Los datos aún no han sido revisados por pares ni publicados. La compañía espera presentar los hallazgos en una reunión futura de profesionales médicos y publicarlos en una revista arbitrada, pero no dijo cuándo.
Un experimento inusual para evitar que el personal y los residentes de un asilo de ancianos se infectaran de coronavirus ha tenido éxito, anunció el jueves la farmacéutica Eli Lilly.
Un medicamento que contiene anticuerpos monoclonales —neutralizadores cultivados en laboratorio que combaten los virus— evitó infecciones sintomáticas en los residentes que estuvieron expuestos al virus, incluso en las personas mayores y frágiles que son más vulnerables, de acuerdo con los resultados preliminares de un estudio realizado en asociación con los Institutos Nacionales de Salud.
Los investigadores encontraron una reducción del 80 por ciento en infecciones entre los residentes a los que se les había administrado el fármaco, en comparación con los que recibieron un placebo, y hubo una reducción del 60 por ciento entre los miembros del personal. Estos resultados son considerables en términos estadísticos, afirmó Eli Lilly.
Los datos aún no han sido revisados por pares ni publicados. La compañía espera presentar los hallazgos en una reunión futura de profesionales médicos y publicarlos en una revista arbitrada, pero no dijo cuándo.
En el estudio participaron 965 personas: 666 miembros del personal de un asilo de ancianos y 299 residentes. (La compañía había esperado que más residentes participaran, pero resultó difícil reclutarlos; muchos tenían demencia senil y a otros les daba desconfianza que les administraran un medicamento vía intravenosa).
Hubo cuatro decesos por COVID-19 entre los participantes del estudio, pero todas las pérdidas fueron de los residentes del asilo que recibieron el placebo, no el fármaco.
El medicamento, llamado bamlanivimab, ya tiene una autorización de uso de emergencia de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por su sigla en inglés), que le permite a Eli Lilly ofrecerlo a pacientes sintomáticos al inicio de su infección.
Pero este estudio se preguntó si el fármaco podía detener infecciones desde antes. Fue un experimento inusual: en camiones equipados con laboratorios móviles, el personal médico se apresuraba a los asilos en el momento en que se detectaba una sola infección en el lugar. Tan pronto como llegaban los trabajadores, instalaban centros temporales de infusión para administrar el medicamento.
La investigación concluyó este fin de semana con una reunión de emergencia de la junta de seguridad y monitoreo de datos, un grupo independiente que monitorea los resultados que van llegando. Los datos eran sólidos y lo suficientemente convincentes como para pedir que se dejaran de administrar los placebos.
“Me quedé con la boca abierta cuando vi la tabla de resultados”, comentó Myron Cohen, profesor de medicina en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill y uno de los investigadores principales que ayudó a diseñar e implementar el estudio.
Aunque el estudio ha concluido, Daniel Skovronsky, director científico de Eli Lilly, dijo que la empresa continuaría yendo a toda prisa a los asilos que están dentro de su red de estudio cuando se detecte un brote. “Todos van a recibir el medicamento”, dijo.
Los expertos que no formaron parte del estudio mostraron entusiasmo, pero recalcaron que aún no tenían acceso a datos completos. “Aquí solo veo cosas positivas”, comentó Ofer Levy, director del programa de precisión en vacunas del Boston Children’s Hospital. “Esto es un triunfo”.
Kathleen Neuzil, directora del Centro de Desarrollo de Vacunas y Salud Global, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, también se mostró emocionada
“El efecto en la tasa de letalidad es sorprendente”, dijo, y añadió que el medicamento debía usarse de manera más generalizada para prevenir y tratar el COVID-19, “sobre todo en poblaciones como los residentes de asilos, que tienen altas tasas de letalidad y podrían tener reacciones deficientes a las vacunas”.
Desde luego que las vacunas también protegen a las personas de contraer el virus, y el personal y los residentes de asilos formaron parte del primer grupo al que se le dio prioridad para recibirlas. Pero los suministros escasean, y muchos empleados de asilos no han querido vacunarse por temor a estas.
Además, después de la vacunación podrían necesitarse seis semanas para que el cuerpo produzca suficientes anticuerpos para una protección máxima, sostuvo Srilatha Edupuganti, investigadora de vacunas en la Universidad Emory, en Atlanta y una de las investigadoras del estudio.
Ella explicó que el tratamiento con anticuerpos monoclonales puede dar una protección casi equivalente al instante, aunque no será tan duradera como la protección que proporciona una vacuna.
Eli Lilly tiene planeado hablar con la FDA sobre la autorización de uso de emergencia del medicamento, a fin de evitar infecciones en las poblaciones mayores y más frágiles, sobre todo para las personas que viven en asilos o centros de cuidados prolongados, comentó Skovronsky.