La mayoría de los países con ingresos más altos pudieron ordenar con anticipación suficientes vacunas para inmunizar a sus poblaciones varias veces, mientras que otros tuvieron problemas para asegurar sus dosis.
Más de tres cuartas partes de los 500 millones de dosis de vacunas que se han administrado, han sido usadas por los países más ricos del mundo. La razón, según los expertos, radica en cómo y cuándo se establecieron los acuerdos por las dosis.
En los primeros días de la pandemia, cuando los fabricantes de medicamentos empezaban a desarrollar vacunas, hacer pedidos de cualquiera de esos fármacos era un riesgo. Los países más ricos mitigaron ese riesgo al ordenar pedidos de múltiples vacunas y, al hacerlo, limitaron las dosis que los países más pequeños podrían haber comprado, afirman los expertos.
Como resultado, la mayoría de los países con ingresos más altos pudieron ordenar con anticipación suficientes vacunas para inmunizar a sus poblaciones varias veces, mientras que otros tuvieron problemas para asegurar sus dosis. A lo largo de 2020, incluso los países de ingresos medios experimentaron dificultades para obtener contratos.
“Lo vimos con países como Perú y México”, dijo Andrea Taylor, investigadora de la Universidad de Duke que analiza los acuerdos para la compra de vacunas. “El dinero no era un problema para ellos. Tienen el financiamiento para hacer las compras, pero no pudieron al frente de la fila”.
Los países de bajos ingresos celebraron sus primeros acuerdos importantes de compra de vacunas en enero de 2021, ocho meses después de que Estados Unidos y el Reino Unido hicieran sus primeras negociaciones, según datos compilados por UNICEF.
Esa situación ha hecho que, al 30 de marzo, el 86 por ciento de las inyecciones en todo el mundo se hayan administrado en países de ingresos altos y medianos. Solo el 0,1 por ciento de las dosis han llegado a los países de bajos ingresos.
“Las desigualdades están creciendo, desafortunadamente”, dijo Taylor, “y creemos que eso seguirá sucediendo durante, al menos, los próximos seis meses, mientras los países ricos continúan adquiriendo la mayoría de las dosis que salen de las líneas de producción”.
COVAX, una iniciativa global para distribuir las vacunas que es dirigida por la Organización Mundial de la Salud y otros organismos, ha tratado de aliviar algunos de los desequilibrios. Su objetivo principal es proporcionar vacunas a 92 países de bajos ingresos, a través de un programa llamado Compromiso de Mercado Avanzado (AMC, por su sigla en inglés). Esas vacunas se pagan con donaciones en efectivo de gobiernos y organizaciones; Estados Unidos ha donado 2500 millones de dólares, por ejemplo, y Alemania colaboró con 1100 millones de dólares.
Para los países que pueden pagar sus propias vacunas, COVAX también ofrece una manera de comprar dosis sin adelantarse en la fila, actuando como intermediario entre esos países y las compañías farmacéuticas. Como incentivo, COVAX negoció desde antes acuerdos que cualquiera de sus países miembros podría utilizar, aprovechando su capacidad para realizar pedidos más grandes antes de la pandemia. A su vez, los países que compraron vacunas, a través de esos acuerdos tendrían que esperar su turno, con el fin de recibir las dosis tan pronto como los países de ingresos más bajos.
Al 30 de marzo, COVAX ha enviado 32,9 millones de dosis de vacunas a 70 países y regiones. La mayoría fueron donaciones a países de bajos ingresos. Para poner ese número en contexto, eso solo representa el 6 por ciento de los 564 millones de dosis que se han administrado en todo el mundo.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud espera que la oferta aumente.
Según un presupuesto publicado el mes pasado, la organización dijo que COVAX estaba “en camino de alcanzar su objetivo de suministrar al menos 2000 millones de dosis de vacunas en 2021”. Y 1300 millones de esas dosis, según el presupuesto, serían donaciones a países de menores ingresos.
Pero, a pesar de esos aportes, es posible que los países pobres tengan que esperar años antes de que sus poblaciones puedan vacunarse por completo.
Kenia, por ejemplo, proyecta que para 2023 solo tendrá vacunada al 30 por ciento de su población, y eso porque COVAX cubrirá el primer 20 por ciento. Esa larga espera le daría al virus más tiempo para propagarse y podría originar nuevas mutaciones.
La carrera mundial por las dosis también ha influido al momento de definir los países que recibirán determinado tipo de vacunas. Como gran parte del suministro de las vacunas Pfizer y Moderna ya fueron reservadas por los países más ricos, China, India y Rusia se han convertido en importantes proveedores de vacunas para los países de bajos ingresos. Y algunos expertos creen que esos gobiernos pueden usar esas relaciones para ejercer influencia política.
“Darles poder a otras naciones con acceso a las vacunas es una gran herramienta que puede ejercer una influencia considerable”, dijo Dania Thafer, directora ejecutiva del Foro Internacional del Golfo, un grupo de expertos con sede en Washington.
La vacuna de Oxford-AstraZeneca se ha vuelto omnipresente: al menos 94 países de diferentes niveles de ingresos han administrado sus dosis. Su precio más bajo y su almacenamiento relativamente fácil la posicionan como un elemento crucial del esfuerzo mundial de vacunación, pero recientemente ha sufrido una serie de contratiempos.
Un estudio encontró que esa vacuna mostró una efectividad relativamente baja en la prevención de casos leves y moderados de la variante más contagiosa que es dominante en Sudáfrica, lo que hizo que el gobierno de ese país suspendiera su implementación.
En una declaración conjunta publicada el martes, más de dos decenas de jefes de gobierno y agencias internacionales pidieron “un nuevo tratado internacional para la preparación y respuesta ante una pandemia”. Destacaron la importancia de un enfoque coordinado para las pandemias futuras, incluso en los esfuerzos de vacunación.
“La inmunización es un bien público mundial y debemos poder desarrollar, fabricar y desplegar vacunas lo más rápido posible”, dijo el comunicado.