Estadísticas panameñas encierran un misterio, reportan ingresos de turistas saharauis. La mayoría viven y viajan como refugiados beduinos. ¿Por qué escogerían salir de paseo hasta Panamá?
En su informe sobre el número de visitantes que ingresó al país en el 2017 por el Aeropuerto Internacional de Tocumen, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) reportó que hubo una disminución de cerca de 300,000 pasajeros en comparación con el año anterior. Es decir 2.5 millones en relación con 2.8 millones del 2016.
Un dato más que no solo refleja la falta de promoción internacional para promover a Panamá en el exterior como un destino turístico, también demuestra que la atracción de viajeros internacionales no está entre las prioridades del gobierno de Juan Carlos Varela. Eso tiene efectos directos en la ocupación hotelera y todas las regalías que representa el turismo para el transporte interno, restaurantes, comercio, empleo y las demandas de consumo para el sector agrícola. Cabe preguntar, entonces, ¿cuáles son los focos de atención de Varela en esta materia?
Las cifras del INEC, una oficina de la Contraloría General de la República, se basan en datos del Servicio Nacional de Migración (SNM). Así que habría que buscar cuál era la intención al señalar las regiones de procedencia de esos visitantes, para destacar que en el 2017 ingresaron 4,621 viajeros desde África, procedentes en su mayoría de la República de Sudáfrica, República Árabe Saharaui Democrática, Kenia, Marruecos, Argelia y Ghana.
Referirse a que entre los visitantes africanos hubo llegados de la “República Árabe Saharaui Democrática” que quizá se limitó a la entrada y salida del país del representante del extremista Frente Polisario, Alí Mahmoud, es un contrasentido ante la realidad de un Estado inexistente.
Los representantes de la seudo república saharaui, brazo político de la guerrilla africana del Polisario, no poseen pasaporte propio para viajar por el mundo porque su Estado solo es reconocido por 18 gobiernos, principalmente de África y el bloque izquierdista que todavía lidera Venezuela en América latina. No es reconocida por ninguna de las principales democracias latinoamericanas.
Esa entidad del Polisario no reúne los elementos constitutivos establecidos por el derecho internacional para ser considerada como un Estado soberano, como lo son el control efectivo sobre su territorio y su población, gobierno propio e independencia.
En contradicción con ese principio, los funcionarios de la Cancillería panameña presentan como logros de la política exterior de Varela el restablecimiento de relaciones con un Estado inexistente.
Ese reconocimiento otorgado por Varela en enero del 2016 está en contraposición con el interés nacional de Panamá, porque se trata de un ente que no aporta nada al país. Más bien compromete la tradicional neutralidad de Panamá en un conflicto atizado por Argelia en su pugna hegemónica en el Norte de África contra el Reino de Marruecos, un Estado milenario que tiene mucho que ofrecer a Panamá como parte de su vigorosa cooperación Sur-Sur.
Si los jefes del Polisario, algunos de los cuales son reclamados por la justicia internacional, no cuentan con pasaporte saharaui para desplazarse fuera de Argelia, mucho menos los 60,000 refugiados que sobreviven en los campamentos dentro del territorio argelino. Quien les proporciona los pasaportes para viajar al exterior, es Argelia. Algunos saharauis disponen de pasaportes de España o de algún otros países europeos donde por nexos familiares o legales han logrado adquirir la nacionalidad.
El Estado de ficción, promovido por el Polisario, no puede emitir pasaportes biométricos saharauis ni intercambiar información de inteligencia sobre sus ciudadanos con países de la Unión Europea, Asia, América Latina ni Estados Unidos.
Por eso llama la atención que el SNM, una entidad vinculada a los organismos de seguridad del Estado, contabilice la entrada al país de representantes de un grupo guerrillero africano etiquetado como terrorista por el gobierno de Estados Unidos.
El experto en temas latinoamericanos, Hassan Achahbar, fue más allá. En un artículo publicado esta semana en el diario digital Notilamar.com, describió lo que llamó el “Turismo Polisario en Panamá, una pista para el Grupo de Acción Financiera Internacional”.
“¿Será cierto que turistas saharauis llegaron a Panamá en cantidades suficientes como para ser considerados estadísticamente significativos o solo se trata de un engaño más del oficialismo panameño después de la absurda decisión del presidente Juan Carlos Varela de reanudar los lazos con un ente ficticio?”, se preguntó Achahbar.
“De ser ciertas las estadísticas panameñas –añadió- cabría preguntarse quiénes son estos afortunados y misteriosos turistas saharauis, a qué se dedican y a qué van Panamá. ¿De dónde sacaría un refugiado beduino tantos dólares para viajar hasta un destino como Panamá?”
Luego elaboró sobre la procedencia de recursos para esos viajes. Recordó que hace unos años la Unión Europea, luego de una larga investigación, concluyó que gran parte de la ayuda humanitaria internacional enviada a los campamentos de refugiados saharauis era vendida en los mercados argelinos y de países vecinos. Eso motivó un drástico recorte de la asistencia internacional para los refugiados saharauis que sobreviven en Argelia.
“La otra pregunta, quizás la más pertinente, es si la ayuda internacional destinada a los campamentos de Tinduf (en Argelia), debe servir para que las corruptas cabecillas del Polisario se paseen por el mundo mientras los refugiados carecen de lo básico”, acotó.
Achahbar señaló que los presuntos turistas del Polisario podrían estar relacionados con operaciones de blanqueo de fondos formalmente denunciadas por la Oficina de Lucha contra el Fraude de la Unión Europea sobre la escandalosa apropiación por parte de los líderes del Polisario de la ayuda humanitaria destinada a los refugiados saharauis.
“Solo porque la República de Panamá es, desde 2015, objeto de presiones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), cabe esperar que el gobierno del presidente Varela tenga el valor y la voluntad de esclarecer el misterio”, concluyó el analista internacional