Progreso de las mujeres sauditas es desigual, pese a cambios culturales y aumento del empleo

Progreso de las mujeres sauditas es desigual, pese a cambios culturales y aumento del empleo
Mujeres comprando abayas, los trajes tradicionales de las mujeres musulmanas, en una tienda en Riad, Arabia Saudita, el 28 de octubre de 2021. Foto, Iman Al-Dabbagh/The New York Times.

Desde que el príncipe heredero Mohamed bin Salmán se convirtió en el líder de facto de Arabia Saudita hace más de cuatro años, ha prometido nuevas oportunidades para las mujeres sauditas como parte de un plan amplio de modernización llamado Visión 2030.

RIAD, Arabia Saudita — En la estrecha tienda en la que Kholoud Ahmed vende los trajes tradicionales de las mujeres musulmanas conocidos como abayas, el arcoíris de colores es una revelación.

En el pasado, las mujeres de Riad solían vestir la misma abaya negra sin importar a dónde fueran. Ahora, señaló Ahmed, de 21 años, hay una abaya de distinto color o estilo para cada ocasión: bodas, reuniones con amigos en una cafetería, visitas a los padres.

“Las abayas de colores solían ser algo extraño para nosotras en Riad, algo inusual”, dijo Ahmed, la dependienta de la tienda. “En un año ha cambiado bastante. En la actualidad se ha vuelto algo normal”.

Desde que el príncipe heredero Mohamed bin Salmán se convirtió en el líder de facto de Arabia Saudita hace más de cuatro años, ha prometido nuevas oportunidades para las mujeres sauditas como parte de un plan amplio de modernización llamado Visión 2030.

El plan, que se anuncia por todo Riad en carteles y banderas, pretende alejar al reino de su dependencia histórica del petróleo y orientarlo hacia nuevas industrias, como la tecnológica, la farmacéutica y el turismo.

No obstante, para crear más oportunidades de empleo para los sauditas y atraer inversionistas y empresas internacionales a la monarquía del desierto, el príncipe heredero Mohamed también está eliminando la cultura conservadora que ha mantenido a muchas mujeres cerca de casa durante años y ahuyentó a muchos extranjeros.

En los últimos cinco años, el porcentaje de mujeres que trabajan fuera del hogar casi se ha duplicado, según las estadísticas oficiales, hasta el 32 por ciento desde casi el 18 por ciento. En la actualidad, las mujeres trabajan como funcionarias de aduanas en el aeropuerto internacional Rey Khalid de Riad, como gestoras de relaciones con los clientes en los bancos y como anfitrionas en los restaurantes.

Además de los cambios en el lugar de trabajo, el espacio público está cada vez menos estrictamente segregado por sexos. En cafeterías de Riad como Overdose (cuyo lema es “La cafeína, es mi droga preferida”), los clientes hombres y mujeres ahora pueden tomar café con leche en compañía mutua.

Las mujeres pueden asistir a ciertos eventos deportivos en los estadios, algo que estaba prohibido hasta hace unos años. Ya no están obligadas a utilizar entradas separadas de las de los hombres, aunque algunos establecimientos siguen usándolas. Ahora también pueden solicitar el pasaporte, vivir solas y viajar por su cuenta.

Pero los avances han sido desiguales.

El sistema de tutela, que a pesar de algunas reformas recientes sigue vigente, significa que las mujeres deben depender del permiso de los hombres (a menudo sus padres o esposos, pero en algunos casos sus hijos) para contraer matrimonio y tomar decisiones clave.

Una destacada activista de los derechos de la mujer fue encarcelada durante tres años tras ejercer presión en público por algunos de los mismos cambios que el príncipe heredero Mohamed quería hacer, como permitirles conducir a las mujeres. Después fue liberada y publicó un ensayo de investigación sobre la situación de las mujeres sauditas.

 

Cambios en Arabia Saudita
El príncipe heredero Mohamed aparece a la izquierda en un cartel publicitario del plan de modernización Visión 2030 en Riad, Arabia Saudita, el 28 de febrero de 2018. Foto, Tasneem Alsultan/The New York Times.

Esos estira y afloja también son evidentes en lo cotidiano. La vestimenta de las mujeres en Riad, aunque más relajada que hace unos años, dista mucho de ser liberal; incluso las mujeres que evitan las abayas llevan ropa con manga larga, cuello alto y dobladillo bajo.

Pueden usar el dinero de los sueldos de sus empleos nuevos para comprar botas de tacón gatito y vestidos lenceros en Zara, pero esos conjuntos siguen usándose solo en entornos privados.

“Ya no es como antes, que tenías que llevar el hiyab y todo lo demás”, señaló Marwa, una estudiante universitaria de 19 años que estaba de compras en la tienda de Ahmed, refiriéndose al pañuelo tradicional que llevan las mujeres sauditas. “Ahora puedes tener libertad de elección, pero limitada. No es que vayas a mostrar partes de tu cuerpo”.

Por mucho que las cosas hayan cambiado, la cultura sigue siendo lo suficientemente conservadora (y precavida para no provocar a las autoridades) como para que Marwa, al igual que muchos de los habitantes de Riad entrevistados para este artículo, se niegue a dar su nombre completo.

Marwa dijo que otros cambios culturales, como permitir que los propietarios de las tiendas las mantengan abiertas durante la hora de la oración para que quepan tanto los comerciantes como los compradores, crearon problemas.

Algunas personas que son devotas y que rezarían a toda costa, dijo, podrían sentirse ofendidas por la actitud de mantener las ventas como si nada. “Es como si no respetaras el momento de oración”, afirmó. Su amiga Alaa, que llevaba pantalones deportivos y tenis debajo de su abaya y lucía un tatuaje en la muñeca que decía “No confíes en nadie”, asintió.

Durante la llamada a la oración, unos minutos después, varios trabajadores de las tiendas cercanas cerraron sus puertas y se dirigieron a la sala de oración del centro comercial, situada en un piso superior. En la planta baja, unas diez mujeres, clientas que llevaban hiyabs y abayas negros, tomaron alfombras de una pila de la esquina y se arrodillaron sobre ellas para orar; otras se sentaron con tranquilidad en las bancas, viendo a sus hijos pasear en coches de juguete que funcionaban con pilas.

Un hombre de 52 años, padre de seis hijos, que solo dio su apodo, Abu Abdullah, dijo que notaba los beneficios de unos horarios de oración más flexibles y nuevas oportunidades para las mujeres. “Durante los viajes, no oramos”, narró. “Ni las mujeres, ellas no rezan durante siete días”, en referencia al hecho de que las mujeres tienen prohibido rezar cuando están menstruando.

Varias de las cinco hijas de Abu Abdullah estaban cerca, comiendo elotes con mantequilla y papas fritas. Una de ellas, Nout al-Qahtani, de 13 años, dijo que estaba encantada con los cambios para las mujeres en Arabia Saudita. “Quiero trabajar”, dijo. “Tengo muchas ganas de ser doctora”.

Su padre señaló que no todos los trabajos soñados son adecuados.

“Algunos trabajos no son apropiados para algunas mujeres”, dijo, y puso de ejemplo los trabajos de plomería y construcción. “Es mejor ponerla en el lugar correcto”, añadió.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *