Los objetivos de “Rebelión en Mecedoras” eran: Chase, subsidiario de JPMorgan Chase, Wells Fargo, Citibank y Bank of America, los mayores inversionistas en proyectos de combustibles fósiles, de acuerdo con informe de 2022 de Rainforest Action Network y otros grupos ambientalistas.
Eran padres, abuelos, tías abuelas y tíos abuelos de entre 50 y 80 años o más, que juntos desafiaron las gélidas temperaturas para manifestarse y para mecerse toda la noche.
Durante 24 horas, docenas de manifestantes de cabello cano, abrigados con ropa interior térmica, chaquetas acolchadas, gorros de lana puestos en varias capas y sacos para dormir, y vigorizados con galletas enviadas por mensajería por algún simpatizante, se sentaron en sus mecedoras afuera de cuatro bancos ubicados en el centro de Washington, en una protesta a nivel nacional considerada como la iniciativa más grande contra el cambio climático jamás emprendida por personas mayores.
Estos manifestantes, que se llaman a sí mismos la “Rebelión en Mecedoras”, formaron parte de más de 100 iniciativas contra el cambio climático organizadas el martes en todo el país por Third Act, un grupo de activistas de 60 años y más, cofundado por el escritor y activista contra el cambio climático Bill McKibben.
Sus objetivos eran Chase, subsidiario de JPMorgan Chase, Wells Fargo, Citibank y Bank of America, los mayores inversionistas en proyectos de combustibles fósiles, de acuerdo con un informe de 2022 del grupo Rainforest Action Network y otros grupos ambientalistas. En total, estos cuatro bancos han invertido más de un billón de dólares entre 2016 y 2021 en la industria del gas y el petróleo.
“Este es el mundo que ayudamos a crear”, Katie Ries, de 66 años, jubilada de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, comentó el martes, sentada en una mecedora afuera de la sucursal de Chase en el centro de Washington poco después de un amanecer inusualmente frío.
“Esta incomodidad pasajera simplemente resulta insignificante y desaparece cuando ponemos en perspectiva lo que estamos enfrentando, contra lo que nos estamos manifestando”, dijo.
De acuerdo con McKibben, Third Act, fundado en 2021, tiene en su lista de direcciones de correo a cerca de 50.000 miembros, entre ellos algunas personas muy mayores. Aunque el grupo ya antes había organizado manifestaciones, en ocasiones portando pancartas que decían “Fósiles contra combustibles fósiles”, se dijo que las manifestaciones del martes fueron las más grandes hasta ahora y que los participantes fueron motivados en parte por su convicción de que era injusto dejarles la responsabilidad de resolver la crisis climática a las generaciones más jóvenes, quienes se llevarán la peor parte.
“A pesar de toda su energía, inteligencia e idealismo, los jóvenes carecen del poder estructural para lograr un cambio de la magnitud que se necesita en el tiempo que nos queda”, señaló McKibben, de 62 años, en una conversación del martes temprano antes de un mitin en contra de los grandes bancos y el cambio climático que se llevó a cabo en el parque Franklin de Washington. “Todos votamos, acabamos con la mayor parte de los recursos de nuestra sociedad. Para hacer que Washington y Wall Street cambien, se necesitan algunas personas ya entradas en años, como yo”.
Las protestas llegaron muy poco después del más reciente y funesto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el cual pronostica que es probable que en la siguiente década las temperaturas promedio globales aumenten 1,5 grados Celsius, en comparación con los niveles que tenían antes de la Revolución Industrial, lo cual hará que los eventos climáticos catastróficos sean más difíciles de enfrentar para los seres humanos y otras formas de vida.
Según el informe, para evitar lo peor, los países deben disminuir a la mitad los gases de efecto invernadero antes de 2030 y dejar de arrojar dióxido de carbono a la atmósfera para principios de la década de 2050.
No obstante, en 2022, las emisiones de carbono llegaron a niveles históricos y los grandes productores de petróleo obtuvieron ganancias sin precedentes de 220.000 millones de dólares.
Además, aunque los principales bancos que financian a la industria petrolera también están invirtiendo en fuentes de energías renovables, varios manifestantes tacharon esas iniciativas de blanqueo ecológico.
“Muchas de las grandes empresas petroleras están poniendo anuncios en televisión acerca de lo que están haciendo para proteger el medioambiente y, sin embargo, están realizando exploraciones petroleras sin precedentes”, comentó Fred Solowey, de 71 años. “Y luego, estas farsas que tanto usan para aparentar que van a ser neutrales en carbono. Es puro embuste”.
Para estos manifestantes en mecedora, el propósito era exhortar a la gente a que retire su dinero de los bancos que financian a la industria petrolera y despertar la conciencia de los ejecutivos del banco.
“Creo que todos son cómplices de no intentar hacer algo”, señaló el martes temprano en la mañana Pam Murphy, de 64 años, sentada afuera de la sucursal de Chase ante una pancarta que decía “Este banco financia el caos climático”.
En otra mecedora estaba sentada Susan Flashman, una electricista jubilada de 68 años que vive en Mount Rainier, Maryland. “Nosotros somos los activistas, somos los ‘boomers’”, comentó Flashman. “A la gente de nuestra edad le indigna que nadie esté haciendo nada; así que aquí estamos nosotros”.
Casi todas las mecedoras (había cerca de 50 en total) habían sido conseguidas por Lisa Finn, de 57 años, y su esposo, quienes viven en las afueras de Alexandria, Virginia, y organizaron una fiesta de pintura de mecedoras antes de transportarlas en una camioneta de U-Haul.
Junto con el mitin del parque Franklin (entre los oradores estaba Ebony Twilley Martin, directora ejecutiva de Greenpeace en Estados Unidos, y Ben Jealous, director ejecutivo de Sierra Club), hubo marchas con pancartas, títeres gigantescos y al menos un shofar, así como el bloqueo de Wells Fargo y Chase con más mecedoras. Según los organizadores, un manifestante fue arrestado por pintar la calle.
Antes de hablar ante los asistentes, Jealous comentó que la presión de los activistas mayores debe hacer que los bancos tomen conciencia.
“Esta es una señal preocupante para los bancos”, aseveró. “Es posible que menosprecien a los jóvenes porque no creen que sean personas que en este momento tengan mucho dinero, pero saben que estas sí lo tienen”.