Al ser la única hermana Mirabal que sobrevivió al régimen de Trujillo, Dedé tuvo que luchar con su culpa y encontrarle el sentido a seguir con vida. Lo hizo transmitiendo el legado de sus hermanas.
Durante más de 50 años, Dedé Mirabal llevó a cuestas un peso aplastante: sus tres hermanas fueron asesinadas en 1960 por esbirros de Rafael Trujillo, el cruel dictador de la República Dominicana.
Al ser la única hermana Mirabal que sobrevivió al régimen de Trujillo, Dedé tuvo que luchar con su culpa y encontrarle el sentido a seguir con vida. Lo hizo transmitiendo el legado de sus hermanas como si lo hicieran las propias “mariposas”, el nombre en clave que sus hermanas habían adoptado como adversarias de Trujillo.
Dedé Mirabal escribió acerca de los actos revolucionarios de sus hermanas en sus memorias de 2009, “Vivas en su jardín”, y preservó su recuerdo en un museo, la Casa Museo Hermanas Mirabal, en su ciudad natal, Conuco, del que fue directora y donde ofrecía recorridos frecuentemente.
Allí les contaba a los niños que visitaban el lugar cómo la muerte de sus hermanas contribuyó a desencadenar una revolución que derivó en el derrocamiento de Trujillo en 1961, lo cual allanó el camino para la restauración de la democracia.
“¿Por qué a usted no la mataron?”, le preguntaban los niños.
“Y les respondo: ‘Quedé viva para contarles la historia’”, escribió en sus memorias.
Bélgica Adela Mirabal Reyes, nació el 1.° de marzo de 1925; sus padres fueron Enrique Mirabal Fernández y Mercedes Reyes Camilo. Fue la segunda de las cuatro hermanas Mirabal: María Teresa nació en 1935, Patria en 1924 y Minerva en 1926. La familia vivía en una finca próspera cerca de la ciudad de Salcedo, donde también tenían un molino de café y una tienda de artículos generales.
Su madre era amorosa, pero estricta, estaba obsesionada con la limpieza y era aficionada a decirles a sus hijas: “La pobreza la amó Dios, pero la asquerosidad no”.
Enseñó a sus hijas a coser. “¿Y a quién se le ocurría levantarse y dejar su cama sin arreglar? Ella no lo permitía”, escribió Dedé. Por el contrario, su padre la llevaba sobre los hombros mientras caminaba por los campos y a menudo expresaba su apoyo a sus hijas.
La apacible educación de las hermanas en el campo fue interrumpida por Trujillo, quien era el comandante en jefe del ejército dominicano cuando tomó el poder en un golpe de Estado en 1930. Tomó el control de la economía y monopolizó la producción de sal, carne, arroz y tabaco en beneficio propio y de su familia. A su muerte, “su imperio había crecido tanto que controlaba casi el 80 por ciento de la producción industrial del país”, escribió el historiador Frank Moya Pons en “The Dominican Republic: A National History” (2010).
Si bien su apetito voraz le valió a Trujillo el sobrenombre de la “Cabra”, se autonombró “Padre de la Patria Nueva” y utilizó a sus tropas para hacer cumplir su voluntad mediante el terror y la tortura.
Los actos de resistencia de las hermanas comenzaron con Minerva, quien se enteró de las injusticias del régimen de Trujillo cuando fue a la universidad en Santo Domingo, la capital. Minerva había llamado la atención de Trujillo, cuyas insinuaciones rechazaba con frecuencia. Cuando se organizó una fiesta en su honor en 1949 en San Cristóbal, cerca de la finca de la familia Mirabal, se aseguró de que asistieran ella y su familia.
“Nosotros, además, estábamos preocupados porque ella no fuera a tomar de una copa que supuestamente el dictador brindaba, y sobre la que circulaban rumores de que contenía una especie de droga que hacía que las mujeres cayeran rendidas en sus brazos”, escribió Dedé.
Minerva bailó con Trujillo y tuvo la audacia suficiente para dejar claro que no le gustaba su política. “¿Y si yo mando mis seguidores a conquistarla?”, amenazó.
La familia decidió marcharse de la fiesta después de ese pleito, lo cual era un insulto, ya que el protocolo exigía que nadie se marchara antes que Trujillo, por lo que oficiales militares detuvieron a Minerva y a su padre. Ofrecieron dejarlos en libertad si Minerva se encontraba con Trujillo en una habitación de hotel; ella se negó. Ella y su padre fueron liberados de cualquier manera, pero Minerva quedó bajo vigilancia.
Minerva se convirtió en líder de la resistencia, y Patria y María Teresa pronto se unieron a ella, aun cuando se casaron y formaron una familia. Las hermanas reclutaron a sus esposos en la lucha.
En 1960, Minerva, su esposo Manolo y otras figuras opuestas a Trujillo organizaron una campaña de resistencia conocida como el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, llamado así por la fecha del fallido intento de golpe de Estado de 1959 contra Trujillo orquestado por exiliados dominicanos en Cuba.
Trujillo arrestó a muchos de los conspiradores, entre quienes se encontraban las tres hermanas Mirabal y sus esposos; más tarde liberó a todas las presas políticas mujeres con la esperanza de aumentar su popularidad.
En 1948, Dedé se casó con Jaime Fernández, a quien describió como “un hombre violento y guapo”. Su relación duró treinta y cuatro años, de los cuales afirmó que dieciocho fueron buenos. Tuvieron tres hijos.
Dedé solo fue un testigo solidario en la lucha contra Trujillo (según algunos relatos, porque su esposo no le permitía participar). Cuando sus hermanas se reunían con otros activistas, ella cuidaba a sus hijos.
“Vivíamos en el miedo, y no hay nada tan dañino como el miedo”, escribió en sus memorias.
El 25 de noviembre de 1960, las hermanas Mirabal fueron a visitar a sus esposos encarcelados en Puerto Plata acompañadas de su chofer, Rufino de la Cruz. Él era la única persona dispuesta a llevarlas, ya que corría el rumor de que Trujillo planeaba atacar a la familia Mirabal. Los rumores fueron acertados. Mientras las hermanas se dirigían a casa, los matones de Trujillo detuvieron su auto y asesinaron al conductor en el lugar.
De acuerdo con muchos testimonios, las hermanas fueron secuestradas a punta de pistola y asesinadas a golpes. Volvieron a colocar los cuerpos en el auto y posteriormente lo lanzaron por un acantilado.
No se leyeron panegíricos en el funeral de las hermanas. “¿Quién podía sacar fuerzas para hablar en un momento tan duro?”, escribió Dedé. Tuvieron que sacarla del cementerio. Escribió: “Yo no paraba de gritar: ‘¡Asesinos, las mataron!’”.
Las hermanas mártires hirieron la conciencia del pueblo dominicano de una manera que no lo habían hecho las muertes de otras víctimas de Trujillo. “Provocó algo en su machismo”, escribió Bernard Diederich en su libro “Trujillo. The Death of the Dictator” (2000).
El 30 de mayo de 1961, casi seis meses después de la muerte de las hermanas, Trujillo fue emboscado y asesinado por pistoleros, algunos de los cuales eran socios suyos, y su familia huyó del país.
Al morir, las hermanas Mirabal fueron aclamadas como heroínas de la revolución.
En 1999, Naciones Unidas designó el 25 de noviembre, aniversario de su asesinato, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La casa de su infancia se convirtió en el museo que dirigía Dedé Mirabal, y el libro de 1994 de la novelista dominicanoestadounidense Julia Álvarez, “En el tiempo de las mariposas”, consolidó el legado de las hermanas Mirabal, incluyendo a Dedé.
Dedé se pasó la vida contando la historia de sus hermanas y criando a sus seis hijos con la ayuda de su propia madre. “Esa responsabilidad para con los hijos y las hijas de mis hermanas y los míos fue lo que nos obligó a continuar”, escribió, aunque fue un reto explicar cómo habían perdido a sus madres, “sin que esto los afectara sicológicamente”.
La hija de Minerva, Minou Tavárez Mirabal, se convirtió al crecer en diputada y viceministra de Relaciones Exteriores.
“Me consuela pensar que mi madre, Minerva, no se equivocó cuando hacía caso a las advertencias sobre lo peligroso que era enfrentarse a Rafael Leónidas Trujillo”, señaló en un discurso de 2006, “y siempre respondía con estas mismas palabras: ‘Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte’”.
Uno de los hijos de Dedé, Jaime David Fernández Mirabal, fue vicepresidente de la República Dominicana de 1996 al 2000.
Dedé Mirabal murió el 1.° de febrero de 2014. Tenía 88 años.
“Puedo decir: he cumplido con la patria. Puedo decir: he levantado una familia honesta”.