Una gigantesca turbina eólica está revolucionando una industria

Una gigantesca turbina eólica está revolucionando una industria
Un aspa de la turbina eólica Haliade-X de General Electric en el puerto de Róterdam, en los Países Bajos. Foto, Ilvy Njiokiktjien/The New York Times.

 

Cuando se ensamblan en conjuntos, las máquinas eólicas tienen el potencial de darle energía a ciudades enteras, con lo que reemplazan a las plantas vomitadoras de emisiones de carbón o de gas natural.

Girando sobre un terreno en la desembocadura del puerto de Róterdam, se encuentra una turbina eólica tan grande que es difícil fotografiarla. El diámetro de giro de su rotor es más largo que dos campos de fútbol americano uno al lado del otro. Los modelos futuros serán más altos que cualquier edificio en la porción continental de Europa occidental.

Equipada con sensores que recopilan datos sobre la velocidad del viento, la producción de electricidad y la presión en sus componentes, la máquina giratoria gigante en los Países Bajos es un modelo de prueba para una nueva serie de turbinas eólicas gigantes marítimas planificadas por General Electric (GE, por su sigla en inglés). Cuando se ensamblan en conjuntos, las máquinas eólicas tienen el potencial de darle energía a ciudades enteras, con lo que reemplazan a las plantas vomitadoras de emisiones de carbón o de gas natural que forman la columna vertebral de muchos sistemas eléctricos en la actualidad.

GE tiene la tarea pendiente de instalar una de estas máquinas en aguas oceánicas. Como una compañía relativamente nueva en el negocio de la energía eólica marina, GE enfrenta cuestionamientos sobre la rapidez y la eficacia con la que puede aumentar la producción para construir e instalar cientos de turbinas.

Pero las turbinas gigantes ya han captado la atención en la industria. Un alto ejecutivo del principal desarrollador de parques eólicos del mundo las calificó como “un salto con respecto a la última tecnología”. Un analista afirmó que el tamaño de la máquina y las ventas anticipadas habían “sacudido la industria”.

El prototipo es el primero de una generación de nuevas máquinas que son aproximadamente un tercio más potentes que las más grandes ya existentes en servicio comercial. Por ende, está cambiando los cálculos comerciales de fabricantes, desarrolladores e inversionistas de equipos eólicos.

Las máquinas de GE tendrán una capacidad de generación de energía que era casi inimaginable hace una década. Una sola podrá generar 13 megavatios de energía, suficiente para iluminar una ciudad de aproximadamente 12.000 hogares.

La turbina es capaz de producir tanta propulsión como los cuatro motores de un avión Boeing 747, según GE, y se desplegará en el mar, donde los desarrolladores han constatado que pueden plantar mayor cantidad de turbinas más grandes que en tierra para capturar vientos más fuertes y fiables.

La carrera para construir turbinas más grandes se ha acelerado mucho más rápido de lo que preveían muchas figuras de la industria. La Haliade-X de GE genera casi 30 veces más electricidad que las primeras máquinas marítimas instaladas en Dinamarca en 1991.

En los próximos años, es probable que los clientes soliciten máquinas incluso más grandes, dicen los ejecutivos de la industria. Por otro lado, también predicen que, al igual que los aviones comerciales alcanzaron su punto máximo con el Airbus A380, las turbinas llegarán a un punto en el que un mayor tamaño ya no tendrá sentido económico.

“También llegaremos a un punto máximo; simplemente no sabemos dónde está todavía”, dijo Morten Pilgaard Rasmussen, director de tecnología de la unidad eólica marítima de Siemens Gamesa Renewable Energy, el fabricante líder de turbinas marítimas.

Aunque las turbinas marítimas representan en la actualidad solo alrededor del cinco por ciento de la capacidad de generación de energía de la industria eólica en general, esta parte de la actividad comercial ha adquirido una identidad propia y se espera que crezca más rápido que la energía eólica terrestre en los próximos años.

GE comenzó a incursionar en la energía eólica en 2002, cuando adquirió el negocio de turbinas terrestres de Enron —una unidad exitosa de una compañía que se derrumbó por un espectacular escándalo de contaduría— en una subasta de bancarrota. Era una fuerza menor en la industria marítima cuando sus ejecutivos decidieron incursionar a fondo hace unos cuatro años. Vieron un mercado en crecimiento con solo un par de competidores occidentales serios.

Aún así, los jefes de GE entendieron que, para convertirse en una empresa líder en este entorno marino más desafiante, debían ser audaces. Procedieron a más que duplicar el tamaño de sus máquinas marítimas existentes, que habían llegado a GE a través de la adquisición del sector energético de la compañía francesa Alstom en 2015. La idea fue obtener una ventaja sobre competidores claves como Siemens Gamesa y Vestas Wind Systems, el fabricante de turbinas con sede en Dinamarca.

Una turbina más grande produce más electricidad y, por lo tanto, mayores ingresos que una máquina más pequeña. El tamaño también ayuda a reducir los costos de construcción y mantenimiento de un parque eólico porque se requieren menos turbinas para producir una determinada cantidad de energía.

La turbina eólica Haliade-X de General Electric en el puerto de Róterdam en los Países Bajos. Foto Ilvy Njiokiktjien/The New York Times.

Estas cualidades generan un poderoso incentivo para que los desarrolladores se decanten por las máquinas más grandes disponibles para ayudarlos en sus esfuerzos por ganar las licitaciones de acuerdos de suministro de energía desde el mar que muchos países han adoptado. Estas licitaciones varían en formato, pero básicamente los desarrolladores compiten para proporcionar energía durante varios años por el precio más bajo.

“Lo que buscan es una turbina que les permita ganar estas licitaciones”, dijo Vincent Schellings, quien ha dirigido el diseño y la producción de la turbina de GE. “Es ahí donde el tamaño de la turbina desempeña un papel muy importante”.

Entre los primeros clientes se encuentra Orsted, la empresa danesa que es la mayor creadora de parques eólicos marítimos del mundo. Tiene un acuerdo preliminar para comprar alrededor de 90 de las máquinas Haliade-X para un proyecto llamado Ocean Wind frente a Atlantic City, Nueva Jersey.

La turbina de GE se está vendiendo mejor de lo que quizás esperaban sus competidores, dicen los analistas.

El 1 de diciembre, GE llegó a otro acuerdo preliminar para proporcionar turbinas a Vineyard Wind, un enorme parque eólico frente a Massachusetts, y tiene contratos para suministrar 276 turbinas a lo que probablemente sea el parque eólico más grande del mundo en el banco Dogger, en el Reino Unido.

Estos acuerdos, junto con los contratos de mantenimiento que los acompañan, podrían sumar hasta 13.000 millones de dólares, estima Shashi Barla, analista principal de energía eólica en Wood Mackenzie, una firma de investigación de mercado.

GE aún debe descifrar cómo fabricar un gran número de máquinas de manera eficiente, inicialmente en las plantas de Francia y, quizás luego, en el Reino Unido y Estados Unidos. Con un escaso historial marítimo, GE también debe demostrar que puede instalar y mantener de manera confiable las grandes máquinas en el mar, mediante la utilización de barcos especializados y lidiar con condiciones climáticas adversas.

“GE tiene mucho que demostrarles a los propietarios de activos para que estos adquieran turbinas GE”, dijo Barla.

Fabricar máquinas más grandes ha sido una labor más sencilla y barata para Siemens Gamesa, el principal rival de GE, que ya está construyendo un prototipo para una nueva máquina más potente en su complejo marítimo en Brande, en la península de Jutlandia, en Dinamarca. El secreto: los nuevos modelos cada vez más grandes de la compañía no se han distanciado mucho de un formato que tiene diez años de antigüedad.

“Los aspectos fundamentales de la máquina y su funcionamiento siguen siendo los mismos”, dijo Rasmussen, director de tecnología de la unidad, lo que conduce a un “punto de partida que fue un poco mejor” que el de GE.

Parece haber mucho espacio para la competencia. John Lavelle, director ejecutivo del sector industrial marítimo de GE, dijo que las perspectivas del mercado “aumentan cada año”.

 

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