En el siglo XIX los corsés se cierran por delante pero se atan a la espalda, algo exclusivamente femenino y que lo hombres solo tienen que sufrir en las cárceles o los hospitales psiquiátricos.
La espalda de la mujer ha inspirado a muchos creadores de moda a lo largo de los siglos, un recorrido que ahora explora una exposición en París.
La muestra “De espaldas a la moda” propone hasta el 17 de noviembre el museo Bourdelle un centenar de siluetas que muestran estilos desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
“Anatómicamente, el cuerpo no está hecho para poner los brazos en la espalda. El cierre en la espalda es antinatural”, señala el comisario de la exposición Alexandre Samson.
En la muestra algunos diseñadores erotizan la idea de la sumisión, como John Galliano, con un vestido de manga cerrado con 51 botones.
A finales del siglo XV, el cierre cruzado de lazos aparece en la espalda de la ropa de las mujeres de todas las condiciones. Las que no tenían doncellas, como las campesinas, necesitaban ayuda, ya fuera de un hermano, del padre o del marido.
Más tarde, en siglo XVIII, aparecen los broches.
En el siglo XIX los corsés se cierran por delante pero se atan a la espalda, algo exclusivamente femenino y que lo hombres solo tienen que sufrir en las cárceles o los hospitales psiquiátricos.
El escote aparece en el siglo XX, cuando Paul Poiret libera a las mujeres del corsé, que entonces solo utilizan las prostitutas.
A principios del siglo XX, Rita de Acosta Lydig, una de las mujeres más prominentes de la alta sociedad estadounidense, mostró desde su camerino del Metropolitain Opera de New York su espalda desnuda en un “simple vestido negro”.
Giacomo Puccini, que estrenaba su ópera “La fanciulla del West” (“La chica del oeste”), pasó el resto de la noche en el palco privado de Rita.
En 1972, la actriz francesa Mireille Darc que no aparecía más que ocho minutos en “El gran rubio con un zapato negro”, con Pierre Richard, pidió a Guy Laroche un vestido para una escena mítica de la película.
“No tiene mucho pecho así que decidimos dejarle la espalda descubierta (…) La anécdota asegura que nadie avisó a Pierre Richard y se quedó completamente pasmado”, relata Samson, el comisario de la exposición.
Otra cosa que se lleva en la espalda, la mochila, asociada a los militares o a los niños de escuela, no había conseguido atraer a los creadores hasta que a finales de los años 1970 Prada sacó una mochila de nylon.
“La espalda es la única parte de nuestro cuerpo que no vemos y que los otros ven. Jugar con la espalda es jugar con cierta forma de fragilidad, de impotencia y el ser humano odia la impotencia”, subraya Samson.
La cola en los vestidos apareció en el siglo XIII y servía para que los ricos alargaran la parte posterior de sus ropas y protegieran así su espalda. Durante su coronación, Catalina II de Rusia llevó una cola de 14 metros, un récord absoluto.
Sin embargo, paradójicamente, la espalda está ausente de las fotos de los desfiles de modas. En un pasillo del museo hay fotos de todos los desfiles de la Fashion Week de París del pasado mes de septiembre. Pero entre los 3.607 looks no aparece ningún perfil ni ninguna espalda.