Una de las fibras naturales más transpirables es el algodón. Pero cultivar suficiente cosecha para 454 gramos de fibra de algodón requiere casi 1325 litros de agua en un buen año, según datos proporcionados por el USDA.
Camisas hechas con el mismo polímero que las bolsas de plástico. Pantalones de mezclilla infundidos con jade triturado. Prendas creadas con tejido computarizado para una ventilación superior, o hechas con tecnología de enfriamiento diseñada para astronautas por la NASA.
A medida que el cambio climático trae olas de calor más intensas, la próxima frontera en la resistencia climática es la ropa que usamos, con innovaciones que prometen refrescar y secar a las masas calientes y sudorosas. Podrían hacer la vida más llevadera para los trabajadores de la construcción, los agricultores, los soldados y quienes no pueden refugiarse en el interior a medida que los días y las noches se vuelven más calurosos.
La ropa diseñada para el calor está pasando de ser un producto de nicho a lo más comercial, comentó Lorna Hall, directora de inteligencia de moda de WGSN, una compañía que rastrea y pronostica las tendencias de consumo.
Sin embargo, la respuesta de la industria al aumento de las temperaturas también ilustra los desafíos de adaptarse al cambio climático. Las opciones más prometedoras tienden a ser las más costosas. Los consumidores deben navegar por afirmaciones confusas o cuestionables. Y las mejoras en un área casi siempre implican compensaciones en otras.
A continuación, un vistazo a algunas de las prendas que ya están disponibles y las que están en camino, además de lo que revelan sobre los desafíos de vestirse para un mundo que se calienta.
Los límites de ponerse menos ropa
De alguna manera, menos es mejor cuando se trata de vestirse para el calor, según George Havenith, profesor de Fisiología Ambiental en la Universidad de Loughborough en Inglaterra.
“Mucha piel desnuda”, afirmó Havenith. “Tiende a hacer una gran diferencia”.
Seamos testigos de la iniciativa para hacer que los pantalones cortos sean ropa de oficina aceptable, o del surgimiento de los pantalones cortos “hoochie daddy”, que se han definido por tener una entrepierna de trece centímetros o menos. O también podemos observar la respuesta de Brad Pitt en el estreno de una película en julio en Berlín en un día de 35 grados Celsius cuando le preguntaron por qué se puso falda: “Por la brisa”, respondió el actor.
Incluso desabrocharse el cuello puede ayudar. Durante una ola de calor este verano, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, pidió a los funcionarios públicos y a los trabajadores del sector privado que dejaran de usar corbatas, lo que, según él, reduciría la necesidad de aire acondicionado y, por lo tanto, ahorraría energía.
En los últimos cinco años, tan solo los cambios en el clima han aumentado las ventas de pantalones cortos y sandalias en medio punto porcentual, mientras que han reducido las ventas de lana y ropa exterior en uno por ciento, según Evan Gold, vicepresidente ejecutivo de Planalytics, una empresa que cuantifica el impacto del clima en la demanda de los consumidores.
Dado el tamaño del mercado (los estadounidenses gastan aproximadamente 25.000 millones de dólares cada mes en tiendas de ropa y zapatos), esos cambios representan una cantidad significativa de dinero, señaló Gold.
Mantenerse fresco no es barato
La transpirabilidad de la ropa, es decir, la cantidad de aire que penetra en el tejido y aleja el calor de la piel, es el factor determinante para que la ropa te mantenga fresco. Hay muchas maneras de mejorar el flujo de aire, como la selección del tejido, el espacio entre las fibras y la delgadez del material.
No obstante, la ropa también debe ser bastante densa para proteger de los rayos ultravioleta. Y debe ser resistente para soportar varias lavadas.
Algunas culturas de climas históricamente cálidos, como las del norte de África y el sur de Asia, tienen tradiciones ejemplares para vestirse cuando hace calor, como la ropa holgada o la que cubre gran parte del cuerpo. Aunque recientemente los diseñadores de todo el mundo han intentado resolver el problema del calor con la tecnología.
Entre los ejemplos más accesibles está la camiseta AIRism de Uniqlo (15 dólares), que viene en una versión de poliéster y espándex, y otra hecha con un 71 por ciento de algodón, mezclado con un 25 por ciento de poliéster y un cuatro por ciento de espándex.
La versión de poliéster-espándex es muy pegajosa, lo cual genera una sensación incómoda que se asemeja a la de envolver la parte superior del cuerpo con plástico adhesivo (Uniqlo describe la textura como “elegante”). Pero cuando se usa cuando hace calor, se pega a la piel y produce una sensación parecida a la de sudores fríos. Un portavoz de Uniqlo dijo que los clientes habían recibido la camiseta de manera positiva.
Un poco más arriba en la curva de costos, la camiseta Cooling Temp-iQ de Dickies (20 dólares), una mezcla 50-50 de algodón y poliéster, promete una “SENSACIÓN DE REFRIGERACIÓN INSTANTÁNEA”. Un portavoz de la compañía dijo que empleaba “una tecnología avanzada de temperatura corporal diseñada para enfriar o calentar en respuesta a las señales del cuerpo”. Sin embargo, la prenda, aunque cómoda en contacto con la piel, no creaba ninguna sensación de enfriamiento perceptible, ni instantánea ni de otro tipo.
Una de las camisetas que tenía un efecto refrescante notable era la de LifeLabs, una empresa surgida de un laboratorio de investigación de la Universidad de Stanford. Su camiseta CoolLife Tee, de 49 dólares, está hecha de polietileno, el mismo polímero que se utiliza en las bolsas de plástico. Produce una sensación de frescura no muy diferente a la de caminar descalzo sobre un piso de cerámica.
Tejido computarizado y trajes espaciales
Por un precio similar, Ministry of Supply, una compañía de Boston fundada por exalumnos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, vende la camiseta Atlas Tee (48 dólares). La camiseta se construye con tejido de punto computarizado, una tecnología similar a la impresión en 3D que permite crear espacio adicional entre las hebras de material, según Gihan Amarasiriwardena, cofundador y presidente de la empresa.
El resultado es una prenda que se siente ligeramente más gruesa que una camisa estándar, como si fuera un ligero acolchado. Pero también se siente fresca, incluso debajo de otras prendas.
Pero el proceso implica que las camisas todavía no pueden producirse en masa, por lo que son más costosas. Según Amarasiriwardena, la producción de cada camisa Atlas cuesta 9,60 dólares, cuatro veces más de lo que le costaría a un fabricante de ropa normal.
Otros fabricantes de ropa utilizan otras herramientas de alta tecnología.
Kontoor Brands, una empresa con sede en Carolina del Norte, propietaria de Wrangler y Lee, señaló que empezará a vender camisas “Insta-Cool” en Estados Unidos el año que viene con una versión actualizada de una tecnología llamada material de cambio de fase, diseñada por la NASA para refrescar a los astronautas.
La tecnología consiste en imprimir tinta hecha de cera y otros materiales en partes del interior de la camiseta, que actúan como disipadores de calor, según Dhruv Agarwal, director principal de innovación, sustentabilidad y desarrollo de productos de la empresa. El método crea un efecto de refrigeración notable y duradero, según una muestra facilitada por la empresa.
(Un portavoz de Kontoor se negó a declarar cuánto se venderían las camisetas en Estados Unidos, que ya están disponibles en Asia).
Kontoor también vende en Asia pantalones de mezclilla con trozos de jade triturados y mezclados con la tela. La idea es transferir la sensación refrescante de la piedra a la prenda, explicó Agarwal.
Absorber o no absorber
El sudor es el mecanismo de enfriamiento natural del cuerpo. Y plantea un desafío complicado para los fabricantes de ropa fresca.
La mayoría de las prendas que las empresas comercializan como refrescantes también prometen mantener secos a quienes las usan al absorber el sudor de la piel. Pero demasiada absorción puede ser contraproducente, según Glen Kenny, profesor de Fisiología de la Universidad de Ottawa.
El sudor se enfría por evaporación, un proceso que transfiere calor del cuerpo al aire. Cuanto más cerca de la piel se produce la evaporación, más energía térmica consume en el proceso; cuando la ropa aleja el sudor de la piel, mantiene el cuerpo seco pero hace que la evaporación sea menos eficiente para refrescarse, detalló Kenny.
“Existe la creencia equivocada de que eliminar el sudor de la piel de alguna manera mantendrá el cuerpo fresco”, agregó.
La ropa que absorbe el sudor principalmente hace que las personas se sientan cómodas, un objetivo diferente al de la refrigeración. Kenny recordó haber escuchado de mineros que trataron de lidiar con el calor llegando a sus trabajos con ropa interior absorbente para el sudor. “Empeoró la situación”, relató.
Compensaciones climáticas
En algunos casos, hacer ropa más adecuada para el calor puede exacerbar otros problemas climáticos.
Una de las fibras naturales más transpirables es el algodón. Pero cultivar suficiente cosecha para 454 gramos de fibra de algodón requiere casi 1325 litros de agua en un buen año, según datos proporcionados por el Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés).
El mejor tipo de algodón para el calor suele llamarse Pima o algodón egipcio, que hace que las prendas sean más finas y ligeras. Sin embargo, cultivar Pima requiere incluso más agua que el algodón de menor calidad, según el USDA, en algunos casos, el doble.
Esa compensación entre transpirabilidad y sustentabilidad es un enigma, afirmó Sara Kozlowski, vicepresidenta del Consejo de Diseñadores de Moda de América, un grupo de la industria.
Sin embargo, fibras naturales como el algodón al menos son biodegradables. En cambio, el poliéster, que absorbe el sudor, se fabrica a partir del petróleo y puede tardar décadas o más en descomponerse, lo que supone otro reto para los fabricantes de ropa, de por sí presionados por los ecologistas.
Para los diseñadores, navegar por esas demandas contrapuestas “es increíblemente difícil”, concluyó Kozlowski.