Occidente ataca al rublo, uno de los puntos débiles de Putin

Occidente ataca al rublo, uno de los puntos débiles de Putin
Un centro comercial en Moscú. Los esfuerzos por paralizar al banco central de Rusia podrían causar un aumento inflacionario y ocasionar una grave recesión. Foto, Sergey Ponomarev/The New York Times.

Antes de que se anunciaran las sanciones el fin de semana, el rublo se había debilitado. El lunes cayó aún más: en un momento determinado, el valor de un solo rublo cayó a menos de 9 centavos.

Las medidas anunciadas el fin de semana para socavar el respaldo del banco central ruso a la divisa nacional parecen estar teniendo un impacto inmediato.

Al imponer sanciones al banco central de Rusia, dijeron los expertos, los líderes europeos y estadounidenses han apuntado a la que podría ser una de las mayores debilidades del presidente Vladimir Putin: la divisa del país.

El domingo, en las ciudades rusas, consumidores nerviosos empezaron a hacer fila frente a los cajeros automáticos con la esperanza de retirar sus depósitos bancarios y temor de que el efectivo se terminara. El pánico se propagó el lunes. Para intentar restablecer la calma, el Banco de Rusia publicó un aviso en su página de internet: “El volumen de billetes listo para llenar los cajeros automáticos es más que suficiente. Todos los fondos de los clientes en las cuentas bancarias están completamente protegidos y disponibles para todas las transacciones”.

Incluso antes de que se anunciaran las sanciones el fin de semana, el rublo se había debilitado. El lunes cayó aún más: en un momento determinado, el valor de un solo rublo cayó a menos de 9 centavos. Cuando el valor de cualquier divisa disminuye, más personas querrán deshacerse de ella e intercambiarla por una que no esté perdiendo valor, lo cual, a su vez, causa una mayor caída del valor.

Hoy en día, cuando el poder adquisitivo del rublo cae considerablemente, los consumidores en Rusia están encontrando que cada vez pueden comprar menos con su dinero. En términos reales, se vuelven más pobres. Una inestabilidad económica así podría azuzar la insatisfacción popular e incluso ocasionar agitación.

“Si la gente confía en la moneda, el país existe”, dijo Michael S. Bernstam, un becario de investigación en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford. “Si no, entonces se hace humo”.

Las sanciones dirigidas al sistema bancario se anunciaron durante un tenso fin de semana en el que Putin puso en un mayor nivel de alerta sus fuerzas nucleares.

Estados Unidos, la Comisión Europea, Gran Bretaña y Canadá acordaron eliminar a algunos bancos rusos del sistema internacional de pagos conocido como SWIFT y restringir que el banco central de Rusia use su almacén de cientos de miles de millones de dólares en reservas internacionales para socavar las sanciones.

Lo que más ha llamado la atención ha sido la expulsión de los bancos del sistema SWIFT, pero las medidas que se tomaron en contra del banco central podrían ser más devastadoras. Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, dijo que iba a “congelar sus transacciones” y “hacer imposible que el banco central liquide sus activos”.

El lunes, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos detalló más el modo en que implementaría las sanciones e indicó que paralizaría los activos de Rusia en EE. UU. e impediría que los estadounidenses participen en transacciones con el banco central, el Fondo de Inversión Nacional de Rusia o el Ministerio de Finanzas de Rusia. Tal como se esperaba hay exenciones para las transacciones relacionadas con las exportaciones de energía de las que depende Europa.

“La medida respecto al banco central es absolutamente impactante en su redacción radical”, dijo Adam Tooze, director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia.

El lunes, el gobierno británico prohibió las transacciones con el banco central ruso, el ministerio de Exteriores y el fondo de inversión soberana.

Pero si los aliados fueran a imponer un freno total a la gran cantidad de dólares, euros, libras esterlinas y yenes propiedad de Rusia que se encuentran en bancos occidentales, eso podría devastar a la economía rusa y causar una inflación descontrolada y una grave recesión.

Parte crucial de la medida para restringir al Banco de Rusia son las reservas de divisas extranjeras del banco. Estas son la gran cantidad de activos convertibles (monedas de otras naciones y oro) que Rusia ha acumulado, en gran parte con el dinero que gana vendiendo petróleo y gas a Europa y otros importadores de energía.

El punto crucial por el cual los aliados occidentales tienen tanta ventaja se reduce a la realidad del sistema financiero moderno: a pesar de que el banco central de Rusia es dueña de los activos, no los controla.

Como explicó Bernstam, el Banco de Rusia tiene alrededor de 640.000 millones de dólares en reservas de divisas en papel, o más bien, en depósitos electrónicos. Pero una gran parte de ese dinero no se halla en bóvedas ni en instituciones financieras rusas. Más bien, se guarda en bancos centrales y comerciales en Nueva York, Londres, Berlín, París, Tokio y en otros lugares del mundo .

En los países como Rusia, donde la moneda no es tan estable, resulta crucial contar con la capacidad de convertirla a una más sólida y de confianza, como el dólar o el euro. Eso evidencia que la moneda nacional —en este caso, el rublo ruso— tiene valor. La gran reserva de divisas extranjeras que tiene Rusia respalda ese valor. Garantiza que los hogares y los negocios puedan convertir sus rublos siempre que así lo quieran y se asegura de que el país pueda proteger su tipo de cambio con otras monedas. Las reservas también facilitan las transacciones cotidianas de los negocios rusos que importan y exportan.

Pero cuando los trabajadores, administradores, propietarios y financieros se preocupan de que no van a poder cambiar sus rublos por dólares o euros —debido a que los bancos no cuentan con acceso a las reservas de divisas extranjeras— pierden la confianza.

Es algo que el mismo Lenin se supone que argumentó hace más de un siglo y que fue repetido por el economista John Maynard Keynes: “No hay forma más sutil y segura de derrocar la base de la sociedad existente que la de corromper la moneda”.

El Banco de Rusia puede intentar apuntalar el valor del rublo empleando sus reservas para comprar los rublos que la gente está vendiendo. Pero solo puede hacerlo mientras tiene acceso a reservas extranjeras.

La duda es cuánto tiempo podrá llevar a cabo dichas transacciones. Según los cálculos de Bernstam, los individuos y empresas rusas han depositado 268.000 millones de dólares en denominaciones extranjeras en los bancos rusos.

Sin embargo, el banco central solo tiene a la mano unos 12.000 millones de dólares de dólares disponibles, una cantidad que dijo era sorprendentemente baja. En lo que respecta al resto de las reservas de divisas extranjeras de Rusia, alrededor de 400.000 millones de dólares están invertidos en activos fuera del país. Otros 84.000 millones de dólares están invertidos en bonos chinos y 139.000 en oro.

El banco central podría cambiar a renminbis algunos de esos bonos, lo que le permitiría comprar bienes de China pero no de otros países. También podría vender el oro, aunque Bernstam sostiene que habrá pocos compradores para las toneladas del metal que Rusia tiene a la mano.

Otros cálculos indican que la cantidad de activos fuera de Rusia bordean los 300.000 millones de dólares. Las consecuencias potencialmente nefastas para la economía son las mismas.

“Si el rublo colapsa podría traer inflación severa y empeorar una recesión en ciernes”, dijo Robert Peerson, profesor asociado de relaciones internacionales en la Academia Militar de Estados Unidos, aclarando que son sus opiniones y no las del gobierno ni el ejército.

“Las consecuencias económicas de estas medidas podrían resultar ser mucho más severas que otras medidas que han llamado más la atención en los medios de comunicación”, añadió. “Esto va directo a las herramientas básicas del gobierno ruso para administrar su macroeconomía”.

Estados Unidos y algunos de sus aliados en el pasado han impuesto sanciones similares a Venezuela, Irán y Siria, pero todos esos países tienen economías mucho más pequeñas que Rusia.

El lunes, el Banco de Rusia tomó medidas para restablecer la confianza y aumentó las tasas de interés de 9,5 por ciento a 20 por ciento para compensar la rápida depreciación del rublo. El banco también liberó reservas adicionales por valor de 7000 millones de dólares que había apartado para garantizar préstamos y cerró por el día la bolsa de valores de Moscú. Mientras tanto, el ministerio de Exteriores dio pasos para requerir que las empresas vendieran el 80 por ciento de sus divisas extranjeros, en un intento por aumentar la demanda de rublos y prevenir que acumularan dólares y euros.

Bernstam advirtió que el ataque de Occidente al rublo ruso debía manejarse con cuidado. “No queremos destruirlos”, dijo. “No queremos que el sistema político colapse”.

Patricia Cohen es corresponsal de economía global con sede en Londres. Se incorporó al Times en 1997 y también ha escrito de teatro, libros e ideas. Es autora de In Our Prime: The Fascinating History and Promising Future of Middle Age@PatcohenNYT • Facebook

Jeanna Smialek escribe de economía y la Reserva Federal para The New York Times. Antes cubría economía para Bloomberg News. @jeannasmialek

En problemas economía rusa
Una vista del distrito financiero de Moscú en noviembre. Un profesor asociado de relaciones internacionales en West Point dijo que las sanciones podrían inhibir la capacidad de Rusia para “administrar su macroeconomía” de manera efectiva. Foto, Sergey Ponomarev/The New York Times.

 

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