Casi una tercera parte de los pacientes hospitalizados con COVID-19 presentó algún tipo de alteración de las funciones mentales (desde confusión hasta delirio y reacciones ausentes) en el estudio más grande que se ha hecho hasta la fecha sobre síntomas neurológicos entre pacientes con coronavirus en un sistema hospitalario de Estados Unidos.
Los pacientes con funciones mentales alteradas obtuvieron resultados médicos significativamente peores, según el estudio, publicado el lunes en Annals of Clinical and Translational Neurology. El estudio analizó los expedientes de los primeros 509 pacientes hospitalizados por coronavirus, del 5 de marzo al 6 de abril, en diez hospitales del sistema de salud Northwestern Medicine en el área de Chicago.
Estos pacientes tuvieron una estancia en el hospital tres veces más larga que los pacientes sin funciones mentales alteradas.
Después de ser dados de alta, solo el 32 por ciento de los pacientes con alteración a las funciones mentales fueron capaces de realizar actividades cotidianas como cocinar y pagar sus facturas, señaló Igor Koralnik, autor principal del estudio y jefe del departamento de enfermedades neuroinfecciosas y neurología global en Northwestern Medicine. Por el contrario, el 89 por ciento de los pacientes que no presentaron funciones mentales alteradas fueron capaces de realizar esas actividades sin ayuda.
Los pacientes con funciones mentales alteradas (el término médico es encefalopatía) también tenían probabilidades casi siete veces más altas de morir que aquellos que no tenían ese tipo de problema.
“La encefalopatía es un término genérico que significa que algo anda mal en el cerebro”, comentó Koralnik. La descripción puede incluir problemas de atención y concentración, pérdida de la memoria a corto plazo, desorientación, estupor e “inconsciencia profunda” o un nivel de conciencia similar a un coma.
“La encefalopatía se asoció con los peores resultados clínicos en cuanto a la capacidad de autocuidado después de salir del hospital, y también notamos que se asocia con una mortalidad mayor, independientemente de la gravedad de su enfermedad respiratoria”, dijo.
Los investigadores no identificaron una causa para la encefalopatía, que puede presentarse en otras enfermedades, en especial en pacientes mayores, y puede desencadenarse con varios factores diferentes, entre los que están la inflamación y los efectos en la circulación sanguínea, señaló Koralnik, quien también supervisa la Clínica Neuro COVID-19 en el Hospital Northwestern Memorial. Hasta ahora hay muy poca evidencia de que el virus ataque las neuronas de manera directa , y la mayoría de los expertos señala que es probable que los efectos neurológicos sean desencadenados por respuestas inflamatorias y del sistema inmunitario que a menudo afectan otros órganos, además del cerebro.
“Este trabajo indica, sobre todo, que la encefalopatía intrahospitalaria puede predecir peores resultados”, afirmó Serena Spudich, jefa de infecciones neurológicas y neurología global de la Escuela de Medicina de Yale, quien no participó en el estudio. Ese hallazgo también sugeriría que los pacientes hospitalizados con funciones mentales alteradas “podrían beneficiarse de una supervisión más estrecha tras el alta o la rehabilitación”, añadió.
En el estudio, era más probable que los 162 pacientes con encefalopatía fueran mayores y de sexo masculino. También eran más propensos a padecer afecciones médicas preexistentes, como antecedentes de cualquier trastorno neurológico, cáncer, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades renales crónicas, diabetes, colesterol elevado, insuficiencia cardíaca, hipertensión o tabaquismo.
Algunos expertos señalaron que el presidente Donald Trump, quien fue hospitalizado con COVID-19 en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed el viernes, tiene la edad y el sexo de los pacientes del estudio que tenían mayores probabilidades de desarrollar funciones mentales alteradas y, por lo tanto, podría tener un riesgo mayor de padecer esos síntomas. También tiene antecedentes de colesterol alto, una de las enfermedades preexistentes que parecen aumentar el riesgo, pero los médicos del presidente no han dado indicios de que haya presentado ningún síntoma neurológico; la Casa Blanca ha publicado vídeos de él hablándole al público sobre lo bien que se sentía. Trump volvió a la Casa Blanca el lunes por la noche.
Koralnik advirtió que se debe tener cautela al sacar conclusiones del estudio respecto al estado de salud de Trump. “Creo que debemos ser cuidadosos al tratar de atribuirle un riesgo a una persona con base en este estudio retrospectivo”, señaló. “Necesitamos tener más información sobre los registros de salud de esa persona en particular, los cuales no son públicos”.
Las funciones mentales alteradas no fueron la única complicación neurológica se que descubrió en el estudio de Northwestern. En general, el estudio reveló que el 82 por ciento de los pacientes hospitalizados presentó síntomas neurológicos en algún momento del curso de la enfermedad, desde el inicio de los síntomas hasta la hospitalización. Ese es un índice más elevado que el que se ha informado en estudios realizados en China y España, pero los investigadores aseguran que puede deberse a factores genéticos o que es probable que los hospitales de Northwestern hayan tenido más tiempo para identificar problemas neurológicos porque no estaban tan saturados de pacientes como los demás hospitales.
“Este es un estudio relevante, ya que las complicaciones neurológicas de la infección parecen ser frecuentes y en muchos casos duraderas, pero aún no han recibido mucha atención”, afirmó Avindra Nath, jefe del departamento de infecciones del sistema nervioso en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos, quien no participó en el estudio.
En lo que respecta a los síntomas neurológicos, alrededor del 45 por ciento de los pacientes presentó dolor muscular y aproximadamente el 38 por ciento, dolor de cabeza. Cerca del 30 por ciento reportó mareos. Un porcentaje menor tuvo trastornos del gusto o del olfato.
Los pacientes más jóvenes fueron más propensos a desarrollar síntomas neurológicos en general, a excepción de la encefalopatía, que fue más común en las personas mayores, de acuerdo con el estudio. Los investigadores especularon que los pacientes más jóvenes podrían haber sido más propensos a buscar atención hospitalaria debido a síntomas como dolor muscular, dolor de cabeza o enfermedad, o que quizá los médicos prestaban más atención a esos síntomas en las personas más jóvenes porque les preocupaba menos su riesgo de padecer una insuficiencia respiratoria.
Alrededor de una cuarta parte de los pacientes presentaron problemas respiratorios de gravedad suficiente como para requerir que los conectaran a respiradores, mientras que la gravedad del resto se consideró moderada y fueron tratados en cuidados intensivos o en un pabellón dedicado a COVID-19.