Podría explicarse por factores como la política arancelaria, el posible aumento de la inflación, baja en el crecimiento y el aumento de la deuda pública
El dólar tiene su peor comienzo de año desde 1973. La moneda estadunidense ha caído más del 10% en los primeros seis meses del año en comparación con una cesta de divisas fuertes, informó la cadena británica BBC Mundo.
La última vez que el dólar se debilitó tanto en el primer semestre fue en 1973.
Economistas plantean que el descenso podría explicarse por factores como la política arancelaria del presidente Donald Trump, la preocupación por un posible aumento de la inflación, baja en el crecimiento y el crecimiento de la deuda pública en Estados Unidos.
Todo eso, añaden, en medio de un clima de pérdida de confianza en el papel de Estados Unidos como centro del sistema financiero mundial.

En medio de un aumento de las tensiones por la guerra comercial iniciada por Donald Trump desde que regresó en enero a la Casa Blanca, la moneda estadunidense continúa debilitándose.
Algunos bancos de inversión como Morgan Stanley, JPMorgan y Goldman Sachs, pronostican mayores caídas del dólar en el futuro ante una escalada de la guerra comercial y un potencial debilitamiento de la economía más grande del mundo.
“El dólar ha bajado por la política proteccionista y errática de Trump que está erosionando la reputación de Estados Unidos”, le dice a BBC Mundo Gabriela Siller, directora de Análisis Económico en Grupo Financiero BASE, con sede en México.
Según Siller, las decisiones del presidente afectan las expectativas de crecimiento de Estados Unidos y siembran dudas sobre el estatus del dólar como una divisa de refugio de las inversiones y como la mayor moneda de reserva del mundo.
Una de las consecuencias directas de la caída del dólar es que las exportaciones estadunidenses se vuelven más competitivas en el mercado internacional, ya que son más baratas para los compradores extranjeros.
Lo contrario pasa en el sentido inverso. Los productos importados que ingresan a Estados Unidos suben de precio.
Es por eso que la depreciación del dólar también podría hacer que la Reserva Federal, no quiera bajar las tasas de interés por el aumento del precio de los productos importados y, en consecuencia, de la inflación.

Desde una perspectiva más amplia, a muchos economistas les preocupa que la caída reciente del dólar refleje algo mucho más inquietante: Una pérdida de confianza en Estados Unidos.
“La confianza global y la dependencia en el dólar se construyeron durante medio siglo o más”, dijo a fines de abril el economista Barry Eichengreen, de la Universidad de California en Berkeley. “Pero se pueden perder en un abrir y cerrar de ojos”.
Históricamente, un dólar fuerte ha sido fomentado por los sucesivos gobiernos estadunidenses durante décadas, ya que ayuda a mantener bajos los costos de endeudamiento del país y, desde una perspectiva más geopolítica, le permite a Estados Unidos proyectar una imagen de poder en el extranjero.
También le ayuda a poner presión sobre otros países que no son aliados, como Irán, Rusia o Venezuela, limitándoles el acceso a su moneda, lo que les dificulta acceder a dólares para comerciar con otros países.
Incluso durante las crisis económicas por las que ha atravesado Estados Unidos en el pasado, la demanda de dólares se ha mantenido fuerte.
Sin embargo, hay analistas que señalan que el gobierno de Trump ve las cosas de otra manera.
Según esas versiones, el presidente considera que la fortaleza del billete verde es un obstáculo para la revolución manufacturera estadunidense que quiere impulsar.

Un dólar débil, le ayudaría a “restaurar la gloria” del sector manufacturero, volviendo a la “era dorada” de Estados Unidos.
“Trump no quiere un dólar fuerte porque aumenta las importaciones”, dice Siller.
Versiones extraoficiales señalan que existe un plan conocido como el “Acuerdo de Mar-a-Lago”, propuesto por Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump, para debilitar el dólar.
Ese plan estaría basado en la idea de que la condición del dólar como moneda de reserva mundial no es un privilegio, sino una costosa carga que ha jugado un papel importante en la desindustrialización de la economía estadunidense.
La demanda global de dólares, según ese argumento, eleva su valor, encareciendo los productos fabricados en Estados Unidos y esto, a su vez, genera déficits comerciales persistentes e incentiva a los fabricantes estadunidenses a trasladar la producción al extranjero, destruyendo los empleos locales.
“El plan de Miran, por astuto que parezca, se basa en un diagnóstico erróneo”, escribió Kenneth Rogoff, profesor de economía y políticas públicas en la Universidad de Harvard y execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los consumidores estadunidenses están atentos a una posible subida inflacionaria, en la medida que estarán pagando precios más altos por los productos importados, tanto por la imposición de aranceles como por la caída del dólar.
Aún está por verse qué pasará en los próximos meses con la guerra comercial de Trump, la inflación, las tasas de interés y cómo todo esto impactará en la trayectoria del dólar.
Parece haber, por el momento, más preguntas que respuestas, aunque las proyecciones de Wall Street apuntan a que el dólar está lejos de fortalecerse.