La mastografía es una herramienta valiosa para detectar el cáncer de mama cuando aún está limitado al seno y tiene muchas probabilidades de sanar; sin embargo, no importa cuán favorables sean las probabilidades de supervivencia con la detección temprana, estoy segura de que las mujeres prefieren no desarrollar cáncer de mama en primera instancia.
No obstante, aunque a una de cada ocho mujeres se le diagnosticará cáncer de mama en algún momento, en la actualidad, solo una minoría aprovecha las medidas relacionadas con el estilo de vida que pueden reducir las posibilidades de desarrollar la enfermedad, y, en grupos con un riesgo mayor que el promedio, son muchas menos las que toman medicamentos que pueden ayudar a prevenirlo.
Parte del problema podría deberse a la confusión provocada por los informes constantes de pruebas contradictorias acerca de lo que aumenta (o reduce) las posibilidades de que una mujer desarrolle cáncer de mama, que van desde los medicamentos que utiliza hasta los alimentos y bebidas que consume. Otro factor inhibidor es el tiempo limitado que los médicos pueden dedicar a evaluar el riesgo de una mujer de padecer cáncer de mama y a explicar los sacrificios complejos que implica la prevención del cáncer de mama.
En el informe más reciente publicado en la revista JAMA, expertos de la Universidad de California, campus San Francisco, revisaron pruebas convincentes de dos tipos de medicamentos que por lo general se recetan después del tratamiento del cáncer de mama y que también pueden ayudar a prevenir el cáncer en algunas mujeres que aún no padecen esta enfermedad. Un tipo consiste en dos medicamentos, el tamoxifeno y el raloxifeno, que inhiben la acción del estrógeno en tejidos selectivos. El otro consiste en tres inhibidores de la aromatasa, el anastrozol, el exemestano y el letrozol, que reducen los niveles de estrógeno en circulación que podrían estimular el desarrollo de los distintos tipos de cáncer de mama sensibles al estrógeno.
El hecho de que una mujer considere la posibilidad de usar esos medicamentos depende en parte de su estilo de vida y su historial médico. Aunque algunas mujeres podrían decidir ignorar la evidencia existente y seguir haciendo lo que disfrutan independientemente del riesgo asociado, los expertos señalan que las mujeres deberían ser capaces de, al menos, ponderar sus conductas con base en un riesgo mayor de padecer cáncer de mama. También deben tomar sus decisiones con base en su historial médico personal y los padecimientos que existen en su familia, la cual también puede ser propensa a la enfermedad.
El consumo de alcohol es un ejemplo típico. Incluso una pequeña cantidad de alcohol (menos de un trago al día) puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama, y cuanto más beba una mujer, mayores serán sus probabilidades de desarrollar esta enfermedad. Una amiga que hace poco recibió tratamiento para cáncer de mama en etapa temprana dejó de beber vino, lo cual derivó en una pérdida de peso que también podría reducir su riesgo de padecer un tipo de cáncer de mama nuevo o recurrente.
Por otro lado, el consumo moderado de alcohol, y de vino en particular, se asocia con un riesgo menor de padecer enfermedades cardiovasculares, por lo que, si las enfermedades cardiacas tienen mayor presencia en tu familia que el cáncer, puedes tomarte ese vaso de vino diario; sin embargo, en el caso del tabaco, fumar no es beneficioso para la salud, sino un riesgo para tus senos, así como todos tus órganos principales y tu vida.
Otro riesgo de padecer cáncer de mama que se puede modificar es el sobrepeso, en especial después de la menopausia, cuando la grasa corporal se convierte en la principal fuente de hormonas que fomentan el cáncer. La buena noticia es que las dos acciones que pueden ayudarte a perder el exceso de peso (una dieta saludable y actividad física habitual) también te protegen contra el cáncer de mama y reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiacas.
Muchas mujeres mayores se enfrentan a otra decisión confusa y controvertida: si deben o no someterse a terapia hormonal, para contrarrestar los síntomas de la menopausia que alteran la vida, y durante cuánto tiempo. Salvo que tengas antecedentes de cáncer de mama, el consejo actual para las mujeres que no se han sometido a una histerectomía consiste en someterse a una terapia hormonal combinada (es decir, con estrógeno y progestina) únicamente durante el tiempo necesario para controlar los síntomas, pero no más de unos cuantos años.
Un estudio reciente, publicado el 28 de julio en la revista JAMA, describió los efectos a largo plazo en el riesgo de padecer cáncer de mama en 27.347 mujeres posmenopáusicas a quienes se les asignó al azar tomar un remplazo hormonal o no. Más de dos décadas después, los autores, dirigidos por Rowan T. Chlebowski del Centro Médico de la Universidad de California en Los Ángeles, revisaron el estado de salud de las mujeres que participaron.
En las 10.739 mujeres que no tenían útero y que no corrían riesgos al tomar estrógeno por sí solo (por lo general, se añade progestina para prevenir el cáncer cervicouterino), la terapia hormonal menopáusica redujo significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de mama y morir. No obstante, en las 16.608 mujeres que sí tenían útero y tomaron la terapia hormonal combinada, la incidencia de cáncer de mama fue significativamente mayor, aunque no hubo un aumento en el riesgo de morir a causa de la enfermedad.
Al respecto de estos resultados, Christina A. Minami, cirujana especializada en cáncer de mama del Hospital Brigham and Women’s, y Rachel A. Freedman, oncóloga del Centro Oncológico Dana-Farber, escribieron que “es poco probable que los nuevos hallazgos provoquen que la terapia hormonal se utilice con el único propósito de reducir el riesgo de cáncer de mama”.
No obstante, Freedman señaló: “Si trato a una paciente que está sufriendo mucho por los síntomas de la menopausia y es candidata para la terapia solo con estrógeno, estos hallazgos garantizan que su riesgo de padecer cáncer de mama no aumentará con el tiempo”.
También existe la posibilidad de tomar un medicamento diario para evitar un posible cáncer de mama en mujeres con un riesgo elevado y que aún no han desarrollado la enfermedad. Jeffrey A. Tice, internista de la Universidad de California en San Francisco, sugirió que los médicos de las mujeres usen una de las calculadoras existentes de evaluación de riesgos para determinar la probabilidad de que la paciente pueda desarrollar cáncer de mama en los próximos cinco o diez años.
El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos llegó a la conclusión de que los beneficios del medicamento superan los riesgos para las mujeres posmenopáusicas con un tres por ciento de probabilidades o más de recibir un diagnóstico de cáncer de mama en un plazo de cinco años.
Tice y Yiwey Shieh sugirieron en la revista JAMA que, a partir de los 40 años, las mujeres más jóvenes con un historial familiar de cáncer de mama relevante y aquellas que han tenido muestras precancerosas en una biopsia de mama deberían considerar la terapia con medicamentos preventivos. Tice afirmó que las mujeres que se encuentran en el cinco por ciento en mayor riesgo de padecer cáncer de mama para su edad también podrían considerar el beneficio de la terapia preventiva y sus posibles riesgos, entre los que pueden estar los coágulos de sangre o la pérdida de densidad ósea, dependiendo del fármaco que se utilice.
“Cinco años de terapia pueden reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama hasta 20 años”, informó.