A diferencia de otros tipos de monedas digitales, los bitcoines no son creados ni puestos en circulación mediante un banco central o una institución financiera, sino por medio de una red extensa y diversa de computadoras.
Este mes, Jack Dorsey, el director ejecutivo de Twitter, tuvo problemas para responder si su servicio de red social había ejercido demasiado poder al cerrar la cuenta de Donald Trump. Dorsey se preguntó en voz alta si la solución para ese desequilibrio de poder era una nueva tecnología inspirada en la criptomoneda Bitcoin.
Cuando YouTube y Facebook bloquearon a decenas de miles de seguidores de Trump y supremacistas blancos este mes, muchos se desbandaron a aplicaciones alternativas como LBRY, Minds y Sessions. Esos sitios tienen en común que también se inspiraron en el diseño de Bitcoin.
Los sucesos paralelos fueron parte de un creciente movimiento de tecnólogos, inversionistas, así como usuarios comunes y corrientes enfocado en reemplazar algunos de los pilares fundamentales del Internet para que a los gigantes tecnológicos como Facebook y Google les sea más difícil ejercer su control.
Para hacerlo, cada vez están más concentrados en nuevas ideas tecnológicas que introdujo Bitcoin, una criptomoneda que fue creada sobre una red electrónica diseñada, en el nivel más básico, para descentralizar el poder.
A diferencia de otros tipos de monedas digitales, los bitcoines no son creados ni puestos en circulación mediante un banco central o una institución financiera, sino por medio de una red extensa y diversa de computadoras. Se parece a la edición de Wikipedia: cualquiera que desee contribuir puede hacerlo, en vez de que lo haga una sola editorial. Esa tecnología subyacente se llama cadena de bloques, una referencia a un libro de contabilidad compartido en el que se guardan todos los registros de los bitcoines.
En la actualidad, hay empresas que están encontrando maneras de usar cadenas de bloques, y tecnología similar inspirada en ellas, para crear cadenas de redes sociales, almacenar contenido en línea y alojar sitios web sin que haya ninguna autoridad central a cargo. Al hacerlo, es mucho más difícil para los gobiernos o las empresas bloquear cuentas o borrar contenido.
Estos experimentos acaban de adquirir mayor relevancia después de que hace poco las empresas tecnológicas más grandes ejercieron su influencia de tal manera que han generado cuestionamientos sobre su poder.
Facebook y Twitter evitaron que Trump hiciera publicaciones en línea después de los disturbios ocurridos el 6 de enero en el Capitolio, bajo el argumento de que había violado sus reglas en contra de la incitación a la violencia. Amazon, Apple y Google dejaron de trabajar con Parler, un sitio de redes sociales que se había vuelto popular entre la extrema derecha, pues la aplicación no había hecho lo suficiente para limitar el contenido violento.
Aunque los liberales y opositores al contenido tóxico elogiaron las acciones de las empresas, estas recibieron críticas de los conservadores, los académicos especializados en la Primera Enmienda y la Unión Americana de Libertades Civiles por haber mostrado que las entidades privadas podían decidir quién puede permanecer en línea y quién no.
“Aunque, tal vez, esté de acuerdo con las decisiones específicas, de ninguna manera confío en que la gente que está tomando las decisiones tome decisiones universalmente buenas”, opinó Jeremy Kauffman, el fundador de LBRY, una plataforma que ofrece un servicio descentralizado para emitir videos en continuo.
Esto ha producido una desbandada en busca de otras opciones. En la actualidad, decenas de empresas emergentes ofrecen alternativas para los servicios de alojamiento web de Facebook, Twitter, YouTube y Amazon, todas basadas en redes descentralizadas y libros de contabilidad compartidos. Muchas han ganado millones de nuevos usuarios durante las últimas semanas, según SimilarWeb, una empresa de análisis de datos.
“Es la ola más grande que hayamos visto”, comentó Emmi Bevensee, especialista en ciencia de datos, con una publicación, “The Decentralized Web of Hate”, sobre la transición de los grupos de derecha hacia la tecnología descentralizada. “Esto se ha debatido en comunidades especializadas, pero ahora se está teniendo la conversación a nivel mundial sobre el posible impacto de estas tecnologías emergentes en el mundo a escalas tan grandes”.
Bitcoin apareció por primera vez en 2009. La mente creadora de esta moneda digital, una figura oscura conocida como Satoshi Nakamoto, ha señalado que su idea central era permitir que cualquiera abriera una cuenta bancaria digital de tal modo que ningún gobierno pudiera evitar ni regular la forma de guardar el dinero.
Durante varios años, Bitcoin ganó poca tracción más allá de una pequeña camarilla de admiradores en línea y gente que quería comprar drogas ilegales en internet. Sin embargo, cuando su precio creció con el tiempo, más gente de Silicon Valley se percató de las cualidades técnicas inusuales en la base de la criptomoneda. Algunas personas prometieron que la tecnología se iba a poder usar para rediseñar todo, desde el monitoreo de productos hasta los juegos en línea.
La euforia decayó con el paso de los años, pues la tecnología subyacente demostró ser lenta, propensa a los errores y de accesibilidad complicada. No obstante, con más inversiones y el paso del tiempo, se ha comenzado a producir un software que la gente puede usar de verdad.
El año pasado, Arweave, un proyecto de cadena de bloques para almacenar y desplegar sitios web de manera permanente, creó un archivo de sitios y documentos de las protestas en Hong Kong que enfureció al gobierno chino.
Minds, una red social basada en la cadena de bloques que fue fundada en 2015 para reemplazar a Facebook, también se volvió un hogar en línea para algunas personalidades de la derecha y neonazis que fueron expulsados de las redes sociales tradicionales, junto con grupos radicales, de otros países, que han sido el blanco de sus gobiernos. Minds y otras empresas similares fueron fundadas por prominentes firmas de capital de riesgo como Andreessen Horowitz y Union Square Ventures.
Dorsey, de 44 años, ha sido uno de los principales defensores de la tendencia, al hablar en Twitter sobre la promesa de las redes sociales descentralizadas y al promover Bitcoin a través de la otra empresa que dirige, Square, un proveedor de tecnología financiera.
Su apoyo público hacia Bitcoin y diseños relacionados con esta criptomoneda se remontan más o menos a 2017. A finales de 2019, Dorsey anunció Blue Sky, un proyecto que busca desarrollar tecnología para que Twitter tenga menos influencia al momento de determinar quiénes pueden o no usar el servicio.
Este mes, después del bloqueo de la cuenta de Trump, Dorsey señaló que iba a contratar a un equipo para que Blue Sky abordara el malestar que le genera el poder de Twitter, para seguir la visión que estableció Bitcoin. El jueves, Blue Sky publicó los hallazgos de un equipo de trabajo que ha tomado en consideración diseños potenciales.
Twitter se rehusó a que Dorsey estuviera disponible para una entrevista, pero mencionó que tenía la intención de “compartir más información pronto”.
Las cadenas de bloques no son la única solución para quienes buscan alternativas al poder de las grandes empresas tecnológicas. Hace poco, muchas personas migraron a las aplicaciones de mensajes encriptados Signal y Telegram, las cuales no necesitan una cadena de bloques. Moxie Marlinspike, el creador de Signal, ha señalado que la descentralización dificultó la creación de un buen software.
Megan Squires, profesora de Elon University, que estudia las nuevas redes de computadoras, comentó que las redes basadas en la cadena de bloques enfrentaban obstáculos porque la tecnología subyacente dificultaba el ejercicio de cualquier tipo de control sobre el contenido.
“Como tecnología es muy interesante, pero no te puedes quedar sentada ahí, ser una Pollyanna y pensar que toda la información será gratis”, opinó Squires. “Habrá racistas y la gente se atacará entre sí. Te quedas con todo el paquete”.
Kauffman comentó que LBRY se había preparado para estas situaciones. Si bien cualquier persona puede crear una cuenta y registrar contenido en la cadena de bloques de LBRY que la empresa no puede borrar —así como cualquiera puede crear una dirección de correo electrónico y enviar correos—, la mayoría de la gente tendrá acceso a videos por medio de un sitio encima de ella. Esto permite que LBRY implemente políticas de moderación, casi de la misma forma en que Google puede filtrar correos basura y contenido ilegal en su servicio de correo electrónico, comentó Kauffman.
A pesar de esto, nadie perderá el acceso básico a las conversaciones en línea.
“Estaría orgulloso de casi cualquier tipo de voz marginada que use el servicio, sin importar qué tanto difiera con ella”, comentó Kauffman.