Nunca podrá ser un verbo

Nunca podrá ser un verbo
El autor del artículo es periodista, profesor de Español y magíster en Educación.

El punto de vista sintáctico-semántico es el más apto para aproximarse a las verdaderas funciones del gerundio español, porque es la forma más eficaz de verlas en la estructura oracional.

Nunca podrá ser un verbo, aunque lo quieran los defensores del gerundio de posterioridad. En ese sentido,hay un estudio que señala que el gerundio se actualiza como verbo, con las características sintácticas de los verbos conjugados, especialmente en lo referente a su autonomía sintáctica. Como ejemplo, da el siguiente caso: “María tomando fotos de las gaviotas en la playa”, (Moreno, Arlanda: El gerundio no perifrástico: Estudio de corpus orales del español de Mérida, Venezuela, Institutt for sprakvitenskap, UiT, Norges Arktiske Universitet, Desember, 2014).

A ese respecto, cabe recordar que el gerundio no tiene capacidad para funcionar como un verbo en el idioma español. Sus funciones semánticas y sintácticas señalan claramente, desde hace siglos, que el gerundio no podrá, nunca jamás, ser un verbo en el sentido correcto de esta parte de la oración.

El punto de vista sintáctico-semántico es el más apto para aproximarse a las verdaderas funciones del gerundio español, porque es la forma más eficaz de verlas en la estructura oracional. La acción del gerundio puede ser anterior, simultánea o continua con respecto a la del verbo que modifica.

La acción nunca puede ser inmediatamente anterior, porque sigue siendo posterior. Algunos de los defensores del gerundio de posterioridad (López Gómez, Eugenio, et. al.: En defensa del gerundio proscrito_ ni horror, ni error_) presenta un caso para explicar esta función: “Entrando a la casa, se quitó el sombrero”. Según afirman es evidente que la primera acción, entrar a la casa, es muy cercana a la de quitarse el sombrero, es decir que la acción de entrar ha terminado en relación con la de quitarse el sombrero.

En realidad, si analizamos el sentido del gerundio entrando, nos daremos cuenta de que la acción aún continúa y que, por lo tanto, no ha terminado con respecto a la del verbo quitarse. Sería aceptable si se acepta la explicación de que se quitó el sombrero mientras entraba a la casa. A este gerundio, es llamado “inconcluso”, porque su acción no se cumple con respeto a la del verbo. Solo hay que echar un vistazo a los significados de los verbos que dan lugar a los gerundios para comprobar cuándo están bien empleados:

“Pedro I, más conocido como Pedro el Grande, es ampliamente recordado por occidentalizar Rusia, pero también por extender su territorio, creando una poderosa base naval”. Este ejemplo, tomado de un artículo de la BBC de Londres, explica que Rusia extendió sus territorios creando una poderosa base naval. Aquí lo que cabe es crear primero una poderosa base naval que ayude después a extender el territorio.

“…el ejército gubernamental, bajo las órdenes de Pedro, aplastó la insurrección, ajusticiando a más de mil personas”. Otra del mismo autor. Ajustició a más de mil personas para lograr aplastar la insurrección. …aplastó la insurrección después de ajusticiar a más de mil personas.

Con el perdón de los defensores del gerundio de posterioridad, estos son verdaderos adefesios lingüísticos que no tienen sustento. Es inaudito que se quiera defender con tanto ahínco el gerundio de posterioridad sin sustento científico y olvidar que el idioma español posee una gran cantidad de verbos para sustituirlo, precisamente, para evitar el mal empleo del aditamento.

“Fue al odontólogo sacándose una muela”. Si esta oración es válida en español, entonces no valdría la pena continuar con estos menesteres. ¿Él mismo se sacó una muela? ¿O mientras iba al odontólogo se sacaba la muela? Quienes quieran seguir esta teoría tan malsana para escribir, según ellos, en buen español, pueden seguir adelante.

De acuerdo con los autores del estudio en referencia sobre textos médicos, “Los profesionales de la salud deberán formarse de modo que se propicie en ellos el desarrollo de la norma culta, así como el respeto a la lengua española que permite la comunicación con toda la comunidad hispanohablante”. Si este es el objetivo, ¿entonces qué pretenden con enmarañarles la mente a estos médicos con estas explicaciones acientíficas?

Lo que debe saber el mundo científico es que las oraciones tienen dos estructuras, la superficial y la profunda.  La superficial es la forma en que se presenta la oración al ser dicha o escrita y la profunda el significado de la oración. La profunda es abstracta y la superficial es una realidad física que vemos, escuchamos o leemos. Y otra característica es que el gerundio, donde quiera que se encuentre, atrae semánticamente al verbo. Analicemos la siguiente oración: “Vi a una muchacha cogiendo manzanas”. Esta oración es ambigua, puesto que tiene tres estructuras profundas, tres significados: Vi a una muchacha. La muchacha (estaba) cogiendo manzanas. Yo (estaba) cogiendo manzanas.

Según los estudiosos, esta oración solo significa que la muchacha estaba cogiendo manzanas. Sin embargo, entre el gerundio cogiendo y el verbo vi hay una relación semántica muy estrecha: Yo vi cogiendo manzanas a una muchacha. Aquí el gerundio modifica al verbo vi, lo que indica que mientras yo cogía manzanas vi a la muchacha. En todo caso, la duda se resolvería redactando la oración en otra forma: Yo vi a una muchacha cuando ella cogía manzanas. En realidad, si deseamos verificar las funciones del gerundio en la lengua española debemos observar sus significados y ubicación dentro de la estructura sintáctico-semántico.

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