Desgarrada por los conflictos, África encuentra solidaridad en el fútbol

Desgarrada por los conflictos, África encuentra solidaridad en el fútbol
Un hincha de Senegal ondeando su bandera durante el partido semifinal de la Copa Africana de Naciones contra Burkina Faso, en Yaundé, Camerún, el 2 de febrero de 2022. Foto, Tom Saater/The New York Times.

Países muy divididos se han unido, aunque sea brevemente, y la solidaridad entre personas, grupos y regiones es palpable. Incluso en Camerún, donde ha arrasado un conflicto mortal desde finales de 2016, el fútbol ha unido a la gente.

YAUNDÉ, Camerún — Había visto algunos partidos en secreto, con el volumen bajo para que nadie la denunciara. Había visto las amenazas y sabía que podía ser raptada o asesinada por ver el torneo de fútbol africano del cual es sede su país, Camerún.

Sin embargo, estaba harta de contener la emoción cada vez que Camerún anotaba, así que, el miércoles, Ruth, quien vive en una región en guerra donde los rebeldes secesionistas han prohibido ver los partidos, viajó en secreto a la capital, Yaundé, para apoyar a su equipo en persona.

“Me encantaría gritar, si fuera posible”, dijo el jueves, después de llegar sana y salva a Yaundé mientras se preparaba para el gran partido. “Decidí correr el riesgo”.

El fútbol africano se está acercando al fin de lo que todo el mundo considera que ha sido un mes magnífico. Los 52 partidos del torneo de la Copa Africana de Naciones, que se celebró este año después de una gran demora, les han dado un respiro a los países que están viviendo revueltas políticas o guerras y a los que están sorteando las alteraciones y adversidades que trajo la COVID-19.

Durante un tiempo, fue el año de los equipos cenicienta. Pequeñas naciones como Comoras y Gambia derrotaron a equipos que suelen ser poderosos como Ghana y Túnez, y un arquero llamado Jesus se convirtió en un héroe instantáneo en Guinea Ecuatorial, cuando realizó dos atajadas en una tanda de penaltis en contra de Mali, un rival de mucha mayor jerarquía.

Luego se volvió una lucha entre pesos más pesados; los cuatro equipos finales fueron Egipto, Camerún, Senegal y Burkina Faso. Sin embargo, aunque muchas naciones han sido eliminadas, los aficionados de esos países han decidido apoyar a otras selecciones con el argumento de que comparten una cultura hermana que trasciende fronteras.

En todo el continente, en bares a reventar, aeropuertos y espacios abiertos en los pueblos, además de las aceras de las ciudades, cada vez que hay un partido grupos de espectadores abren cervezas y preparan vasos de té fuerte y dulce, sacan sillas de plástico y bancas de madera, y se acomodan a ver 90 minutos de un espectáculo para comerse las uñas.

Cuando su selección ganó el día posterior al golpe de Estado de la semana pasada en Burkina Faso, los soldados burkineses bailaron de alegría en su país. Después, cuando Senegal venció a Burkina Faso en la semifinal celebrada la noche del miércoles, las calles de Dakar se llenaron de autos que tocaban el claxon y de banderas ondeando por los aires. En línea, después de cada encuentro, miles de personas se volcaban en Espacios de Twitter para analizar juntas minuciosamente lo que había pasado.

Países muy divididos se han unido, aunque sea brevemente, y la solidaridad entre personas, grupos y regiones es palpable. Incluso en Camerún, donde ha arrasado un conflicto mortal desde finales de 2016, el fútbol ha unido a la gente.

La crisis comenzó cuando los maestros y abogados de una región angloparlante al oeste del país se fueron a huelga para protestar por el uso del francés en los tribunales y los salones de clase. El gobierno opresor y en su mayor parte francófono respondió con una terrible represión. Los abusos a los derechos humanos cometidos por el ejército provocaron que los combatientes angloparlantes conocidos como Amba boys por Ambazonia, el nombre que dan al Estado que desean formar, iniciaran una lucha armada exhaustiva.

Los separatistas le han advertido a la gente que no vea el Afcon, como se le conoce al torneo de fútbol, y por supuesto que no apoye a Camerún. No obstante, muchos anglófonos como Ruth, una empleada gubernamental que pidió ser identificada solo por su nombre de pila para evitar represalias, han desafiado la advertencia y han viajado a ciudades de mayoría francófona para asistir a los partidos.

“Tal vez no seamos una nación muy unida, pero creo que esto nos une”, opinó Ruth, quien agregó que se sabía que, aunque amenazaban, secuestraban y torturaban a otros espectadores, los combatientes de Amba estaban viendo el torneo en sus campamentos.

El Afcon es especial. Futbolistas que casi son desconocidos fuera de sus países juegan hombro a hombro con estrellas multimillonarias de los mejores equipos de la élite mundial, que piden permiso para representar a sus países justo a la mitad de la temporada europea.

Mohamed Salah, el futbolista estrella de Egipto, dijo que todo valía la pena la semana pasada, durante una conferencia de prensa, antes de que su selección se midiera y empatara con Costa de Marfil.

“Para mí, este trofeo sería completamente distinto de otros que he ganado”, comentó Salah, un jugador que ha ganado la Liga Premier y la Liga de Campeones con su otro equipo, el Liverpool Football Club. “Sería el más cercano a mi corazón”.

Con cerveza en mano en Chez Tonton Andre, un bar de una concurrida intersección de Yaundé, Ghejung Awunti, un comisionado regional de la zona noroeste angloparlante, conversaba con dos de sus colegas. Habían corrido un riesgo considerable para ir a Yaundé a ver jugar a Camerún; el vicepresidente de la asamblea regional para el que trabajaban había sido secuestrado en diciembre.

No obstante, “el fútbol va más allá de la política”, dijo Awunti.

Ruth logró conseguir boletos para ver a Camerún contra Egipto el jueves en la semifinal celebrada en el nuevo y colorido estadio Paul Biya, construido especialmente para el torneo, donde, el 24 de enero, murieron ocho personas en una estampida. Sin embargo, Ruth quedó atrapada en un embotellamiento de camino al estadio y no pudo llegar a tiempo para el inicio del encuentro. Así que se instaló en un bar y vio el partido desde ahí.

Camerún perdió 3 a 1 en la tanda de tiros penales. “A pesar de todo, valió la pena porque pude verlo con hinchas emocionados”, comentó.

Lanzó muchos gritos y alaridos.

 

El fútbol une
Aficionados al fútbol viendo el partido semifinal de la Copa Africana de Naciones entre Senegal y Burkina Faso, en un bar cercano en Yaundé, Camerún, el 2 de febrero de 2022. Foto, Tom Saater/The New York Times.

 

 

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