En un TikTok grabado en agosto afuera de un centro de salud para mujeres en Charlotte, Carolina del Norte, suena la versión sin censura de la absurda canción de rap de mediados de los noventa “Short, Short Man”, de Gillette: “Eenie weenie teenie weenie shriveled little short, short man” (“Hombre bajito, chiquito, pequeñito, ajado y sequito”).
La cámara se enfoca en un hombre blanco de mediana edad con lentes de sol que sostiene un cartel que retrata lo que parece ser un feto con la palabra “aborto”. La descripción del video dice: “No se preocupen, la canción estaba a todo volumen para que él pudiera escucharla :-)”.
Este es solo uno de una serie de videos virales realizados por Alex Cueto, de 19 años, una defensora de clínicas de aborto para la organización Charlotte for Choice. Publica videos de sus enfrentamientos con manifestantes contra el aborto en TikTok como @alexthefeminist, y son vistos por una inmensa audiencia. El video de la canción de rap, que se filmó afuera de un centro de salud para mujeres conocido como A Preferred Women’s Health Center (APWHC, por su sigla en inglés), tiene más de 4 millones de vistas.
Es más conocido el TikTok en el que Cueto recita la letra del éxito obsceno de Cardi B y Megan Thee Stallion “WAP”, mientas un opositor al aborto lee la Biblia afuera de la clínica.
“Tratamos a estos manifestantes como si fueran un chiste”, dijo Cueto en una entrevista. “No les damos ese aire de superioridad moral”.
Cueto, que creció en Carolina del Sur y ahora vive en Charlotte, forma parte de los activistas de la generación Z que usan las redes sociales para mover a la acción a sus contemporáneos. “Todos los días, hago una publicación sobre el hecho de que soy proelección”, afirmó Michaela Brooke, de 19 años, estudiante de la Universidad de Alabama, campus Birmingham y activista con Advocates for Youth, una organización sin fines de lucro que moviliza grupos de jóvenes en torno a causas de salud reproductiva. Brooke dijo que publica recursos educativos, así como información sobre oportunidades para organizarse.
Muchos de estos activistas llegaron a la mayoría de edad en estados del Sur y el Medio Oeste del país con restricciones considerables al aborto. Katie Greenstein, de 17 años, que prefiere identificarse con pronombres de género neutro y vive en Wildwood, Misuri, dijo que se unió a NARAL Pro-Choice Missouri, la oficina local de un grupo de defensa del derecho al aborto, después de que Misuri prohibió el aborto tras la octava semana de gestación en 2019 (la ley fue bloqueada más tarde por un juez federal).
Aun así, “el aborto es inaccesible debido a varias obstrucciones promulgadas” en Misuri, afirmó Greenstein. Estas incluyen un periodo de espera de 72 horas y una prohibición al uso de servicios de telesalud para orientar a aquellas personas que desean abortar con medicamentos. “Me hizo querer luchar”, dijo Greenstein.
Evadiendo la vergüenza
El movimiento moderno a favor del derecho al aborto se originó en el movimiento por los derechos de las mujeres de los años sesenta, explicó Alesha Doan, de 48 años, profesora de la Universidad de Kansas y autora de “Opposition and Intimidation: The Abortion Wars and Strategies of Political Harassment”. En sus inicios, las activistas trabajaban para que se aprobaran leyes a nivel estatal, y hablaban de sus experiencias en grupos de concientización, relató Doan.
Después de que el dictamen del caso Roe contra Wade se convirtió en una ley federal en 1973, el movimiento provida comenzó a formarse y adoptó tácticas que alguna vez usaron los proponentes del derecho al aborto. No se puede hablar sobre un grupo sin hablar del otro, dijo Doan: “Coexisten, aprenden uno del otro, y responden y reaccionan a las acciones del otro”.
Las escoltas de las clínicas —voluntarios que se quedan afuera de las clínicas y ayudan a las pacientes a entrar sin incidentes— no eran de rigor sino hasta finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, explicó Shoshanna Ehrlich, de 64 años, profesora de Estudios de Mujeres, Género y Sexualidad en la Universidad de Massachusetts Boston. “Eso realmente aumentó con mucha fuerza en respuesta al incremento de violencia” por parte de los opositores al aborto, afirmó, lo cual derivó en el asesinato de varios médicos que realizaron abortos, así como otros empleados de clínicas.
La filosofía rectora para las escoltas de las clínicas siempre ha sido no ser beligerantes, dijo Ehrlich; consideran que su función es más como ser un escudo humano, pues protegen a los clientes con sus cuerpos, sino es que con sus palabras.
Sin embargo, aunque las escoltas en general siguen adoptando un enfoque no polémico al momento de lidiar con los manifestantes contra el aborto, los llamados defensores, como Cueto, actúan más como contramanifestantes.
El ascenso de los defensores refleja el ascenso de las protestas contra el aborto al exterior de las clínicas. De acuerdo con un informe de la Federación Nacional del Aborto, hubo más de 6000 incidentes de piquetes antiborto en las clínicas en 2010, y más de 100.000 incidentes en 2019. Los incidentes de invasión a la propiedad privada también han aumentado de manera considerable en el transcurso de una década.
Y desde que comenzó la pandemia, “hemos visto un incremento en el hostigamiento, los intentos de invasión a las clínicas y las personas que llegan a gritar y protestar sin cubrebocas”, dijo Katherine Ragsdale, de 62 años, presidenta y directora ejecutiva de la Federación Nacional del Aborto.
Aquí es donde han intervenido los defensores de clínicas y otros contramanifestantes más antagonistas. En general, los activistas jóvenes “están oponiendo resistencia con una voz mucho más categórica”, dijo Alexis McGill Johnson, de 48 años, presidenta del fondo de acción de Planned Parenthood.
Aunque la generación Z no es el primer grupo en emplear tácticas estridentes y sin pelos en la lengua —algunas activistas y escritoras mayores, como Katha Pollitt, han promovido estas ideas desde hace años— quizá sí lo están haciendo en mayores cantidades.
Hay cierta evidencia de que un porcentaje un poco mayor de estadounidenses de la generación Z apoya el derecho al aborto que generaciones previas, y que quienes apoyan el aborto se sienten más comprometidos con defenderlo, comentó Natalie Jackson, directora de investigación del Public Religion Research Institute, una organización sin fines de lucro y encuestadora apartidista.
Según el sondeo más reciente de la organización, desde 2019, el 59 por ciento de los estadounidenses de 18 a 29 años dicen que el aborto debería ser legal en todos los casos, o en la mayoría, en comparación con el 57 por ciento del mismo grupo etario en 2014. “Otros grupos etarios no han cambiado mucho desde 2014”, señaló el informe.
Un cambio de estrategia
Calla Hales, de 30 años, directora ejecutiva de A Preferred Women’s Health Center en Charlotte, ha notado que se ha disparado el número de activistas antiaborto que se organizan afuera de la clínica desde 2015. Ella conoce bien la historia del APWHC, ya que sus padres emprendieron la red de clínicas en 1999 en Raleigh, Carolina del Norte.
Antes de 2015, “en un día entre semana, veíamos de cinco a diez manifestantes, y los fines de semana, de 20 a 30”, relató Hales. En los últimos cinco años, ha habido caminatas de oración todos los sábados afuera de la clínica de Charlotte, organizadas por un grupo llamado Love Life que convocan hasta 5000 opositores según los cálculos de su clínica, afirmó Hales.
“En años pasados, hemos organizado a varios miles de personas que se reúnen a rezar, alabar y celebrar la vida”, dijo Josh Kappes, director de desarrollo urbano para Love Life. “Este año hubo mucho menos movimiento debido a la COVID”.
“Este año, continuamos nuestras caminatas de oración al aire libre y ofrecimos cubrebocas y desinfectante para manos en cada ciudad participante”, explicó. “Love Life exhortó enérgicamente a respetar el distanciamiento social y los cubrebocas donde estas medidas eran obligatorias. También alentamos la participación virtual para los familiares, personas mayores y comunidades en riesgo de contagio comunitario”.
En marzo, cuatro hombres miembros de la organización Love Life fueron acusados de violar el mandato de quedarse en casa en Greensboro, Carolina del Norte. Hales, de la clínica, dijo que no era raro ver a 90 activistas antiaborto reunidos afuera de la clínica en un día cualquiera a principios de este año, cuando las restricciones de confinamiento por el coronavirus en el estado eran mucho más estrictas.
Los periódicos locales como The Charlotte Observer y The Queen City Nerve han dado cobertura a los enfrentamientos entre los defensores del derecho al aborto y los manifestantes provida afuera del APWHC durante años. Muchos implican disputas por las normas relacionadas con el nivel del ruido. Los manifestantes provida han acampado en el terreno de al lado del centro de salud para poder “orientar a sus oradores hacia la clínica sin necesidad de obtener un permiso para hacer ruido aprobado por la ciudad”, según un reportaje de The Observer. En noviembre, el grupo antiaborto Cities4Life recibió una orden de consentimiento de un juez federal que les permite a los manifestantes acercarse a los autos que entran y salen por el acceso de la clínica. Cities4Life no respondió a una petición de realizar comentarios.
Hales dijo que sus padres “eran muy del estilo de quedarse callados, una estrategia que favorecen muchos proveedores de servicios de aborto”, que consistía en no enfrentar a esos manifestantes provida. “Eso ya no funciona cuando se apropian del terreno contiguo y vienen en manada”.
Mencionó que 2020 también fue el primer año en el que grandes cantidades de adolescentes y personas de veintitantos años se organizaron afuera de su clínica. Una estratega de medios para Charlotte for Choice que decidió no revelar su nombre por miedo al hostigamiento de los manifestantes provida, dijo que desde que Cueto y otros empezaron a publicitar la labor de la organización con respecto al suministro de defensores y escoltas, la cifra de voluntarios se ha triplicado de 50 a 150.
Pero no todos están contentos con las nuevas estrategias. Un puñado de miembros del consejo renunciaron a su cargo en Charlotte for Choice como respuesta a las tácticas más beligerantes utilizadas por los defensores de la clínica este año, comentó Angela Blanken, de 42 años, miembro fundador del consejo que también renunció.
Si bien los manifestantes provida siempre han sido escandalosos, Blanken dijo que tener contraprotestas solo generaba más caos y hacía que la experiencia fuera peor para las pacientes. “Solo hace más ruido exterior mientras estás en tu cita médica”, dijo. En referencia a las pacientes, agregó: “Ellos no saben quién está de su lado y quién está en su contra”.
Hales no está de acuerdo con el argumento de que la experiencia de la paciente se ha visto perjudicada. “Como la directora ejecutiva de la clínica, estoy más enterada de los pormenores de la clínica, y ese no ha sido el caso”, afirmó.
Cueto cree que los métodos antagonistas son más eficaces porque alejan la atención de las pacientes. “Nos aseguramos de que la atención esté en nosotros, que discutan con nosotros, que vean cuán malos somos, y que no se concentren en tratar de gritar por encima de los arbustos y decirles a las pacientes que están asesinando a su bebé y que van a arder en el infierno”, concluyó.