Macron está convencido de que la crisis actual, caracterizada por el revanchismo de Rusia tras su aparente humillación por parte de Occidente, indica que no se ha podido replantear la seguridad colectiva de Europa después del fin de la Guerra Fría.
PARÍS — Esta semana, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se reunió con algunos periodistas alrededor de una mesa mucho más pequeña que la placa ovalada de seis metros en la que confrontó al presidente ruso Vladimir Putin en Moscú, para reconocer que la crisis de Ucrania le estaba quitando “más de la mitad de mi tiempo, la mayor parte de mi tiempo” porque el mundo se encuentra “en un momento crítico” de la historia.
Esta mesa estaba a unos diez kilómetros de la tierra, en el avión presidencial que la semana llevó a Macron con celeridad a Moscú; a Kiev, la capital de Ucrania; y a Berlín, donde alertó acerca de un daño “irreversible” si Rusia invadía Ucrania y señaló que era crucial “no aceptar la fatalidad”.
Macron está convencido de que la crisis actual, caracterizada por el revanchismo de Rusia tras su aparente humillación por parte de Occidente, indica que no se ha podido replantear la seguridad colectiva de Europa después del fin de la Guerra Fría. Parece que, al menos en eso, coincidieron Macron y Putin. La enorme tarea que se le presenta a Macron es determinar qué podría suplirla y convencer a los demás, entre ellos a Estados Unidos, sobre sus bondades.
Para el final de la semana, el estancamiento con Rusia, el cual dio lugar a maniobras militares en torno a las fronteras de Ucrania, parecía más amenazante que nunca. Sin embargo, a solo nueve semanas de las elecciones presidenciales, Macron ha hecho la arriesgada apuesta de poder convencer a Putin de que recurra al diálogo y de que los electores franceses estarán más complacidos con su autoridad a nivel global que enfadados por su falta de atención.
Si fracasa, no solo se arriesga a perder sus votos y su confianza, sino a dañar su prestigio y el de su país al ser visto en el extranjero como un líder que se extralimitó.
Consciente de esa percepción, se ha esmerado mucho en coordinar sus esfuerzos con los de otros dirigentes europeos, algunos de ellos desconfiados, y con Joe Biden, el presidente de Estados Unidos. El viernes, en una conversación de 75 minutos entre los líderes de Occidente, se activó un frente unido para convencer a Rusia de “distender la crisis y optar por el camino del diálogo”, manifestó la Comisión Europea.
Cuando cayó el Muro de Berlín, Macron tenía 11 años y Biden, 46, por lo que tal vez es inevitable que haya ciertas divergencias de opinión. Macron no ve ninguna razón para que la estructura de la alianza que prevaleció sobre la Unión Soviética sea eterna.
“El tema no es la OTAN, sino cómo creamos una zona de seguridad”, comentó.
“¿Cómo podemos vivir en paz en esta región?”. Macron insinuó que parte de su objetivo en Moscú había sido hacer que Putin dejara su obsesión por la OTAN —que Ucrania no debe unirse nunca a esta organización— y se concentrara en otro “esquema”. Mencionó que le había dicho al dirigente ruso que “el esquema que usted propone es falso”.
Macron sostuvo que era necesario presentarse en el Kremlin y enfrentar al hombre que le ha puesto una pistola en la cabeza a Occidente con 130.000 soldados congregados en la frontera de Ucrania. Se ganaba tiempo al abrir otra ruta diplomática, más flexible que el intercambio de cartas entre Rusia y Estados Unidos que en repetidas ocasiones Macron rechazó por considerarlas inútiles, y programar reuniones para la próxima semana. Se esperaba que los dirigentes volvieran a conversar el sábado.
Los líderes se confrontaron el lunes durante un lapso de cinco horas. Macron destacó que insistió tanto en “las garantías que pueda darme acerca de la situación en la frontera”, que en algún momento Putin dijo que estaba siendo “torturado”.
Con igual insistencia, Putin, reprobó la expansión de la OTAN hacia el Este desde 1997 y la agresión que esto implicaba.
Cuando le preguntaron acerca de esa mesa tan larga y ridiculizada, Macron dijo: “Bueno, para nada era algo fraternal”.
El Kremlin no ha aceptado que Macron haya obtenido alguna concesión, pero dijo que su enfoque tenía “simientes de razón”, a diferencia del intento de diplomacia por parte del Reino Unido, el cual fue tachado por el ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, de una conversación entre “sordos y mudos”.
No se sabe bien cuál podría ser el nuevo esquema de Macron para la seguridad de Ucrania y de Europa. Pero, al parecer, de alguna manera ofrecería a Ucrania garantías inquebrantables de su soberanía e independencia en ciertas formas que su membresía a la OTAN se quedara como una ilusión, mientras que, a la vez, Rusia se quedaría satisfecha de que la seguridad de Ucrania no se hubiera reforzado a expensas de Moscú.
En efecto, Macron cree que es posible hacer un truco de prestidigitación que, al mismo tiempo, haga que los ucranianos permanezcan libres y seguros y miren hacia Occidente para su futuro, y que Putin pueda seguir pensando que ambos países forman un “espacio histórico y espiritual”, mientras lo plasma en un análisis de 5,000 palabras sobre “la unidad histórica de los rusos y los ucranianos”, publicado el verano pasado.
Este es un concepto híbrido, pero no algo inusual de su autor. A través de los años, Macron se ha llegado a conocer como el presidente de “al mismo tiempo” por sus constantes malabares de diferentes aristas de los asuntos —primero a favor de disminuir la dependencia de Francia en la energía nuclear, ahora a favor de aumentarla— y por su intricada disección de los problemas que en ocasiones deja a los observadores preguntándose qué es lo que él cree en realidad.
Macron ha tenido que trabajar mucho para mantener alineados con sus intentos diplomáticos a los gobiernos europeos dudosos, sobre todo los que solían vivir bajo el yugo soviético. Puesto que ahora Francia tiene la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, ha tratado de comunicarse con todos, lo cual es una de las razones por las que Ucrania le está quitando su tiempo.
Sus horarios tendrán que cambiar de alguna manera las siguientes semanas. Macron todavía no anuncia su candidatura para ser reelegido como presidente, pero es casi seguro que tenga que hacerlo en el transcurso de las próximas semanas. La fecha límite es el 4 de marzo y la primera ronda de votaciones es el 10 de abril.
Aunque Macron haya provocado malestar por sus críticas a la OTAN, se ha mantenido firme en no ceder a las demandas de Putin.
Al preguntarle cuándo se dedicaría a anunciar su candidatura, señaló: “En algún momento tendré que ponerme a pensar en ello. Nada se puede hacer con premura. Tiene que ser en el momento adecuado”.
Si Macron no encuentra ese momento ideal, su diplomacia y sus ideas de una seguridad europea reinventada pueden quedar en nada. Lo que puede ser factible en un segundo periodo de cinco años al frente de Francia, seguramente no lo será antes del 24 de abril, la fecha de la segunda ronda de las elecciones.