Los electores prefirieron lo aburrido a lo grandilocuente y se quedaron con la tendencia de Biden a pontificar

Los electores prefirieron lo aburrido a lo grandilocuente y se quedaron con la tendencia de Biden a pontificar
El presidente Joe Biden habla sobre su decisión de retirar al ejército estadounidense de Afganistán en la Casa Blanca, en Washington, el 8 de julio de 2021. Foto, Sarahbeth Maney/The New York Times.

Las ambiciones de Biden son enormes y en ocasiones el espíritu de su presidencia ha llegado a ser dramático: el fin de la guerra más larga de la nación, un enfoque histórico en la equidad y las mayores propuestas de gasto de la historia.

Hasta al presidente Joe Biden le pareció que había sido en extremo solemne.

“Sé que es un discurso aburrido”, dijo el 46.° presidente de Estados Unidos al final de 31 minutos y 19 segundos llenos de estadísticas (2374 puentes de Illinois), estudios académicos (el cuidado infantil in situ aumenta la productividad), comparaciones del producto interno bruto mundial (China solía ser el número nueve, pero ahora es el número dos) y predicciones de un crecimiento económico del 7,4 por ciento (aunque “la OCDE cree que podría ser mayor”, señaló Biden, en referencia a la no precisamente emocionante Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

El discurso del presidente del miércoles, pronunciado ante una multitud de seguidores amables y respetuosos en el McHenry County College de este suburbio de Chicago, incluyó hasta el término “reconciliación”, que Biden no tardó en admitir que era una palabra “elegante” de Washington.

Mientras el presidente viaja por el país para presentar su plan de gastar billones de dólares, a fin de remodelar la economía estadounidense, se enfrenta a una realidad retórica que lleva mucho tiempo afectando a muchos de sus predecesores: hay una gran diferencia entre explicar e inspirar, y a Biden, a quien su secretario de prensa llamó hace poco “explicador en jefe”, a menudo le cuesta alcanzar las alturas oratorias potenciales del cargo que ocupa.

Las ambiciones de Biden son enormes y en ocasiones el espíritu de su presidencia ha llegado a ser dramático: el fin de la guerra más larga de la nación, un enfoque histórico en la equidad y las mayores propuestas de gasto de la historia. A veces describe su agenda como una manera de demostrar que el concepto de democracia por sí solo puede dar resultados para el pueblo.

A la Casa Blanca le parece que Biden tiene la capacidad para bajar la temperatura política en Washington tras cuatro años de un gobierno caótico. Sin embargo, al igual que los expresidentes Barack Obama, que una vez dio una respuesta de 17 minutos a una pregunta sobre la atención sanitaria, y Bill Clinton, que se vio obligado a pedir disculpas a un cómico nocturno por un pésimo discurso en una convención, a veces puede perderse en las minucias.

No hay duda de que los detalles de gobernar son tediosos. Pero cuando el presidente comienza un discurso, lo que puede parecer un drama de alto riesgo para los que forman parte del gobierno, a menudo parece material de documentales de la PBS para el resto del país.

“Hay un vacío legal en el sistema que se llama base escalonada”, explicó Biden el miércoles con una minuciosidad exagerada y describió el caso de una persona adinerada que debe impuestos por la venta de unas acciones. “Si al ir a cobrarlas me atropella un camión, Dios no lo quiera, y me muero, se las dejo a mi hija y ella no tendría que pagar impuestos. No es un impuesto de sucesiones. ¡Era un impuesto que se debía pagar 10 segundos antes!”.

Si al público le resultaba difícil seguirlo (los estudiantes y el profesorado de McHenry estuvieron sentados en silencio la mayor parte del tiempo), los detalles de los discursos de Biden a menudo también lo enredan, lo cual da lugar a balbuceos, tropiezos, pausas y correcciones en tiempo real mientras se esfuerza por seguir el denso material del teleapuntador.

“Zanjamos ese vacío legal y eso nos ahorra 400.000 millones de dólares al año, no al año, 400.000 millones de dólares a lo largo de este periodo”, dijo Biden batallando para llegar al final de su conferencia sobre el vacío legal de la base escalonada.

El presidente no siempre es aburrido. Su pasión y empatía pueden aparecer en sus comentarios, a menudo interrumpidos por su característico susurro para enfatizar.

Y, en ocasiones, el tema es interesante por sí solo, como ocurrió el jueves cuando defendió su decisión de retirar al ejército estadounidense de Afganistán para poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos.

En ese discurso, Biden habló en términos contundentes sobre el lugar de la guerra en el arco de la historia y declaró que “Estados Unidos no puede permitirse el lujo de seguir atado a políticas que responden al mundo de hace 20 años”.

En Washington, las críticas suelen venir del otro lado del pasillo político. Pero en lo que respecta a la inclinación de Biden a pontificar, se sabe que hasta sus aliados más cercanos reconocen que la tiene.

Durante una audiencia de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado en 2005, Obama, entonces un joven senador, se exasperó durante un largo monólogo de Biden, el principal demócrata del panel en aquella época.

“Dispárame en este instante”, le escribió Obama a un asistente mientras Biden hablaba.

Su tendencia a los discursos largos y detallados no desapareció como vicepresidente. Y como candidato a la presidencia, Biden fue criticado a veces por no exhibir el mismo tipo de actuaciones poderosas que sus rivales.

Ese contraste nunca fue más impactante que con el expresidente Donald Trump, cuyos discursos belicosos, incoherentes y en los que podía decir cualquier cosa eran tan largos como los de Biden, si no es que más largos, pero rara vez eran aburridos en el sentido tradicional. (En 2016, siendo candidato, Trump expulsó a un seguidor que llevaba puesta una gorra con las siglas MAGA de su campaña que tuvo la osadía de levantarse durante un discurso y manifestar: “¡Esto es aburrido!”).

Parece ser que los electores prefirieron lo aburrido a lo grandilocuente y, por ello, Biden y sus asesores de la Casa Blanca no se disculpan. 

De hecho, aun después de reconocer que su discurso del miércoles había sido poco cautivador —incluso para él—, Biden hizo otra advertencia al público presente y a los que lo veían por televisión.

Tal vez haya sido un discurso aburrido, dijo, “pero es un discurso importante”.

 

Discurso en McHenry
El presidente Joe Biden habla como parte de una gira en McHenry County College, en Crystal Lake, Illinois, el 7 de julio de 2021. Foto, Tom Brenner/The New York Times.

 

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