Hasta julio de 2018, se han inscrito 7 mil 886 sociedades anónimas. Lo que representa una disminución de un 73%, al comparar las estadísticas con los registros de compañías que se inscribieron en el año 2014.
A casi dos años de la divulgación de los Panamá Papers, la inscripción de sociedades anónimas en Panamá sigue en picada.
Según los informes del Registro Público, en 2014 habían inscritas 29 mil 249 sociedades anónimas en el país, tres años y medio después, es decir, hasta julio de 2018, la cifra llega apenas a 7 mil 886.
Consecutivamente, el reporte detalla que en 2015 la cifra de sociedades anónimas inscritas en Panamá fue de 26 mil 865; luego en 2016, la cantidad disminuyó a 19 mil 749; y en 2017 solo se inscribieron 15 mil 413.
Antecedentes de una trama de corrupción
Desde el año pasado, el ahora exministro de Economía y Finanzas, Dulcidio de La Guardia, reconoció que la cantidad de sociedades anónimas que se estaban constituyendo continuaba descendiendo debido a “una afectación claramente reputacional”, hacia el país, producto de los mal llamados papeles de Panamá”.
Recordemos que los Panama Papers, pusieron al país en la mira del mundo. Las investigaciones dejaron al descubierto como desde una firma panameña de abogados (Mossack Fonseca), se crearon sociedades para personalidades de todo el mundo, algunas de las cuales habrían servido para evadir impuestos o blanquear dinero procedente de actividades ilícitas.
Cuando el escándalo de Panamá Papers recién estalló, Jürgen Mossack, fundador del bufete junto a Ramón Fonseca (este último exministro, y cercano colaborador durante la campaña del actual presidente de Panamá, Juan Carlos Varela) aseguró que el 98 por ciento de la clientela de su bufete, no era de nacionalidad panameña, y que el 85 por ciento de las sociedades señaladas fueron conformadas en otras jurisdicciones.
¿Escándalo en el olvido?
En la actualidad, nadie está detenido en Panamá por el caso, pero en un principio, los socios fundadores de la firma fueron arrestados preventivamente por su papel en el caso Lava Jato, una operación que reveló sobornos internacionales de empresas constructoras brasileñas.
Aunque en otros países, los papeles de Panamá si tuvieron repercusiones internacionales: por ejemplo, un primer ministro de Islandia y un ministro español tuvieron que dimitir por el escándalo, que también salpicó a los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Argentina, Mauricio Macri, al futbolista argentino Lionel Messi y al cineasta español Pedro Almodóvar, entre otros.
A raíz de este escándalo de corrupción internacional Francia reinscribió a Panamá en su lista de paraísos fiscales. Pero al asunto no murió allí. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) acusó a Panamá por “no cooperar suficiente contra el blanqueo de capitales”.
Esto trajo como consecuencia que las autoridades panameñas, impulsaran a toda marcha una serie de reformas legales para blindar su sistema financiero. Posteriormente, firmaron con la OCDE un convenio para intercambiar información fiscal de forma automática que comenzaría a regir desde inicios de este año con más de 100 países.
Es una pena que la élite abogadil y financiera de Panamá siga lamentándose y lamiéndose las heridas sobre un fait accompli que podría hasta tildarse de histórico, en lugar de “ponerse las pilas” de una vez por todas y descubrir el futuro del centro financiero, el cual no puede seguir existiendo en base a la pinche venta de sociedades comerciales, fundaciones privadas y fideicomisos para que en suelo panameño y en el extranjero sus usuarios las destinen hacia fines ilícitos. Eso pertenece al pasado, aun cuando en los USA sigan en ese negocio la mayoría de los Estados federados. Panamá no tiene el potencial ni económico ni político para imponer en la arena internacional un modelo de negocios obsoleto. Es más, cada minuto que se invierta en ver cómo volver a ese negocio es una irresponsable pérdida de tiempo. Las ventajas de la “ruta Panamá” está predestinada por la ubicación geográfica del Istmo. Ese es el primero entre los diversos elementos a favor de un nuevo modelo de negocios del centro financiero. Panamá debe aspirar a convertirse en una las “cajas fuertes” internacionales para la gestión y administración lícita de capitales, inversiones y fortunas transfronterizas. Para esto se necesitan las sociedades, las fundaciones privadas y los fideicomisos, instrumentos completamente lícitos en los grandes centros financieros internacionales como New York, Londres y Ginebra. Pero no podemos quedarnos allí; la economía en su conjunto tiene que seguir diversificándose hacia logística, pequeña y mediana industria, turismo y agroindustria. Pero, ante todo, hay adecentar al país, modernizar y fortalecer las instituciones públicas y privadas y establecer duraderamente la independencia de los tribunales y la Corte. Panamá tiene las mejores condiciones para convertirse en un centro internacional de innovación por lo que hay por fin que establecer seriedad en la educación. Todo esto es sólo posible por la vía del cambio político…