios de los alimentos, causado por las exportaciones récord a China y una fuerte demanda interna.
Este repunte, en medio de la crisis económica y social provocada por la pandemia de nuevo coronavirus, ha llevado al presidente, Jair Bolsonaro, a pedir a los dueños de los supermercados que muestren “patriotismo” y “mantengan su margen de beneficio lo más bajo posible”.
La inflación (índice IPCA) medida por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) ha sido de sólo 0,7% desde el inicio del año, pero el rubro alimentos se ha disparado un 6,10%.
Entre los alimentos básicos de la dieta diaria en Brasil, el precio del arroz ha subido un 19,3%, los frijoles negros 28,9%, la harina de maíz 8,1% y el aceite de soja 18,6%.
En cuanto a las proteínas animales, según la Fundación Getúlio Vargas (FGV), la carne de vacuna aumentó un 38%, la de pollo y los huevos un 7,5% y la porcina un 19,4% entre septiembre de 2019 y agosto de 2020.
– Apetito chino –
La escalada se explica sobre todo por el creciente apetito de los compradores extranjeros, y en particular de China, en un contexto de fuerte depreciación del real brasileño frente al dólar (-36% en un año) y de la guerra comercial entre Pekín y Washington, que lleva al gigante asiático a comprar más en Brasil.
Se espera que la cosecha de soja y maíz, de los que Brasil es el primer y tercer productor mundial respectivamente, alcance niveles históricos este año, pero eso no aliviará la situación del mercado interno.
La fuerte demanda externa “redujo la oferta de estos alimentos en el mercado brasileño”, debido a que los agricultores prefieren exportarlos, dijo a la AFP André Braz, economista de FGV.
Las exportaciones de soja brasileña a China aumentaron un 29,5% entre enero y agosto en comparación con el mismo período del año pasado, según datos del Ministerio de Economía. La cosecha de ese grano debería tener un incremento de 4,3% este año.
Al mismo tiempo, el alza de precios de los granos y las oleagiosas ha provocado mayores costos de producción para los ganaderos, que alimentan las vacas, pollos y cerdos con harina de soja y de maíz.
“La disminución del rebaño bovino brasileño en los últimos dos años” y la creciente demanda de China también han presionado los precios de esta proteína animal, explica Thiago Bernadino, del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada de la Universidad de Sao Paulo (Cepea).
El vicepresidente Hamilton Mourao atribuyó el miércoles el aumento del precio de los alimentos al alza del consumo interno, debido a la ayuda de emergencia de 600 reales (unos 115 dólares) que el gobierno dio desde abril a los más pobres para lidiar con la pandemia, reducida a la mitad en septiembre.
“El dinero que el gobierno inyectó en la economía fue mucho más del que la gente está acostumbrada”, dijo.
– Confinamiento –
Sin embargo, los expertos relativizan este factor.
“Al inicio del aislamiento social, se aceleró la demanda de alimentos para preparar en casa, como el frijol, cuya cosecha estaba mal en ese momento. Después, la ayuda de emergencia estimuló la demanda, pero no es solo eso lo que explica el aumento de precios”, dice Braz.
En cuanto al arroz, “su consumo había disminuido, lo que provocó una caída en el precio y en la oferta. El sector se encontraba cerca del equilibrio, pero con el inicio de la pandemia hubo un tirón de demanda con las existencias reducidas”, apunta Lucilio Alves, investigador de Cepea.
“El problema es que el gobierno está abandonando su política de reservas reguladoras, que permiten intervenir en caso de un fuerte aumento de la inflación”, señala Enori Barbieri, vicepresidente de la Federación Agraria del Estado de Santa Catarina (sur).
Barbieri considera que la exención de impuestos a las importaciones de arroz, anunciada el jueves, no impactará mucho en el precio en los supermercados, porque la devaluación del real ha encarecido las compras al exterior.