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De Canadá a Japón, el golpe de Trump a la política internacional obliga a sus aliados a realinearse

De Canadá a Japón, el golpe de Trump a la política internacional obliga a sus aliados a realinearse
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, el de Ucrania, Volodímir Zelenski y el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer. Europa Press, Justin Tallis, PA Wire

Reino Unido se acerca a Europa, la UE busca su independencia de Washington y China dialoga con Japón y Corea del Sur

A toda acción le corresponde una reacción en sentido contrario y de igual fuerza. La ley física se traduce estos días en otra de carácter geopolítico. La agresividad de Donald Trump en la arena internacional contra sus tradicionales aliados está recibiendo una respuesta contraria, un alejamiento diplomático inédito desde la caída del telón de acero y el final de la Guerra Fría. Es un proceso aún embrionario, pero que está recolocando las piezas del tablero mundial, informó el diario El Periódico.

Uno de los casos más palmarios es el de Canadá. El fiel aliado de Estados Unidos, un país rico de 50 millones de habitantes, ha roto los lazos que le unían a su vecino del sur.

El presidente Donald Trump y su vicepresidente, J.D. Vance, han insultado a su primer ministro y atemorizado al país, insinuando que pronto se convertiría en un Estado más de Estados Unidos.

Pero, sobre todo, les ha impuesto unos aranceles draconiados del 25%. La reacción de Ottawa ha consistido en un alejamiento explícito de Estados Unidos y un acercamiento a Europa.

El vice presidente JD Vance y el presidente de Estados Unidos Donald Trump (L). EFE/EPA/KEN CEDENO / POOL

El primer ministro Mark Carney dijo que “la histórica relación con Estados Unidos, basada en una integración cada vez más profunda de nuestras economías y en una estrecha cooperación militar y de seguridad, se acabó”.

Nada más jurar el cargo, Carney cogió un avión y viajó a Europa. Otro símbolo de la ruptura: La tradición mandaba que debía ir primero a Washington.

En su encuentro con el presidente Emmanuel Macron en París, el premier canadiense definió Canadá como el país más europeo de los países no europeos. Ahora, con su mensaje nacionalista contra la humillación perpetrada por Estados Unidos, el partido liberal ha pasado de un 20% a más de un 50% en las encuestas. El conservador, que estaba destinado a ganar antes de Trump, se ha desplomado por su contemporización con Washington.

Algo similar ha pasado con Reino Unido, Alemania o incluso Polonia. La relación comenzó a enturbiarse con ellos incluso antes de que Trump llegara a la Casa Blanca. Su lugarteniente, el multimillonario Elon Musk, usó su altavoz en X para insultar a los líderes británicos y alemanes, a los que calificó de “tiránicos” e “incompetentes”.

Ya estrenado su mandato, el vicepresidente J.D. Vance viajó en febrero a la ciudad alemana de Múnich para arremeter contra Europa, a la que describió falsamente como un lugar plagado de manipulación electoral y censura. Al responsable del foro de seguridad que le acogió acabaron saltándosele las lágrimas, a la vista del daño a la relación trasatlántica.

Foto de archivo del primer ministro de Canadá, Mark Carney. EFE/NEIL HALL / POOL

Pero quizá el momento que lo terminó de cambiar todo fue la llamada por sorpresa de Trump al dictador Vladímir Putin. El estadunidense se alineaba con el ruso sobre la peor guerra en suelo europeo desde la II Guerra Mundial. Orillaba a Europa en la resolución del conflicto de Ucrania. ¿Qué estaba pasando? ¿Estaba rota por completo la relación trasatlántica construida durante los 85 años anteriores?

La Unión Europea, mientras, busca su independencia de Estados Unidos. Esa palabra ha sido usada por el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, y por la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

Bruselas ha lanzado un plan de financiación para que los países miembros aumenten su poderío militar, y refuercen el llamado pilar europeo de la OTAN. Pero los países también han reactivado su diplomacia. Pedro Sánchez ha estado este viernes en China, intentando ejercer de puente entre Pekín y Bruselas en temas económicos, en medio de la guerra arancelaria global lanzada por Trump.

Algo también comienza a moverse en el lejano oriente, pero allí la situación es más complicada.

El 30 de marzo, China, Corea del Sur y Japón acordaron fortalecer la cooperación comercial entre los tres países, en medio del creciente proteccionismo a nivel mundial impulsado desde Washington. Medios oficiales chinos llegaron a decir que tenían un plan conjunto para enfrentarse a los aranceles de Trump, algo que fue matizado desde Seúl y desmentido por Tokio.

Pero eso no quitaba relevancia al encuentro. Los tres países tienen un enfrentamiento histórico desde la Segunda Guerra Mundial, en la que Japón martirizó Asia, y en la Guerra de Corea posterior, en la que China apoyó al norte en su guerra aún sin zanjar con el sur. Corea del Sur tiene unos 30,000 soldados estadunidenses para garantizar su seguridad frente al régimen de Pyongyang.

Japón está dentro del eje occidental a todos los efectos. En el 2023 se anunció que la Alianza Atlántica estaba estudiando crear una oficina de enlace en Japón, la primera de este tipo en Asia.

Ahora, con Trump al mando, ese equilibrio histórico está en entredicho. Se ha abierto la veda para un realineamiento diplomático global de resultados aún inciertos.

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