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El papa Francisco llama a los uigures ‘perseguidos’ y el gobierno chino se defiende

El papa Francisco llama a los uigures ‘perseguidos’ y el gobierno chino se defiende
Un campo de reeducación que los funcionarios chinos han mostrado a periodistas y diplomáticos, el 2 de agosto de 2019. Cuando se tomó esta fotografía no quedó claro si el campo estaba en funcionamiento. (Gilles Sabrie / The New York Times).

Un comentario del papa Francisco en un libro de próxima publicación —en el que calificó por primera vez a la etnia uigur en el oeste de China como un pueblo “perseguido”— ha puesto al gobierno chino a la defensiva.

La referencia a los abusos contra los uigures, que Pekín ha negado durante mucho tiempo a pesar de la creciente evidencia de una brutal represión, podría empañar los recientes acercamientos entre el Vaticano y China.

En su nuevo libro “Soñemos juntos: El camino a un futuro mejor”, Francisco incluyó a “los pobres uigures” entre las personas del mundo que lleva en sus pensamientos y oraciones.

“A menudo pienso en los pueblos perseguidos”, dijo Francisco en un pasaje. “Los rohinyás, los pobres uigures, los yazidis (lo que el Estado Islámico les hizo fue realmente cruel) o los cristianos en Egipto y Pakistán que fueron asesinados por bombas que estallaron mientras rezaban en la iglesia”.

Según The Associated Press, Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, dijo durante una conferencia de prensa el martes que las palabras del papa “no tenían fundamento fáctico”.

“El gobierno chino siempre ha protegido los derechos legales de todas las minorías étnicas por igual”, dijo el funcionario, según Reuters. “Las declaraciones del papa Francisco son infundadas”.

A lo largo de los años, el Vaticano ha trabajado con cautela y persistencia para establecer un acuerdo con el gobierno chino sobre las operaciones de la Iglesia en ese país. Un acuerdo sobre el nombramiento de obispos católicos romanos, que se estableció por primera vez en 2018, se renovó el mes pasado a pesar de la oposición del gobierno de Estados Unidos.

El acuerdo puso fin a décadas de luchas de poder por el derecho a nombrar obispos en China. Pekín accedió a reconocer formalmente la autoridad del papa dentro de la Iglesia y le dio la última palabra en la selección de los obispos, mientras que el Vaticano acordó reconocer la legitimidad de los obispos previamente nombrados por el gobierno chino. Pero no se han revelado más detalles sobre el convenio.

El martes, el Vaticano dijo en un comunicado que había nombrado a un tercer obispo en China en virtud del acuerdo con las autoridades de la nación y afirmó que “están en curso varios procesos para nuevas ordenaciones episcopales”.

Muchos analistas ven ese acuerdo como un paso crítico hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas que se rompieron hace décadas después de que el Partido Comunista tomó el poder en Pekín. Sin embargo, los comentarios del nuevo libro del papa podrían causar problemas. Grupos defensores de derechos humanos y gobiernos de todo el mundo han denunciado la persecución por parte del gobierno chino en contra de los uigures después de que surgieron pruebas del internamiento de más de un millón de personas pertenecientes a esa etnia, y a otras minorías musulmanas, en los llamados campos de reeducación ubicados en el extremo occidental de China, donde son sometidos a una vigilancia masiva y restricciones de viaje.

El cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún, Birmania, y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia, también planteó la cuestión del trato a los uigures y reprendió a la comunidad internacional por falta de acción.

 En China, los musulmanes de la etnia uigur se enfrentan a algunas de las peores atrocidades masivas del mundo contemporáneo”, dijo Bo en un comunicado emitido en julio. “Insto a la comunidad internacional a investigar al respecto”.

No obstante, antes de que surgieran los comentarios de esta semana, el pontífice había guardado silencio sobre los abusos contra los uigures, una táctica que los expertos vieron como un esfuerzo para evitar confrontar a los funcionarios chinos en un momento en que ambos Estados estaban negociando.

Francisco ya ha enfrentado controversias similares por sus comentarios, o por la falta de ellos, sobre un grupo minoritario perseguido. En un viaje de 2017 a Birmania y Bangladés, el pontífice al principio evitó utilizar la palabra “rohinyá” al referirse al grupo minoritario musulmán que ha sido víctima de una campaña sistémica de asesinatos y violaciones por parte del ejército birmano. El inusual silencio del papa fue duramente criticado, lo que ensombreció su visita.

Pero después de reunirse con algunos refugiados rohinyás en la vecina Bangladés, pidió perdón y desde entonces ha defendido al grupo, llamándolos “hermanos y hermanas” en este libro.

El texto de 150 páginas abarca una gran variedad de temas y está basado en una conversación que el papa tuvo con su biógrafo en inglés, Austen Ivereigh, en la que reiteró uno de los mensajes más fervientes de su pontificado de siete años: la Iglesia necesita ir a los márgenes para ver cómo es la vida en realidad.

“Siempre he pensado que el mundo se ve más claro desde la periferia”, dijo en el libro. “Cuando Dios quiso regenerar la creación, eligió ir a los márgenes, a lugares de pecado y miseria, de exclusión y sufrimiento, de enfermedad y soledad”.

El pontífice también habló sobre los comportamientos sociales que considera miopes y peligrosos como las manifestaciones contra las medidas destinadas a detener la propagación del coronavirus, en referencia al uso de mascarillas, y cuestionó los valores morales de esos manifestantes.

“Para algunos es demasiado fácil tomar una idea —en este caso, por ejemplo, la libertad personal— y convertirla en una ideología”, dijo, y agregó que “nunca encontrarás a esas personas” en manifestaciones por la justicia social.

“Son incapaces de salir del pequeño mundo de sus propios intereses”, dijo el papa.

El propio Francisco ha sido criticado por no usar cubrebocas durante sus apariciones públicas.

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