Que nadie haya muerto puede haber sido una sorpresa para el hombre que, según la policía, es el responsable del tiroteo. El día anterior al ataque, James publicó un video en línea en el que decía que muchas veces había querido matar.
NUEVA YORK — El martes por la mañana, dentro de los aproximadamente 69 metros cuadrados de un vagón del metro, un hombre armado desató una lluvia de balas, al disparar a quemarropa contra los pasajeros, que eran víctimas cautivas, en una hora pico.
Aunque el hombre disparó 33 veces con su pistola Glock, solo 10 pasajeros fueron alcanzados por las balas. Otras personas, más de una docena, resultaron heridas, algunas de ellas asfixiadas por el humo de los dos dispositivos que la policía dijo que Frank R. James detonó antes de comenzar a disparar.
Cuando la policía informó sobre la captura de James el miércoles, la ciudad se estabilizó después de un ataque que no tiene precedentes en la historia del metro y, a medida que más víctimas fueron dadas de alta de los hospitales, se hizo hincapié en una verdad notable: ni una sola persona murió.
“No entiendo la física de eso; James está a metros de distancia de las personas con un arma de fuego diseñada para matar personas y nadie murió”, dijo Paul M. Barrett, autor del libro “Glock: The Rise of America’s Gun”. “Creo que es una suerte tremenda o un milagro”.
De alguna manera, la ciudad se salvó. No se pondrán coronas conmemorativas ni velas votivas en la estación de metro de la calle 36 en Sunset Park, Brooklyn, donde ocurrió el ataque, y no habrá funerales a los que asistir.
Ya sea que haya sido el resultado del destino, la fortuna, de una pistola de 9 milímetros defectuosa o mala puntería, lo que quedó claro a medida que surgieron los detalles sobre James, un hombre de 62 años con domicilios en Filadelfia y Wisconsin, es lo grave que podría haber sido el ataque.
James ha sido acusado del delito federal de cometer un acto terrorista en un sistema de transporte público.
Según la policía, cerca de las 8:30 a. m., James se puso una máscara antigás mientras viajaba en un tren de la línea N y dejó caer dos dispositivos que llenaron el vagón de humo. Luego, comenzó a disparar el primero de tres cargadores con capacidad para 30 balas dentro del vagón. Esos cargadores de capacidad extendida son ilegales en el estado de Nueva York.
Después de disparar un cargador completo, James cargó un segundo en su pistola, según un alto funcionario policial con conocimiento del caso, y disparó tres veces más. En ese momento, según la capacidad de los tres cargadores, uno descubierto en el arma, otro en el piso del vagón del metro y el tercero en una mochila, James tenía al menos 57 balas más a su disposición.
Pero el arma se atascó.
“Si esa arma no se atascaba, la probabilidad de que alguien muriese hubiera sido muy alta”, aseguró Paul DiGiacomo, presidente de la Asociación de Dotación de Detectives. “Dios estuvo cuidando ese tren, tengo que decirlo”.
El tipo de desperfecto que ocurrió se conoce como “doble alimentación”, según el alto funcionario policial, y ocurre cuando el extractor del arma no puede quitar la carcasa de una bala que ya se disparó. El siguiente proyectil se extrae del cargador, pero no puede avanzar porque está bloqueado por la carcasa, según Lenny Magill, fundador y director ejecutivo de Glock Store, una empresa con sede en Nashville que vende y distribuye en línea piezas y accesorios de Glock.
Ese tipo de fallas pueden ocurrir cuando los mecanismos internos de un arma están obstruidos con suciedad o cuando se usa un cargador que no es compatible con el arma, dijo Magill. (Los cargadores de alta capacidad de James no fueron fabricados por Glock, según el alto funcionario policial).
James era el cuarto dueño del arma de fuego, según la policía. Esta se vendió nueva en Texas en 2006 y se revendió en Georgia, luego en Massachusetts y finalmente a James, quien la compró legalmente en Columbus, Ohio, en 2011.
La forma en que el pistolero disparó la Glock también podría haber salvado vidas. Varias víctimas, como Hourari Benkada, de 27 años, quien dijo haber estado sentado junto al pistolero en el tren en el momento del ataque, recibieron disparos en las extremidades inferiores. Benkada le dijo a CNN que una bala le había atravesado la parte posterior de la rodilla.
Una bala alcanzó la pierna izquierda de Rudy Pérez, un albañil de 20 años. La ubicación de las lesiones, en las partes inferiores de los cuerpos de las víctimas, podría indicar que el hombre estaba disparando desde la cadera, manteniendo el arma baja, dijo Magill, por lo que su puntería se desvió.
“Afortunadamente, no era una persona hábil con el arma”, agregó Magill.
Varias víctimas fueron tratadas por inhalación del humo de los dispositivos que detonó el pistolero. Los dispositivos llenaron el vagón del tren con vapor mientras los pasajeros se cubrían la cara y luchaban por respirar. Esa niebla también pudo haber salvado vidas, dijo DiGiacomo, al evitar que el atacante viera con claridad a sus propias víctimas.
“Él detonó esas latas que dificultaron que incluso él pudiera verlos”, dijo.
Que nadie haya muerto puede haber sido una sorpresa para el hombre que, según la policía, es el responsable del tiroteo. El día anterior al ataque, James publicó un video en línea en el que decía que muchas veces había querido matar. Y agregó que deseaba poder “ver a la gente morir” justo frente a él.