“La discapacidad impulsa la innovación”

“La discapacidad impulsa la innovación”
Los audiolibros son un ejemplo de tecnología desarrollada por o para personas con discapacidad que nos ha ayudado a todos. Foto, The New York Times.

Los audiolibros comerciales empezaron a repuntar después de la Segunda Guerra Mundial, y cada generación de formatos de audio (casetes, discos compactos y ahora aplicaciones para teléfonos inteligentes), ha hecho que escuchar libros sea más práctico.

¿Te gustan los audiolibros?

“Tienes que agradecérselo a los invidentes”, afirmó Catherine Kudlick, directora del Paul K. Longmore Institute on Disability, de la Universidad Estatal de San Francisco.

El padrino del libro que escuchas en voz alta con los audífonos de tu teléfono inteligente fue Talking Books (Libros parlantes), los discos desarrollados en la década de 1930 en Estados Unidos para personas con dificultades visuales como alternativa al braille.

He conversado sobre la historia de los audiolibros con Kudlick, quien se autodenomina como una “invidente imperfecta”, y otros expertos porque, bueno, me encanta escuchar libros, pero es más que eso. Los audiolibros son un gran ejemplo de una tecnología desarrollada por y para personas con discapacidad que nos ha ayudado a todos. Estos nos recuerdan que las personas con discapacidad no son una idea de última hora en la innovación, sino actores clave.

“La discapacidad impulsa la innovación. Es innegable”, comentó Joshua Miele, diseñador invidente de tecnología adaptativa que en fechas recientes recibió la beca “para genios” de la Fundación MacArthur.

“Casi siempre que encuentras algo que de verdad es genial para las personas con discapacidades”, me dijo Miele, “de una manera maravillosa, se abrirá camino hacia la cultura popular y mejorará la vida”.

Permítanme remontarme a una breve historia de los audiolibros: Robert Irwin, antiguo director ejecutivo de la Fundación Estadounidense para los Invidentes, lideró un programa en la década de 1930 para desarrollar discos de gramófono con narradores leyendo libros en voz alta, según Mara Mills, profesora de la Universidad de Nueva York, cuya experiencia incluye estudios sobre discapacidad.

En ese entonces, solo entre el 10 y el 20 por ciento de los estadounidenses invidentes (incluidos los veteranos que perdieron la vista en la Primera Guerra Mundial), leían en braille. El gobierno de Estados Unidos ayudó a financiar tocadiscos para personas con ceguera o visión reducida, y los Talking Books se distribuyeron a través de las bibliotecas públicas.

Los audiolibros comerciales empezaron a repuntar después de la Segunda Guerra Mundial, y cada generación de formatos de audio (casetes, discos compactos y ahora aplicaciones para teléfonos inteligentes), ha hecho que escuchar libros sea más práctico.

(Nota al margen: Mills asegura que algunas personas con problemas de visión modificaban sus tocadiscos para acelerar la lectura de los Talking Books, y que esta lectura rápida auditiva influyó en la tecnología de alargamiento del tiempo de audio. Si te gusta escuchar tu podcast o audiolibro favorito a velocidad doble, también tienes que agradecérselo a las personas con deficiencias visuales).

Esta historia invierte el guion de cómo muchos de nosotros imaginamos el diseño de productos. Es posible que estemos más familiarizados con las tecnologías que se diseñan para la población en general y luego, por adaptación o accidente, se vuelven útiles también para algunas personas con discapacidad. Lo mismo sucede con los teléfonos inteligentes.

No obstante, en la actualidad existen otras tecnologías de uso relativamente generalizado gracias a las personas con discapacidad. Ray Kurzweil, el futurista e inventor de Silicon Valley, desarrolló tecnologías múltiples, entre ellas los precursores del programa de conversión de texto en voz, como Siri, con la Federación Nacional de Invidentes de Estados Unidos.

Los audífonos fueron uno de los primeros campos de pruebas comerciales de los chips informáticos que ahora están en todo, desde los aviones de combate hasta tu refrigerador. Y no se trata, en concreto, de la tecnología tal y como la imaginamos, pero Miele también comentó que las marcas en las banquetas se desarrollaron para las personas que usan sillas de rueda y resultaron útiles para muchas otras.

Talking Books sigue existiendo en la actualidad, pero Mills dijo que los lectores de pantalla (sucesores del diseño de Kurzweil que escanean el texto digital y lo pronuncian en voz alta o lo convierten en braille), han hecho que tanto los libros parlantes como los audiolibros sean un poco menos populares entre sus alumnos invidentes.

Parece apropiado que una tecnología que en un principio estaba diseñada para los ciegos haya sido desplazada por otra de manera parcial.

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