Adaptar las ventanas para hacerlas más visibles a las aves es una manera de ayudar. Investigadores y fabricantes han supuesto durante mucho tiempo que estos productos eran más eficaces en el exterior, pero colocarlos allí suele requerir escaleras o incluso andamios.
Estás cerca de una ventana y escuchas un golpe. Te asomas y hay un ave cantora muerta. Mucha gente trata de evitar esta triste situación advirtiéndoles a los pájaros con calcomanías o películas colocadas en las ventanas de casas y edificios de oficinas, pero hay un gran inconveniente, según sugiere un estudio nuevo: estos productos solo funcionan si se colocan en la parte exterior del cristal.
“La gente que compra calcomanías y las pone en las ventanas tiene buenas intenciones, quiere hacerles un favor a los pájaros”, afirmó John Swaddle, profesor de Biología del College of William & Mary y autor del estudio, publicado el jueves en la revista de investigación PeerJ. “Pero sí hay que dar el paso adicional de ponerlas en el exterior de la ventana”.
Cada año, cientos de millones de aves mueren en Estados Unidos al estrellarse contra un cristal. Junto con otros problemas, como la reducción del hábitat por el desarrollo, el cambio climático y la caza por gatos, las aves han sufrido pérdidas asombrosas de población neta. Según los científicos, desde 1970 han desaparecido casi 3000 millones de aves de Estados Unidos y Canadá.
Adaptar las ventanas para hacerlas más visibles a las aves es una manera de ayudar. Investigadores y fabricantes han supuesto durante mucho tiempo que estos productos eran más eficaces en el exterior, pero colocarlos allí suele requerir escaleras o incluso andamios, por lo que a veces la gente se limita a ponerlos en el interior y cruzar los dedos.
Al iniciar el estudio, Swaddle esperaba encontrar al menos algún beneficio en ese tipo de casos. Su equipo no encontró ninguno. “En realidad, lo único que estás haciendo es decorar el interior”, afirmó.
Los consumidores bienintencionados pueden caer en otras estrategias ineficaces, como pegar una o dos siluetas de aves de presa en una ventana, incluso por fuera, pero, de acuerdo con los expertos, los pájaros no reconocen esas siluetas como depredadores y podrían simplemente intentar esquivarlas y entonces golpear otra parte del cristal. American Bird Conservancy, una organización sin fines de lucro, analizó unos 200 materiales y tratamientos para ventanas en relación con la seguridad de las aves, sobre todo tipos de cristal para construcciones nuevas, pero también películas, calcomanías y otros.
“Tienen que tener una especie de diseño”, aseguró Christine Sheppard, directora del programa de choques contra cristales de esa organización. “El espaciado y el grosor de las líneas o puntos, o lo que sea que utilices, es fundamental”. Además, señaló que las personas que viven en pisos altos con ventanas que no se abren en ocasiones pueden pedirles a los encargados de limpiar cristales que coloquen el tratamiento.
Otra medida importante para ayudar a las aves, que no solo involucra las ventanas, consiste en apagar los focos. Las luces atraen a las aves y las desorientan. Los expertos recomiendan utilizar iluminación exterior con sensor de movimiento, sobre todo reflectores de exterior.
Aun así, según la American Bird Conservancy, la mayoría de los impactos se producen durante el día y, aunque las personas suelen dar por sentado que los edificios altos son los culpables principales, las casas y los edificios bajos son responsables de la gran mayoría de estos.
Muchos habitantes no se dan cuenta de que los pájaros se estrellan contra sus ventanas, pues estos salen volando antes de sucumbir a sus heridas o los gatos se llevan el cadáver antes de que una persona lo descubra. Durante la pandemia, los informes sobre choques con aves aumentaron bruscamente porque, de repente, la gente estaba en su casa y los veía o escuchaba con más frecuencia.
Para estudiar la eficacia de colocar material en el interior y no al exterior de las ventanas, Swaddle y su equipo utilizaron pinzones cebra, a los que protegieron del impacto con una fina malla delante del cristal. Las aves cantoras domesticadas ven y vuelan como las silvestres, explicó Swaddle, pero ofrecen resultados más realistas porque no se asustan al soltarlos. Cuando se pusieron a prueba los dos productos en el exterior del cristal, estos aumentaron la evasión de las ventanas hasta en un 47 por ciento. Si se ponían en el interior, eran ineficaces. Uno era invisible para los humanos y el otro utilizaba un patrón de diminutos rombos naranjas y negros.
El proyecto recibió financiamiento de una empresa que fabrica una de las películas para ventanas que se probaron y, de acuerdo con los autores, esta no tuvo “ninguna participación en el diseño del estudio, la recopilación y el análisis de datos, ni en la decisión de publicar el manuscrito o prepararlo”.
“El estudio es sólido”, aseveró Scott R. Loss, profesor de Ecología de la Universidad Estatal de Oklahoma, quien ha estudiado a fondo los impactos de aves en ventanas y quien no participó en la investigación. En el pasado, cuando los propietarios y administradores de viviendas le han preguntado si pueden aplicar tratamientos en el interior, él los ha instado a no hacerlo, pero nunca ha contado con un estudio arbitrado que sustente su postura.
“Se trata de una contribución muy valiosa que ahora podremos citar”, concluyó.