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Un escudo magnético protege la Tierra y hace posible la vida

Un escudo magnético protege la Tierra y hace posible la vida
Ilustración: Generada por IA.

Frena el constante bombardeo de partículas del viento solar y sin esa protección no existiría la vida tal y como se conoce en el planeta

¿Cuándo fue la última vez que pensó en el campo magnético terrestre, si es que alguna vez lo ha hecho? Además de dirigir las agujas de las brújulas hacia el hacia el norte o la migración de las aves, ¿el campo magnético terrestre tiene algún otro efecto en el día a día?

Hay que comenzar con un spoiler

El campo magnético terrestre desvía cada segundo unos 1.5 millones de toneladas de material eyectado del Sol a alta velocidad. Si no estuviera ahí, la atmósfera sufriría una erosión directa y continuada, no tendría capacidad para esquivar el impacto directo de esas partículas solares, que arrastrarían con ellas todo lo que nos protege.

 

Por tanto, sin campo magnético terrestre, no existiría la vida tal y como se conoce en la superficie de nuestro planeta. Desde luego, tampoco serían posibles nuestras sociedades tecnológicas, ya que el campo magnético protege también nuestros equipos electrónicos, no solo nuestro ADN, de este mismo bombardeo.

La Tierra -igual que Mercurio, Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano- está rodeada por un campo magnético relativamente intenso que tiene su origen, en su mayor parte, en el interior del planeta.

Se cree que en esta etapa de la evolución terrestre, está alimentado por el enfriamiento y la cristalización del núcleo, lo cual agita el hierro líquido que lo rodea, creando potentes corrientes eléctricas que generan ese campo magnético que se extiende hacia el espacio.

A ese tipo de campo magnético se le conoce como geodinamo y a la estructura de campos de fuerzas que desvía la mayor parte del viento solar, formando un escudo protector, se la llama magnetosfera.

Para dar algunos detalles de cómo funciona, viajemos ahora unos 80 kilómetros por encima de nuestras cabezas. Allí, a esa altura por encima del suelo, ocurre algo fundamental. Y es que una fracción importante del gas en esta región está ionizado, es decir, que las partículas están cargadas eléctricamente, en general porque han perdido algún electrón en su estructura debido a la radiación energética de nuestra estrella. Las partículas cargadas se comportan de una manera muy especial: siguen las líneas de campo magnético y, por tanto, se mueven como en autopistas concretas, es como si fuesen por carriles.

El Sol, como todas las estrellas, además de energía electromagnética en todo el rango, dispara grandes cantidades de material en forma de partículas cargadas a alta velocidad. Esto es lo que se conoce como viento estelar o viento solar.

En la conexión entre la magnetosfera y el viento solar está el corazón de lo que se conoce como clima espacial.

El campo magnético terrestre es dos veces más intenso en los polos que en el ecuador. Esto se sabe gracias a los instrumentos colocado en satélites que han explorado tanto la intensidad como la dirección del campo magnético terrestre y confirmado su naturaleza en forma de dipolo.

Demos tan solo algunos detalles fascinantes de la estructura del campo magnético que rodea la Tierra. Rodeando el planeta existe una región que está formada por plasma frío y denso que rota con la Tierra. Están también ahí fuera los cinturones de Van Allen, donde las partículas se mueven con energías relativistas, cercanas a la velocidad de la luz.

 

Para entender la configuración global de la forma en que se mueven las partículas en el entorno espacial falta un ingrediente fundamental: El viento solar, que además es magnético.

Una forma de visualizar de manera sencilla esa interacción es imaginar el viento solar como la corriente de un río y la Tierra y su campo magnético como una piedra gigante. Como el viento solar es supersónico hay  un choque de proa y detrás del obstáculo está la cola, una cola magnética.

 

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