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¿Tienes corazón para la marihuana?

¿Tienes corazón para la marihuana?
Las investigaciones sugieren que fumar marihuana conlleva muchos de los mismos peligros para la salud cardiovascular que fumar tabaco. Foto: Gracia Lam/The New York Times

¿Tienes el corazón en buenas condiciones para fumar marihuana de manera segura? Un volumen cada vez mayor de informes médicos sugiere que quizás no.

Actualmente, el aumento del consumo de marihuana en público, incluso en ciudades como Nueva York donde su uso recreativo sigue siendo ilegal (aunque ya no se lleva a juicio), ha reforzado la creencia popular de que esta práctica es segura, e incluso buena para la salud.

“Mucha gente piensa que tiene un pase libre para fumar marihuana”, me dijo Salomeh Keyhani, profesora de Medicina en la Universidad de California, campus San Francisco. “Incluso escuché una sugerencia en la radio pública de que las empresas tabacaleras deberían cambiar de giro a la marihuana porque de ese modo estarían vendiendo vida en vez de muerte”.

Pero si ya eres un usuario habitual de marihuana recreativa o estás a punto de convertirte en uno, sería prudente que consideraras la evidencia médica que contradice este punto de vista, en especial para las personas con enfermedades cardiovasculares subyacentes.

En comparación con el tabaco, fumar marihuana causa un deterioro cinco veces mayor a la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre, informaron Keyhani y sus colegas.

En una revisión de evidencia médica publicada en enero en el Journal of the American College of Cardiology, los investigadores describieron una amplia gama de riesgos para el corazón y los vasos sanguíneos asociados con el consumo de marihuana.

Los autores, liderados por Muthiah Vaduganathan, cardiólogo del Brigham and Women’s Hospital en Boston, señalan que “la marihuana se está volviendo cada vez más potente, y fumarla conlleva muchos de los mismos peligros para la salud cardiovascular que fumar tabaco”.

Las presentaciones comestibles de marihuana también han sido implicadas como posibles causas de infarto, en especial cuando se consumen altas dosis del ingrediente activo THC (tetrahidrocannabinol).

Con respecto a fumar marihuana, Vaduganathan explicó: “Los productos de combustión que inhala un fumador de tabaco tienen un perfil de toxinas bastante similar al de la marihuana, por lo que los posibles efectos pulmonares y cardiacos pueden ser comparables. Cuando tratamos a pacientes debemos cambiar nuestro enfoque sobre el consumo de marihuana”.

Su equipo informó: “Aunque la marihuana se fuma con menos bocanadas, los volúmenes de bocanadas más grandes y las contenciones respiratorias más prolongadas pueden producir una mayor liberación de elementos inhalados”. En otras palabras, en comparación con el tabaquismo, la exposición a químicos perjudiciales para el corazón y los pulmones puede ser incluso mayor al fumar marihuana.

Vaduganathan afirmó estar especialmente preocupado por el creciente número de ataques cardiacos entre consumidores de marihuana menores de 50 años. En un registro de casos creado por sus colegas, en pacientes jóvenes que sufrieron un primer ataque cardiaco, “se identificó el acto de fumar marihuana como un factor muy común entre ellos”. El registro reveló que, incluso cuando se tuvo en cuenta el consumo de tabaco, el consumo de marihuana se asoció con el doble de riesgo de muerte entre personas menores de 50 años que sufrieron su primer ataque cardiaco.

Otros informes médicos han sugerido posibles razones. En un artículo de la revista Missouri Medicine, un equipo de investigación liderado por Carl J. Lavie del Instituto Cardiaco y Vascular John Ochsner en Nueva Orleans citó informes de casos de inflamación y coágulos en las arterias y espasmos de las arterias coronarias en adultos jóvenes que fuman marihuana.

Otro efecto dañino que ha sido relacionado con la marihuana es la alteración del sistema eléctrico del corazón, que provoca ritmos cardiacos anormales como la fibrilación auricular, que puede derivar en un accidente cerebrovascular. En un estudio a fumadores de marihuana, el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular se incrementó más de tres veces.

“Deberíamos realizar pruebas de detección y análisis del consumo de marihuana, en especial en pacientes jóvenes con síntomas de alguna enfermedad cardiovascular”, instó Vaduganathan.

Así mismo, el cardiólogo expresó especial preocupación por dos prácticas recientes: el vapeo de marihuana y el uso de variantes más potentes de la droga, como los productos de marihuana sintética.

“Vapear libera los químicos en el humo de la marihuana de manera más efectiva, lo cual deriva en mayores dosis para el corazón y efectos potencialmente nocivos más pronunciados”, afirmó. “La marihuana estimula una respuesta del sistema nervioso simpático: un aumento de la presión arterial, el ritmo cardiaco y las exigencias al corazón que pueden ser especialmente peligrosas en personas con enfermedades cardiacas preexistentes o con riesgo a desarrollarlas”.

El equipo de Vaduganathan estimó que más de 2 millones de adultos estadounidenses que dicen haber consumido marihuana también tienen enfermedades cardiovasculares establecidas, según datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición en 2015 y 2016.

Según Keyhani, quien trabaja en el Centro Médico VA de San Francisco, la combinación de fumar marihuana y las enfermedades cardiacas preexistentes es especialmente preocupante porque la inhalación de partículas de cualquier tipo puede perjudicar al corazón y los vasos sanguíneos.

“La marihuana es de un verde frondoso, y lo más probable es que la combustión de cualquier planta sea tóxica para la salud humana si los productos liberados se inhalan”, explicó. “Desafortunadamente, la base de investigación no es adecuada porque la marihuana no ha sido estudiada en ensayos clínicos aleatorios”.

Un problema importante en los intentos de aclarar los riesgos de la marihuana es que la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos la considera una droga de clasificación 1, por lo que es ilegal estudiarla de manera rigurosa en ensayos clínicos controlados.

Los científicos deben entonces recurrir a la mejor alternativa disponible para la investigación: estudios de cohorte prospectivos en los que se da seguimiento durante largos periodos a grandes grupos de personas con hábitos y factores de riesgo conocidos para evaluar su estado de salud. “El desafío es reclutar una cohorte de consumidores diarios de cannabis”, dijo Keyhani. “Es de suma importancia estudiar los efectos del cannabis en la salud, ahora que la prevalencia del consumo diario está aumentando. La ausencia de evidencia no es evidencia de su ausencia”.

Si bien no existen en la actualidad lineamientos oficiales, el equipo de Vaduganathan instó a aconsejar a cualquier persona con mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular que minimice su consumo de marihuana o, mejor aún, que la abandone por completo.

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