Si has tenido una presión arterial normal durante cinco o más décadas, hay un 90 por ciento de probabilidades de desarrollar hipertensión a medida que envejeces. Importante modificar los hábitos de riesgo como el consumo de sal en la alimentación y el exceso de peso.
La hipertensión sigue siendo una de las principales causas de muerte y discapacidad en Estados Unidos. Casi la mitad de los adultos padecen de presión arterial alta y solo una cuarta parte de ellos la tienen controlada, lo que los expone a un mayor riesgo de sufrir un infarto, un accidente cerebrovascular, demencia, enfermedades renales y otros padecimientos.
Antes de la pandemia de coronavirus, la hipertensión ocasionaba o contribuía a que se produjeran más de medio millón de fallecimientos al año en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Lo más probable es que esas cifras hayan aumentado, ya que las lecturas de la presión arterial se dispararon durante la pandemia.
Es posible que durante mucho tiempo hayas pensado que tu presión arterial estaba dentro de los límites normales, pero en 2017, con base en mejores datos a largo plazo, los expertos redujeron las cifras que indican una presión arterial saludable, lo que provocó que una mayor proporción de la población presentara esta enfermedad de riesgo. Se reconoció que el antiguo límite superior de la presión arterial “normal”, que antes se creía que era de 140/90 mmHg, era demasiado elevado para prevenir problemas de salud graves con el tiempo. El actual límite superior normal es de 130/80, y una presión arterial que se encuentra constantemente por arriba de 120/80 ahora se considera problemática.
Hay muchas razones que explican el índice elevado de hipertensión no controlada (el término médico para la presión arterial alta) en Estados Unidos. El sobrepeso y, en muchos casos el consumo excesivo de sal, encabezan la lista, seguidos del consumo irregular de los medicamentos recetados por los médicos y la negación a adoptar un estilo de vida capaz de reducir la presión arterial elevada.
Ahora, un estudio nuevo ha puesto de manifiesto otro problema (que con frecuencia los pacientes desconocen y los médicos pasan por alto) que podría complicar el tratamiento de la hipertensión y engrosar las filas de hipertensos no controlados: la gran cantidad de medicamentos y suplementos que toman las personas, algunos de los cuales pueden elevar la presión arterial y minar los beneficios de un tratamiento que de otro modo sería eficaz.
En el estudio participaron 27.599 adultos, de los cuales el 35,4 por ciento tenía hipertensión no controlada, quienes formaban parte de las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición. Las encuestas periódicas, conocidas como La Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por su sigla en inglés) y que hacen un seguimiento de la salud de una muestra representativa de estadounidenses, revelaron que muchas personas tomaban medicamentos y otras sustancias que podían elevar una presión arterial que de otro modo sería normal, o limitar la eficacia del tratamiento prescrito para reducir la presión arterial alta.
Los investigadores informaron que, entre los adultos de la encuesta, el 17,5 por ciento cuya hipertensión no estaba controlada de manera adecuada tomaba medicamentos recetados que pueden elevar la presión arterial; y el 18,5 por ciento de los participantes con hipertensión tratada de manera efectiva también tomaba esos fármacos, lo que sugiere que algunas de estas personas tal vez no necesitan un tratamiento para la presión arterial.
El estudio se publicó en línea en noviembre en JAMA Internal Medicine. Su autor principal, Timothy Anderson, médico de atención primaria en el Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston, dijo que él y sus colegas tenían la esperanza de poder alertar a más médicos y pacientes sobre las formas en que los medicamentos u otras sustancias podrían estar contribuyendo a elevar la presión arterial. Lo más útil sería generar mayor conciencia antes de que a los pacientes se les receten medicamentos para reducir la presión arterial o se les administren fármacos más potentes para mejorar la eficacia del tratamiento actual.
En el caso de algunos padecimientos no relacionados con la hipertensión, el cambio a un medicamento diferente podría hacer que la presión arterial elevada del paciente volviera a la normalidad. Por ejemplo, los autores del estudio sugirieron que las mujeres que toman un anticonceptivo oral con estrógenos, que en ocasiones eleva la presión arterial, podrían cambiar a un anticonceptivo que solo tenga progestina o no sea hormonal. Del mismo modo, quienes toman antiinflamatorios no esteroides (AINE) para controlar el dolor podrían utilizar acetaminofén.
Hay una larga lista de medicamentos recetados, así como fármacos de venta libre y sustancias y suplementos de uso recreativo, que pueden interferir con el tratamiento eficaz de la hipertensión. Además de los fármacos que contienen estrógenos y los AINE, la lista incluye medicamentos de uso extendido, como los antidepresivos y los esteroides orales como la cortisona; sustancias como la nicotina, el alcohol y la cocaína; suplementos herbales como el regaliz o el ginseng; y, por supuesto, la sal. También la cafeína llega a elevar la tensión arterial a corto plazo en algunas personas.
Cuando los médicos no les preguntan a los pacientes qué otras cosas están tomando, usando o consumiendo que puedan influir en la presión arterial (o si los pacientes no mencionan todos los remedios de venta libre, herbales y los medicamentos con receta que toman), podrían recetarles un medicamento para la presión arterial innecesario o más potente que quizá tenga efectos secundarios molestos.
Anderson señaló que a los médicos “se les enseñó a entrevistar a los pacientes en un inicio para ver si tomaban otros fármacos que pudieran elevar la presión arterial, pero no necesariamente se vuelve a examinar a los pacientes para ver si consumen esos fármacos a lo largo del tiempo”. Dijo que era importante que los médicos elaboraran un buen expediente médico, que incluyera lo que ha cambiado en la vida de los pacientes desde que controlaron su presión arterial por última vez.
Para los pacientes con hipertensión que necesiten tomar un medicamento que pueda elevar la presión arterial, Anderson aconsejó utilizar un tensiómetro doméstico. Un aumento repentino de la presión arterial después de empezar a tomar un medicamento nuevo podría ayudar a alertar al médico que lo receta sobre la necesidad de cambiar a un fármaco alternativo, si lo hay.
Incluso si has tenido una presión arterial normal durante cinco o más décadas, hay un 90 por ciento de probabilidades de desarrollar hipertensión a medida que envejeces, lo que hace aún más importante modificar los hábitos de riesgo como el consumo de sal en la alimentación y el exceso de peso mientras estás sano. Incluso una ligera pérdida de peso de 3 kilos puede reducir el riesgo de desarrollar hipertensión y bajar la presión arterial en personas con sobrepeso que ya padecen esta enfermedad.
Otro factor de predicción común es llevar un estilo de vida sedentario. Adoptar un hábito de actividad física regular ayuda a las personas a mantener una presión arterial normal durante toda la vida. Otras medidas eficaces para controlar la hipertensión son dejar de fumar y limitar el consumo de alcohol. “Incluso una ligera reducción del consumo de tabaco y de alcohol puede tener un impacto positivo en la presión arterial”, afirmó Anderson.
Antes de empezar a medicarte para la hipertensión, muéstrale a tu médico una lista de todos los fármacos que tomas (recetados y de otro tipo), y habla de cualquier sustancia problemática, en especial de las cantidades elevadas de sal que consumes o ingieres de manera habitual.