Los bandos en pugna en Venezuela han trasladado su batalla a la distribución de ayuda a una población sacudida por una innegable crisis humanitaria
Ambas partes han fijado el próximo sábado como la fecha límite para una ambiciosa campaña por tierra y mar que llevaría suministros humanitarios a través de Colombia, Brasil y el Caribe y hasta las manos de miles de venezolanos que han sufrido el colapso económico más grave que la región ha enfrentado en generaciones.
El 18 de febrero, el presidente estadounidense Donald Trump habló al respecto durante un mitin en Miami ante simpatizantes entusiastas, los cuales incluyeron a estadounidenses de ascendencia venezolana que gritaban: “¡U.S.A! ¡U.S.A.!”.
“Estamos aquí para proclamar que un nuevo día está por llegar a Latinoamérica”, dijo a la multitud. “En Venezuela, y en el hemisferio occidental, el socialismo está muriendo y la libertad, la prosperidad y la democracia están renaciendo”.
Trump declaró que Venezuela es víctima de un “gobierno socialista tiránico”, y dijo que “el pueblo de Venezuela está a favor de la libertad y la democracia, y el pueblo de Estados Unidos está de su lado”.
El discurso de Trump sucedió cuando su gobierno aumenta la presión para la entrega inmediata de envíos de suministros estadounidenses, los cuales se han acumulado desde hace días en la frontera de Venezuela con Colombia.
La acción de Trump ocurre después de una andanada de visitas de alto perfil a la frontera por parte de funcionarios estadounidenses —incluido el senador Marco Rubio de Florida y el director de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional— que han adoptado los planes de la oposición de usar la ayuda como su principal arma política.
Según esta línea de razonamiento, si se interrumpiese el dominio total de Maduro sobre el suministro de alimentos y medicinas, y se mostrase que ha perdido el control de la frontera, su legitimidad como presidente del país se debilitará. Si los militares pueden ser convencidos de no interponerse entre la población venezolana y la ayuda humanitaria, Maduro podría caer.
“El 23 algunas personas en el régimen tendrán que tomar una decisión que definirá sus vidas”, dijo Rubio el 18 de febrero en una entrevista en Cúcuta, donde un puente a Venezuela está bloqueado por órdenes de Maduro con un par de contenedores. “Ya sea que se queden con este dictador, que es ilegítimo y sus días están contados, y niegan al pueblo alimentos y medicinas. ¿O es tiempo de decir: ‘Hasta aquí llegamos’?”.
Es una apuesta arriesgada para los adversarios de Maduro, que dicen no les queda claro cómo romperán el bloqueo en la frontera el sábado 23 de febrero.
Aunque Estados Unidos y otros países han reconocido a Juan Guaidó, el líder opositor de Venezuela, como el presidente legítimo del país, la Casa Blanca enfrenta la realidad de que Maduro todavía controla a los militares, y con ellos, el Estado.
“Si la oposición, y el gobierno de Trump, buscan maneras de quitar a Maduro el apoyo militar, amenazar su monopolio de distribución de alimentos es probable que no sea útil en este sentido”, dijo Cynthia J. Arnson, la directora en Latinoamérica del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson.
Agregó que al crear un enfrentamiento político por el envío humanitario, la Casa Blanca solamente aumentó las posibilidades de que Maduro continúe con el bloqueo de la ayuda.
Para Guaidó, existe un riesgo adicional: al aceptar con entusiasmo el apoyo de Trump, el líder opositor se arriesga a lucir como un títere de Estados Unidos.
“Que te asocien de manera muy cercana con Estados Unidos conlleva mucho bagaje en cualquier parte de Latinoamérica”, dijo Adam Isacson de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), un grupo de derechos humanos. “Y cuando hay un gobierno de izquierda que une a su base en torno al imperialismo estadounidense, esto confirma su narrativa”.
Isacson, quien dirige el programa de seguridad y defensa del grupo, también expresó preocupación sobre la tensión que las retóricas de Trump y Maduro promueven en la frontera.
“Con esta retórica belicosa creas la posibilidad de un momento de alerta instantánea”, dijo y citó a Maduro durante el despliegue de tropas a la frontera. “Un incidente ahí podría acabar mal”.
Cúcuta, que se ubica del otro lado del río desde Venezuela, ahora ofrece el tipo de escenas contradictorias que reflejan un país donde dos hombres reclaman la presidencia. Uno de los contenedores que bloquean el puente hacia Venezuela porta la inscripción de la palabra “paz”.
Del lado venezolano, el gobierno ha acumulado soldados, milicianos, vehículos blindados e incluso misiles. Del lado colombiano, están a la espera los equipos de camarógrafos de noticias y camiones llenos de suministros. Richard Branson, el multimillonario británico, ha invitado a una serie de músicos latinoamericanos a participar en un concierto benéfico la noche anterior, el 22 de febrero.
No obstante, nadie sabe cómo llegará la ayuda a Venezuela. La oposición hasta el momento ha callado sobre los detalles de sus planes, al decir que si dieran a conocer información, Maduro los arruinaría con sus fuerzas de seguridad.
Sin embargo, Gaby Arellano, una legisladora de oposición enviada por Guaidó para coordinar la ayuda, dijo que la oposición no necesariamente tiene que usar el puente Tienditas que se encuentra bloqueado.
“La frontera con Colombia es inmensamente grande, y también lo es la frontera con Brasil, y la frontera con las Antillas”, dijo. “Queremos que la ayuda llegue desde todos los puntos”.
Durante más de una semana, activistas y funcionarios han dicho que reflexionan sobre la opción de simplemente ingresar la ayuda de manera ilegal a través de las porosas fronteras terrestres, a lo largo de rutas largamente usadas para transportar productos de contrabando y combustible. Los activistas de oposición han dicho que ya han unido fuerzas con la comunidad indígena de los pemones en el este de Venezuela para ingresar suministros a través del río, mediante el uso de sus canoas.
Otra opción, impulsada por aquellos que buscan una confrontación más directa con Maduro, sería que los activistas rodeen un camión de ayuda en Colombia a medida que se acerca lentamente a Venezuela. Con este plan, los manifestantes de Venezuela superarían a los soldados apostados del lado venezolano y permitirían que la ayuda ingresara, posiblemente usando un montacargas para hacer un lado los contenedores que bloquean el puente.
En Curazao, los funcionarios de la oposición se sintieron alentados por la disposición del ministro de Relaciones Exteriores del país para organizar la ayuda a lo largo de un corredor marítimo que los migrantes venezolanos utilizaron durante mucho tiempo para huir del país. Sin embargo, en los últimos días, los planes parecían desmoronarse conforme los políticos en Curazao objetaron el uso de la ayuda como arma política.
La incertidumbre ha causado que algunas personas en Venezuela sepan que no contarán con la ayuda a corto plazo.
“Dicen que están a cargo del gobierno, pero los que están a cargo son los que controlan el puente”, dijo Héctor Cárdenas, de 52 años, que cruzó la frontera para comprar la cantidad necesaria para un mes de aceite para cocinar, vegetales, jabón y medicinas en Colombia. “La oposición no tiene poder verdadero”.
John R. Bolton, asesor de seguridad de Trump, dijo que Estados Unidos no tiene planeado desplegar personal militar estadounidense para que entregue la ayuda. En cambio, el plan es que sea ingresada por voluntarios venezolanos.
De cualquier manera, el resultado no sería ideal para Maduro, dijo Bolton a reporteros en Miami antes del discurso de Trump.
Si los militares venezolanos bloquean la ayuda, dijo Bolton, el mundo vería cómo es realmente Maduro, dijo Bolton.
“Tenemos la esperanza de que la prensa esté ahí para ver cómo las personas fieles a Maduro evitan que la asistencia humanitaria llegue a las personas pobres de Venezuela”, dijo Bolton. “La gente quiere saber por qué están protestando los venezolanos. Ese acto de parte de Maduro sería una prueba que no necesitaría palabras”.
En Caracas, el gobierno venezolano hizo su propio intento de virar la guerra propagandística sobre los alimentos a su favor.
Jorge Rodríguez, el ministro para la Comunicación e Información, dijo el 18 de febrero que Venezuela enviaría veinte mil cajas de alimentos a Cúcuta, y citó la historia de violencia por las drogas y la pobreza de Colombia.
“Parece que nadie se encarga del pueblo colombiano, especialmente de aquellos en la frontera”,