Ricardo Hurtado recuerda el primer acto heroico de auxilio de parte del amigo Ascanio Arosemena hacia su persona.
Ricardo Hurtado, el primer herido durante la gesta patriótica del 9 de enero de 1964, recuerda, con mucho dolor, el último acto de auxilio de su amigo, del primer mártir, Ascanio Arosemena, cuando en sus brazos, al verlo herido, lo ayudó para que se trasladara al hospital.
Hurtado, relata, que ese 9 de enero, a eso de las 6:30 de la tarde, se trasladaba con un grupo de aguiluchos, hacia la escuela Superior de Balboa, con la intención de rescatar a los otros estudiantes que se mantenían en ese lugar.
Recuerda que una “turba de policías zoneitas” los iba correteando. “Estábamos por el área del Triángulo Shaler, cuando vimos a un estudiante que se separó del grupo, portando una banderita tricolor, y que pretendía cruzar la alambrada”.
“Le dije a los otros, ese muchacho no va a llegar allá”, lo cual lo llevó a colocarse a su lado por si se caía o lo tumbaban. Dice que cuando estaban encajados en alambrada, ya tenía a un grupo de policías al frente, de rodillas y listos para dispararles, de hecho, ya estaban disparando, esto frente al antiguo hotel Tívoli.
Dice que uno de ellos alzó “una bazuca” y se las dirigió. El estudiante José Arana, que estaba a su lado, le gritó: “cuidado, que nos van a disparar”.
Ricardo rememoró que, “en ese momento sentí el fogonazo. Era una granada fragmentaria que estalló cerca de mi espalda y rostro. Quedé envuelto en ese gas asfixiante y por el gas caí al lado de la alambrada”. Su amigo de infancia, Ascanio Arosemena, estaba a unos pasos “y cuando me vio, aún en medio de los disparos, que hizo que todos corrieran a guarecerse detrás de la calle contigua a la Asamblea Nacional, Ascanio, con valentía, me recoge, monta sobre su hombro y me saca de allí”.
“Y me gritaba, estás herido, tienes sangre”, y “le dije que no podía ver”. En ese momento él le manifestó que lo llevaría para el hospital, y lo sacó. En el Triángulo Shaler, estaba el grueso del estudiantado y parte del pueblo de El Chorrillo, Calidonia y Santa Ana.
Lo llevaron cerca a la piquera de la línea de buses SACA, que usaban los trabajadores panameños para trasladarse a la Antigua Zona del Canal. Rememora, que nadie lo quería llevar, pero que su amigo institutor de sexto año, hoy en día médico, Rimsky Sucre, se brindó a llevarlo y se subieron a una ‘chivita´ de madera, que existía en esa época.
Dice que Ascanio no lo acompañó hasta el hospital, que se bajó de la ‘chiva’ y continuó con las manifestaciones. Después le contó Robinson Hernández, otro compañero, que también había sido lesionado, que habían herido mortalmente, a Ascanio Arosemena.
“Yo me encontraba en el hospital, me estaban curando las esquirlas que tenía en el rostro, me ponían gotas en los ojos, cuando escuché un tropel de gente que estaba entrando a la sala de urgencia del hospital. Y los médicos me preguntaron si creía que vendrían más heridos al hospital y le respondí que allá había mucha gente y les estaban disparando”, añadió.
En su relato, recordó que el médico de turno pasó la voz y pidió que todos los médicos residentes se apersonaran a la sala de urgencias del hospital. Escuchó algunas voces, cuando vio que metieron a Ascanio, “y lo pusieron a mi lado”. Venía el hermano, y me dijo: “a Ascanito lo mataron”.
Entonces, Ricardo entró en forcejeó con los médicos, porque quería ver a Ascanio, pero lo empujaron y sedaron. Esa fue la última vez que vio a su amigo de infancia, y héroe, Ascanio Arosemena.
“Después de 57 años de lucha y de haber liberado, a través de los Tratados Torrijos – Carter de 1977 y levantar la última estaca colonialista, el 31 de diciembre de 1999, la reversión ha sido un poco desdibujada, porque los grupos políticos y los gobiernos de turno, han estado haciendo muchas cosas, inclusive, pienso, a espaldas de los que estuvimos en esa jornada heroica del 64”, señaló Ricardo Hurtado.
Considera que nunca se les han llamado para escucharlos o pedirles alguna opinión sobre algún tema relacionado con las Áreas Revertidas, que después fueron repartidas al mejor postor, porque las subastaron todas por encima de la sangre de los mártires.
“Se volvió una especie de venta de tierras que todavía hacen, y los espacios verdes, los grandes bosques, parece que les molesta, aun siguen vendiéndose, a sabiendas que esas aguas son el primer recurso de la Vía Interoceánica”, afirmó.
El dirigente estudiantil del 64 indicó que estas tierras recogen, a través de sus bosques, la humedad y el agua, es lo que nos hace valer a nivel mundial, porque es uno de los lugares donde más agua cae. Ayuda a que, enormes barcos puedan navegar por esos lagos artificiales.
“Estamos muy sentidos -reiteró Hurtado- porque no se ha puesto una policía para cuidar esas áreas que son de vital importancia para la vida del Canal, tan así, que se dice a nivel mundial que Panamá despegó después del año 2000, porque los recursos del Canal han estado inyectándole miles de millones de dólares, anualmente, a la economía panameña, pero no las sabemos cuidar”.
Por otro lado, manifestó que no se ha hecho un reparto equitativo y transparente, y que tampoco se puede decir que esta escuela u hospital, ha sido producto de la lucha de los mártires de enero.
“Espero seguir en esta lucha y poder, algún día, como panameño, sentir que la misma no fue en vano”, puntualizó.
También pide se rinda homenaje a Emilio Gastelú, por su valentía al tomar la fotografía que diera la vuelta al mundo, cuando estudiantes, el 9 de enero de 1964, cruzaban la cerca con la bandera tricolor, en la vía que hoy lleva el nombre de Avenida de los Mártires.