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Las iraníes quieren ir a los estadios de futbol y le piden a la FIFA que desclasifique a su país

Las iraníes quieren ir a los estadios de futbol y le piden a la FIFA que desclasifique a su país
En Irán las mujeres tienen prohibida la entrada a los partidos de Fútbol varonil. FOTO /NYT

Irán es la selección de futbol mejor clasificada en Asia, un puesto que enfatiza el estatus de favorito del que goza el país en la región del Medio Oriente para calificar a la Copa del Mundo de 2022, que está planeada para celebrarse en una nación cercana: Catar.

Se espera que miles de iraníes hagan el viaje corto para alentar a su selección, como lo hicieron cuando el torneo se llevó a cabo en 2014 en las tierras lejanas de Brasil y, el año pasado, en Rusia. Muchas de esas personas fueron mujeres que viven en Irán, pero tienen prohibido asistir a los partidos de futbol varonil en su país.

El obstáculo más grande de Irán para calificar al Mundial podría estar fuera de las canchas, porque una campaña que busca cambiar esa prohibición está ganando fuerza. Sus lideresas, entre ellas la hermana del capitán de la selección iraní, piden a la FIFA que impida la calificación de Irán a la Copa del Mundo a menos que el país cambie la ley.

Las mujeres que encabezan el movimiento aseguran compartir la misma pasión por el Equipo Melli, como es conocido, que los aficionados hombres, pero creen que el fin de una prohibición de cuatro décadas solo llegará si la FIFA realiza una amenaza seria de exclusión del Mundial.

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, escribió el mes pasado una carta a Mehdi Taj, presidente de la federación de futbol de Irán, en la que le pidió una respuesta a más tardar el 15 de julio donde detallara los “pasos concretos” que iba a tomar la federación para garantizar que las mujeres pudieran asistir a los partidos clasificatorios para el torneo, los cuales comenzarán en septiembre. La fecha límite fue el lunes y no hubo ninguna respuesta.

“Le pido a la FIFA que ejerza más presión, y la presión quiere decir sanciones, ¿no?”, opinó Maryam Shojaei, que durante los últimos cinco años ha hecho campaña blandiendo pancartas para protestar en contra de la regla que excluye a las mujeres cuando Irán ha jugado fuera del país, incluida la Copa del Mundo celebrada en Rusia el año pasado. “Debe haber consecuencias para la federación iraní. Esta podría ser la suspensión del futbol iraní”.

Hasta ahora, la FIFA ha mostrado pocas ganas de penalizar a Irán por una violación que según la organización va en contra de sus “principios más básicos”. Si a final de cuentas actúa, las consecuencias podrían ser personales para Shojaei. Su hermano Masoud Soleimani Shojaei es el capitán del equipo, un héroe nacional que ha participado en tres Mundiales con Irán.

Shojaei, que es ciudadana canadiense y se identificó por primera vez en público como la hermana del capitán de Irán, señaló que comenzó su campaña después de ver la popularidad de la selección iraní entre las mujeres en la Copa Mundial de 2014. Shojaei mencionó que sus protestas no estaban relacionadas con su hermano. No le dijo que había viajado a Rusia, donde protestó en la Copa del Mundo de 2018 como la fundadora de My Fundamental Right (Mi derecho fundamental). Por su parte, Masoud Shojaei ha alzado la voz sobre el asunto en su país.

La resistencia en contra de la prohibición llega en un momento en el que el Mundial Femenino ha permitido que el futbol atraiga las miradas del mundo para que las jugadoras, seguidores y otros actores alcen la voz sobre varios problemas de género, como la paridad salarial y las inversiones de las federaciones nacionales en las selecciones femeniles (Irán tiene una selección nacional femenil, que juega sus partidos vistiendo velos islámicos y frente a fanáticas en casa, pero los aficionados hombres tienen prohibido asistir).

La falta de progreso es vergonzosa para Infantino, quien en noviembre de 2018 asistió a un juego en Teherán con altos funcionarios iraníes. Para ese partido, Irán levantó la prohibición y permitió que unos cientos de mujeres estuvieran presentes. Infantino describió el evento como una señal trascendental de progreso, aunque activistas lo describieron como un truco publicitario, simplemente un ejercicio diseñado para engañar a un crédulo dignatario extranjero.

Shojaei señaló que antes del juego le había comentado a la secretaria general de la FIFA, Fatma Samoura, que los iraníes iban a usar la aparición de Infantino en el juego celebrado en el estadio Azadi de Teherán para montar un “espectáculo”. Shojaei también le presentó a Samoura una petición con más de doscientas mil firmas.

“Sin garantías para que las mujeres pudieran comprar boletos y al sentarse con mujeres colocadas para que las viera, Infantino formó parte de una farsa. Fue una traición terrible para las mujeres iraníes que le han suplicado por escrito durante años que tome medidas al respecto”, mencionó Minky Worden, la directora de iniciativas globales en Human Rights Watch. “Todas las mujeres iraníes sabían que era una farsa y que no les permitirían entrar”.

La FIFA se rehusó a ofrecer comentarios.

En su carta, Infantino expresó alarma frente a los incidentes que rodearon un juego de exhibición entre Irán y Siria celebrado el 6 de junio, justo un día antes del comienzo de la Copa Mundial Femenina. Las mujeres que intentaron asistir al partido fueron detenidas por elementos de seguridad durante varias horas y algunas denunciaron haber sido golpeadas.

Ha habido otras campañas para levantar la prohibición a las mujeres antes de los esfuerzos de Shojaei, que en abril puso su nombre en una queja en contra de la federación iraní que fue presentada ante el comité ético de la FIFA. El comité es conocido por operar con poca transparencia.

Otra activista que ha luchado en contra de las restricciones a las mujeres desde hace quince años, solo logró ver a Irán por primera vez cuando viajó a la Copa del Mundo de Rusia. La mujer, quien usa el nombre de Sara para ocultar su identidad por temor a ser arrestada, dijo que ella también cree que la FIFA debe actuar con firmeza en vez de solo dedicarse a hablar.

De un grupo de más de veinte mujeres que comenzaron la campaña, ahora llamada Open Stadiums (Estadios Abiertos), Sara es la única integrante que permanece en Irán. El resto, mencionó, huyó del país.

“Debería haber un estatuto para que suspendan a la federación”, comentó Sara.

En marzo, mientras Infantino estaba acompañado de funcionarios iraníes, Sara protestó junto una treintena de aficionadas al futbol y activistas al intentar entrar al Azadi —algunas vestidas como hombres— para el partido más importante del país, un encuentro entre el Persépolis y el Esteghlal que presenciaron hasta cien mil hombres. Las manifestantes fueron arrestadas y detenidas durante varias horas.

El movimiento para eliminar la prohibición a los estadios ha ganado seguidores a nivel nacional. Se ha vuelto una parte de un debate más amplio en torno a los derechos de las mujeres en el conservador país musulmán. En sus primeros días, incluso muchas feministas iraníes lo desestimaban.

“Si alguien me preguntara cuál es mi logro más grande, qué me satisface más, respondería: ‘Los ayatolás, cuando hablan de los derechos de las mujeres, siempre hablan sobre la presencia de las mujeres en los estadios’”, comentó Sara.

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